Mucho se habla acerca de la necesidad de evitar la exclusión infantil, de ofrecer a los pequeños las posibilidades que ellos requieren para insertarse al mundo, Pero, ¿hasta qué punto eso depende de qué hagamos los adultos?. Esa responsabilidad de proteger a la infancia, que tiende a caer en los mayores de su entorno, debe repartirse entre todos en los casos en los que no hay una familia detrás que les cuida y les proteja.

Si bien lo primero que se nos viene a la mente es que tengan cubiertas sus necesidades más básicas como la alimentación o la higiene, tampoco podemos perder de vista lo que a simple vista no parece tan evidente como la salud mental de los menores. En España, por ejemplo, incluso antes de la pandemia las estadísticas nos ubicaban como el país europeo con mayor porcentaje de adolescentes de entre 10 y 19 años con problemas mentales, Su prevalencia era de hasta 20%.

Y durante los dos últimos años, en los que la pandemia por coronavirus ha causado estragos, el número de los menores en riesgo aumentó significativamente. Allí entra en juego la autopercepción y su importancia para la salud mental.

¿Qué es la autopercepción y por qué es clave para el desarrollo?

A la hora de ayudar a la infancia, hay que pensar entonces en conceptos en los que no reparábamos. La autopercepción, por ejemplo, es la percepción que cada ser humano tiene sobre sí mismo. Aunque podría parecer una cuestión meramente personal, las investigaciones han determinado que esas consideraciones subjetivas son influenciadas por la reacción que suponemos de los demás.

Es decir, proteger la infancia también supone que estemos atentos al contexto que les generamos. Actualmente, sabemos que la ayuda a los niños va más allá de lo económico, y que la contención psicológica será básica en la formación de los hombres y mujeres adultos en que se transformarán.

Organizaciones internacionales presentes en España hace ya décadas, como Aldeas Infantiles SOS, vienen alertando sobre la importancia de estar atentos de la situación en la que vive cada niño. Esta ONG infantil se centra en el cuidado de los niños y niñas que han perdido el cuidado de sus padres y de proteger a las familias más vulnerables..

¿Cómo la autopercepción afecta la vida adulta?

Autoconcepto, autoimagen y autoestima son ideas que forjamos por cuenta propia, pero indivisibles de los virtudes y defectos que, entendemos, los demás han creado acerca de nosotros mismos.

Si a eso le sumamos la sensibilidad que caracteriza a una etapa tan difícil como la adolescencia, junto a una niñez en la que no se han colmado las expectativas mínimas de protección del menor, podemos afirmar que los resultados estarán más por el lado de una personalidad adulta vulnerable.

Incluso, hay estudios que detallan cómo en esos años en los que se moldea la forma de ser, se sufre una variación de la fisonomía del cerebro de acuerdo a los comentarios a los que estemos expuestos.

Ser conscientes de ello nos obliga a apoyar estas ONGs, en su intento por proveer no sólo de una infancia feliz, sino también de una adultez sana, con énfasis en la salud mental durante la juventud.