La guerra sucia contra la ivermectina
Agustina Sucri.- Pierre Kory puede ser considerado otro de los valientes de esta “pandemia”. Junto a un equipo de colegas, el médico especialista en enfermedades pulmonares y cuidados críticos, lleva salvadas millones de vidas gracias a los protocolos de tratamiento que él y sus colegas desarrollaron y difundieron al resto del mundo desde la Front Line Covid-19 Critical Care Alliance (FLCCC). La “osadía” de investigar y descifrar cuál era la mejor manera de abordar esta nueva enfermedad no sólo le costó tener que dejar sus tres trabajos, sino también ser víctima de las feroces campañas desplegadas para desacreditarlo a él y al principal fármaco que ha estado utilizando con gran éxito: la ivermectina. “Estoy en una guerra. Es una guerra de la información. He visto campañas de relaciones públicas claramente gatilladas por la industria farmacéutica”, señaló Kory en una entrevista con La Prensa. “En Estados Unidos no hay un solo medio -de los principales- que hable de ivermectina. Hablan del desparasitario de caballos. Veo propaganda, vi censura como jamás había visto. En YouTube las reglas dicen que no se puede hablar de ivermectina o hidroxicloroquina”, agregó el ex jefe del servicio de Cuidados Críticos y director médico del Centro de Trauma y Soporte Vital de la Universidad de Wisconsin.
Según detalló, en estos últimos dos años ha sido testigo directo de la corrupción que envuelve no sólo a las farmacéuticas sino también a las revistas científicas e incluso a las agencias de salud pública. “Las fuerzas contra la ivermectina son vastas y poderosas. Pueden controlar los medios y las revistas médicas. Personalmente, conozco muchos investigadores de diversos estudios que no pueden lograr que les publiquen sus trabajos en revistas de alto impacto, se los rechazan. Y los únicos trabajos sobre ivermectina que son publicados son aquellos que no muestran resultados estadísticamente significativos”, lamentó.
Ahora, Kory está interesado en atender lo que él considera dos grandes problemas en aumento: el covid largo, es decir las personas que continúan teniendo síntomas luego de haber padecido la enfermedad, y los efectos adversos que padecen muchos tras la inoculación. Para ello, también ha encontrado que el uso de ivermectina, en combinación con otros medicamentos, puede resultar beneficioso.
– ¿Cuándo y por qué decide crear la FLCCC?
– Antes de que se creara la FLCCC ya habíamos formado orgánicamente un grupo con cinco colegas cercanos, que fuimos convocados por el profesor Paul Marik. Simplemente estábamos tratando de entender el covid. Leíamos todo lo que podíamos, hablábamos con médicos de todas partes del mundo, de Nueva York, Italia, China… y estábamos tratando de compartir experiencias para crear un protocolo de tratamiento. La FLCCC se formó cuando otros dos doctores se contactaron con el profesor Marik. Ellos sabían de sus protocolos para otras enfermedades críticas y dijeron por qué no forman un grupo y difunden sus protocolos. Así que hicimos eso. En abril de 2020 lanzamos un sitio web y publicamos la información que estábamos aprendiendo. Compartimos con las personas el modo en que estábamos tratando la enfermedad. Siempre nos comprometimos a crear protocolos de tratamiento efectivos, siempre nos comprometimos a seguir los datos y a evolucionar con los datos. A medida que supiéramos más, iríamos cambiando. Y eso fue en gran medida lo que ocurrió. Los elementos de nuestro protocolo original siempre se mantuvieron igual, pero añadimos otros en diferentes combinaciones a medida que avanzamos.
– ¿En qué momento descubren que la ivermectina era útil para tratar el covid?
– Eso fue muchos meses después. La ivermectina no estaba en nuestro protocolo inicial. El profesor Marik creó una tabla donde cada vez que oíamos de una terapéutica que podía ser potencialmente útil hacíamos un seguimiento de los datos para determinar si era posiblemente beneficiosa, si no aportaba beneficio, si era dañina, o si funcionaba. Por lo tanto, estábamos siguiendo los datos de una cantidad de terapéuticas. La ivermectina siempre tenía un signo de pregunta porque no hubo realmente buenos datos clínicos sobre ivermectina hasta octubre de 2020, que fue cuando empezamos a decir “¡Guau! Los datos para la ivermectina son realmente sólidos”. Y la pusimos en nuestros protocolos y empezamos a recomendarla. Eso fue para principios de noviembre de 2020, cuando estaba escribiendo mi artículo de revisión.
– ¿Qué datos los convencieron de sus ventajas?
– Alrededor de octubre-noviembre empezaron a salir los primeros resultados de ensayos de un montón de distintas terapéuticas que no se veían bien. Cosas como el plasma de convaleciente, el tocilizumab, los estudios de hidroxicloroquina que se publicaron en las revistas científicas. La ivermectina empezó a tener reportes en diferentes servidores de preimpresión, que mostraban realmente grandes beneficios. No siempre estadísticamente significativos, pero eran beneficios bastante consistentes, en diferentes centros y países.
Paul estaba convencido de que hasta ese momento no habíamos visto señales consistentes y reproducibles en nada. Así que comencé a escribir un artículo de revisión sobre ivermectina. Al analizar la ivermectina descubrí, en toda la literatura publicada, diez años de estudios in vitro contra una docena de virus, mostrando que detiene la replicación de un montón de virus ARN.
Luego me encontré con series muy amplias de casos. Por ejemplo, una de Republica Dominicana con 3.300 pacientes en la sala de emergencia, tratados con ivermectina, 16 hospitalizaciones y 2 muertes. Por lo tanto, había estudios in vitro, también in vivo, estudios en animales para virus similares al coronavirus en los que los animales tuvieron mayor supervivencia o menor daño de órganos, menor inflamación… luego empezamos a ver estudios observacionales, estudios aleatorios controlados, y luego vimos estos análisis epidemiológicos, especialmente en Perú, donde tuvieron un programa que luego fue detenido por el gobierno. Pero cuando los militares estaban dándole ivermectina a estas poblaciones, se desplomaron la cantidad de muertes y de casos. De modo que en cada pilar de evidencia que vimos, encontramos una eficacia continua y repetida.
Más tarde la empecé a utilizar en mi consultorio y estaba asombrado. Mi primer caso fue una paciente que estuvo enferma por dos semanas, con fiebre, ritmo cardíaco de 120 en reposo en su cama. Y recuerdo que ella tomó ivermectina un domingo, por la noche se sintió sofocada, y al día siguiente no tenía fiebre y su ritmo cardíaco era de 80. Esto fue luego de dos semanas de síntomas. Luego continué viendo esto en todos los pacientes que estaba tratando. Era muy claro que esto era altamente efectivo contra el covid.
– ¿La ivermectina funcionó por igual con todas las variantes del SARS-CoV-2?
– No. Si bien funciona en todas las variantes, a medida que las cargas virales de las variantes aumentaron, hubo que aumentar la dosis. Sabemos que hay una relación dosis-respuesta. Mientras que en la primera ola podía tratar tempranamente a una persona con ivermectina y se sentía mucho mejor, a medida que las variantes continuaron viniendo hasta ómicron, encontramos que no solamente debíamos incrementar la dosis, sino que a veces debíamos agregar medicamentos sinergéticos. El momento más preocupante para mí fue la fase delta tardía en Estados unidos, que fue en noviembre de 2021, hace cinco meses atrás. Ahí tuve que usar a veces cuatro, cinco o seis medicamentos para sacar adelante a la gente. Solo dándoles ivermectina no era suficiente. En ómicron, la ivermectina funciona bastante bien. Puedes arreglártelas solo con ivermectina o con hidroxicloroquina. Yo tiendo a usar la combinación.
– ¿Hay personas en las que no funciona para nada?
– Absolutamente. Eso es así con cualquier medicamento. No hay ningún medicamento que sea 100% efectivo. Tuve casos en los que traté pacientes y no tuvieron una respuesta tan robusta o no respondieron muy bien en absoluto. Algunas veces han estado utilizando una dosis más baja y vinieron en una etapa más tardía de la enfermedad y les di un montón de otras cosas. Pero nunca dijimos que es una cura al 100%. Es altamente efectiva. Pero sin dudas tuvimos pacientes en los que necesitamos usar más que solo la ivermectina o que no tuvieron una gran respuesta a ella.
CENSURA
– ¿Qué rol ha jugado la industria farmacéutica en la supresión de este tratamiento tan efectivo?
– Creo que la vacunación y la industria farmacéutica han invertido un montón de tiempo, esfuerzo y dinero en propaganda y censura. La propaganda está emanando de las revistas médicas, de los principales medios de comunicación, de los medios de difusión, de la televisión… pero las revistas son realmente condenables. También han ejercido la propaganda a través de las agencias de salud. Hay un término que usamos en Estados Unidos que es la “captura de los reguladores”, que es cuando tu gobierno o las agencias están esencialmente bajo la influencia de una industria. Ahora eso está sucediendo. Ocurre en múltiples áreas: en la agencia de protección ambiental en Estados Unidos están trabajando con empresas de carbón, empresas de energía, es decir contaminantes, y estas compañías han influido sobre el comportamiento de la agencia de protección ambiental. Las farmacéuticas controlan absolutamente el 100% del comportamiento de las agencias de salud pública -los NIH, la FDA, los CDC-. Y si uno observa las políticas de nuestras agencias de salud a lo largo de la pandemia, creo -y puedo probarlo- que cada una de las políticas es 100% lo que una compañía farmacéutica querría. Los boletines y memorandos que enviaron a todos los Estados del país, que llegaron a cada médico, diciendo que la ivermectina es peligrosa, que no está aprobada por la FDA… no tiene que estar aprobada por la FDA, ya está aprobada por la FDA para otras cosas. Se puede hacer una prescripción fuera de prospecto (off-label). Hemos visto propaganda con información falsa. En realidad, lo que están haciendo es desinformar, están tratando de disuadir y manipular a las personas para que crean que no funciona. Y hay muchas razones por las que quieren hacer eso.
– ¿Cuáles?
– Ellos atacaron la ivermectina porque sintieron que iba a aumentar la duda frente a la vacunación, porque si las personas tienen una solución ya disponible, que era segura, utilizada durante décadas, con un perfil de seguridad conocido, ampliamente disponible, barato, muchas más personas hubieran dicho “no quiero una vacuna”. ¿Por qué habrían de correr un riesgo para algo que no conocen cuando saben que otra cosa funciona casi tan bien?
Las moléculas con las que competía, estos nuevos medicamentos que estaban apresurándose para sacar al mercado, como molnupiravir y paxlovid, claramente no querían competir con la ivermectina. Porque la ivermectina es tan segura y tan efectiva, que no querían que su eficacia se conociera porque no tendrían un mercado para sus nuevos medicamentos.
Otra cosa que aprendimos fue que en los programas de los ministerios de Salud que estaban tratando a las personas tempranamente con ivermectina, como en la ciudad de México o en Argentina -la Pampa, Misiones- los datos estaban mostrando reducciones masivas de hospitalizaciones y muertes. Eso hubiera destruido absolutamente el mercado para todos estos medicamentos altamente rentables.
Las fuerzas contra la ivermectina son vastas y poderosas. Pueden controlar los medios y pueden controlar las revistas médicas. Personalmente, conozco muchos investigadores de diversos estudios, que no pueden lograr que les publiquen sus trabajos en revistas de alto impacto, los rechazan, y los únicos que son publicados son aquellos que no muestran resultados estadísticamente significativos. Se ve realmente desinformación en las revistas médicas.
– Esto es preocupante porque las revistas científicas son la principal fuente de información para la gran mayoría de los médicos. Si son compradas, dejan de ser confiables.
– Eso ha sido descripto por alrededor de 30 años. Los editores de estas revistas de alto impacto han dicho que no se puede creer ni la mitad de lo que uno lee en esas revistas. Porque muchas veces los estudios se han manipulado o no permiten la publicación de estudios que van a lesionar a las farmacéuticas. Mi visión de las revistas antes de la pandemia y ahora es extremadamente diferente. He visto la corrupción en primera línea. Han retractado publicaciones, han retractado mi artículo que había pasado por la revisión por pares. Algo que nunca ocurrió en nuestra carrera. Pasó por tres rondas de revisión por pares, tres científicos de alto rango del gobierno, y se suponía que sería publicado. Y luego el editor dijo: “Le preguntamos a una tercera parte revisora anónima y dijeron que no están de acuerdo con tus conclusiones, lo retractaremos”. Esto no solamente me pasó a mí, le pasó a Tess Lawrie, le pasó a Héctor Carvallo -él es uno de los pioneros también-. Lo hemos visto. No es sutil. Sabemos lo que están haciendo. Están literalmente suprimiendo la evidencia sobre la eficacia.
– ¿Es cierto que molnupiravir y paxlovid son similares a la ivermectina?
– No, eso no es exactamente cierto. Molnupiravir trabaja distinto que la ivermectina. Es un mutágeno: causa mutaciones en el virus para que pare de replicarse. Pero no sabemos si no es un mutágeno que hace mutar al virus en uno más efectivo. Hay evidencia de que, si causa mutaciones en el virus, también puede causar mutaciones en el huésped. Este es un medicamento peligroso. La evidencia para el molnupiravir es terrible. Cuando uno mira todos los países que lo han probado, el único país donde mostró eficacia fue Brasil, con la variante gamma. Y en la segunda mitad del estudio, al grupo control le fue mejor. No funciona en la delta. De modo que es un medicamento ineficaz y potencialmente peligroso.
Paxlovid, si le crees a la compañía farmacéutica que realizó el ensayo -y yo ya no puedo creer en un ensayo financiado por una compañía farmacéutica porque hay demasiada evidencia de fraude en esos ensayos- ellos magnifican y manipulan los resultados, esconden los efectos adversos… esto mismo se puede ver en los ensayos de las vacunas.
Las compañías farmacéuticas se han comportado así durante décadas. Está bien descripto en libros y en artículos. Esto no es nuevo, pero la escala y el impacto actual es incalculable. Lo que han hecho en una pandemia global, las millones de vidas que se han perdido debido a su comportamiento, es una catástrofe. Es una catástrofe humanitaria. Es un crimen de lesa humanidad.
– Usted es especialista en enfermedades pulmonares y cuidados críticos, y seguramente ha atendido miles de pacientes con enfermedades infecciosas respiratorias a lo largo de su carrera. ¿Las características de este virus lo han sorprendido en cuanto al tipo de daño que produce?
– Absolutamente. Causa una condición interesante llamada “neumonía organizativa”. La neumonía es una infección mientras que la neumonía organizativa no es infecciosa, sino que es una respuesta a una lesión, habitualmente por una medicación, o en algunos casos un virus que lesiona el pulmón. Por eso son tan críticos los corticosteroides. Es interesante que el tratamiento primario es un corticosteroide, no necesariamente un antiviral. El covid es probablemente la enfermedad más compleja que jamás haya visto en mi carrera… con los coágulos y la inflamación y la cantidad de órganos que afecta. Es realmente una enfermedad muy compleja, pero hemos aprendido un montón en todo este tiempo.
– Mucho se ha hablado sobre el origen de este virus. ¿Cuál es su opinión?
– Si uno habla con algunos de los científicos creíbles que analizaron el perfil de mutaciones de este virus, ningún científico objetivo con experiencia y sin conflicto de intereses ha concluido otra cosa más que tiene que venir de un laboratorio. No hay evidencia creíble de que no haya venido de un laboratorio. Esto ha sido muy bien investigado.
ATAQUES
– ¿Cómo afectó su vida personal y profesional el hecho de haber apostado por un tratamiento temprano al cual el establishment se opuso rotundamente?
– Perdí tres trabajos. Del primer trabajo renuncié y eso fue porque brindé testimonio sobre la necesidad de corticosteroides en mayo de 2020. Testifiqué en el Senado y básicamente le dije al mundo que los pacientes se estaban muriendo porque no estaban siendo tratados con corticosteroides. Cuando hice eso, fui rotundamente atacado. Lo hice cuando las recomendaciones de cada agencia de salud nacional e internacional de todo el mundo eran en contra de los corticosteroides. Dejé entonces mi trabajo porque no querían usar corticosteroides y yo estaba en un cargo de liderazgo y básicamente me estaban diciendo que no podía abogar por su uso. Entonces me negué a ver morir a estos pacientes sin el tratamiento que sé que funciona. Ellos me dijeron que esperara a los estudios aleatorios controlados. Ocho semanas después, los estudios aleatorios controlados mostraban que los corticosteroides eran absolutamente salvadores de vidas. Entonces fui validado.
Pero mi vida se puso realmente difícil luego de la ivermectina. Porque una vez que empecé a hablar públicamente de la ivermectina fue cuando empecé a ver los ataques desde afuera. Me tomó un tiempo entender lo que estaba pasando. Pero literalmente aterricé en una guerra de hace décadas sobre reposicionamiento de medicamentos genéricos. Cuando empecé a ver los comportamientos, que mi artículo se había retractado por ningún buen motivo, de un revisor anónimo, y luego la recomendación de la OMS. Era todo un ejercicio corrupto. Al mirar el documento de la OMS y ver cómo obtuvieron la evidencia, constaté que básicamente desecharon todo y se quedaron con un pequeño puñado de ensayos -que aún mostraban un beneficio masivo en términos de mortalidad- y literalmente dijeron que no era concluyente y que, dada esta evidencia no concluyente, la mayoría de las personas no querrían tomar el medicamento fuera de un ensayo. Es la afirmación más absurda en la historia de la medicina. Se trata de uno de los fármacos más seguros. Es la acción más absurda y corrupta de todo esto. Cuando la OMS se rehusó a recomendarla, sabía que la guerra había comenzado. Sabía que tenían a la OMS, a los NIH… sabía que literalmente estaban controlando todas las agencias de salud. Por lo que no iba a lograr que un medicamento barato y seguro sea recomendado. Las fuerzas del mercado y los poderes e intereses financieros en contra de esto eran tan fuertes y están tan infiltrados, que sabía que estaba en guerra y mi vida se dificultó. Tuve que dejar otro trabajo porque no querían que hable públicamente y yo me negué. Y en mi tercer trabajo me echaron, de la nada, por una razón inventada. Dicen que le dije algo a un paciente acerca de la vacuna y me dijeron que no podía trabajar ya más ahí. Nadie quiere un médico con una cara pública y una opinión contraria… ¡y vaya si tengo opiniones contrarias!
– ¿Temió por su vida en algún momento?
– Definitivamente mis colegas y yo nos cuestionábamos al respecto porque sabíamos de los poderes y las fuerzas. Sabíamos que mi grupo y yo estábamos haciendo mucho ruido. Y sí me preocupó eso. No podía evitar pensarlo. A la industria farmacéutica, siendo tan carente de honestidad y tan corrupta, no le importa la vida, le importan las ganancias, no la salud pública. Es una empresa criminal y eso está bien documentando, con miles de millones de multas durante los últimos veinte años. Las penalidades civiles llegan hasta 13 o 14 mil millones en tan solo los 20 acuerdos más grandes. Eso no incluye la epidemia de opioides en este país en los últimos diez años. Así es que, cuando uno observa los comportamientos históricos e incluso en los tiempos actuales, comprueba que nada los detiene. Mi único pensamiento fue que quizás estratégicamente deshacerse de mí atraería más atención hacia nosotros. También sentí que para el momento en que salimos a hablar, con tanto alcance público, quizás era demasiado tarde para deshacerse de nosotros. Pero no lo sé. Definitivamente me preocupé por eso.
– ¿Y cómo se siente ahora?
– Estoy en una guerra. Es una guerra de la información. En nuestra organización no tenemos conflictos de intereses, somos expertos en nuestro campo, somos altamente publicados, y estamos bien instruidos en muchas terapéuticas diferentes para el covid y tratamos pacientes. Estamos haciendo lo que siempre hemos hecho, que es compartir los conocimientos. Todos nosotros somos educadores reconocidos. Eso era lo que hacía como medio de vida. Enseñaba medicina. Ahora enseño al público porque la medicina está totalmente cooptada. Ya no me escuchan más ni a mí ni a Paul Marik, ni a cualquiera de mis colegas… se les ha dicho que tenemos una opinión marginal. Los NIH, la FDA, los CDC no están de acuerdo con nosotros, estamos yendo en contra de sus lineamientos, por lo que nosotros debemos estar equivocados. Ese tipo de fe implícita en la sabiduría y experiencia de estas agencias es literalmente lo que ha causado el colapso de la medicina. La gente cree que esas agencias están trabajando en su favor. Eso no es cierto. Y mientras la fe en esas instituciones continúe, la gente continuará siendo lastimada.
– ¿Qué pasó con los médicos, que no investigaron?
– Eso me impactó. Pensé que los médicos serían relativamente inmunes a la propaganda. Y me equivoqué. De algún modo sabía que no todos los médicos leen, o cuando lo hacen solo leen un par de revistas. Y en esas revistas leen el resumen y la conclusión. Las compañías farmacéuticas saben eso. Ese es el motivo por el que los artículos que se publican ahí y el modo en que escriben la conclusión, tiene tanto poder. Porque si escuchan al doctor Kory contando que la ivermectina funciona, que tenemos todos estos ensayos, y luego miran la revista de la American Medical Association o The New England Journal of Medicine y ahí dice que no funciona, ellos aún le creen a las revistas y a las agencias que dicen que no pueden recomendar esto, que creen que es peligroso y que hay insuficiente evidencia para demostrar que funciona. Los médicos creen que esos son los expertos y no lo son. Son corruptos.