¿Amenaza?
No constituye un secreto para nadie que al autócrata de la Moncloa le molesta media España. Tampoco lo es la campaña de desprestigio en contra de la oposición, que desde hace tiempo encargó a sus terminales mediáticas. Ni que desde el principio ha comprado a los medios afines con nuestros impuestos con un claro objetivo: que le ensalcen hasta la náusea, y que de paso se dediquen en cuerpo y alma (¿alma?) a descalificar a la oposición. Pero lo más perentorio ahora mismo es enmerdar a la coalición que muy presumiblemente gane las próximas elecciones. Y digo próximas con todas las reservas, particularmente no creo que este sujeto organice elecciones limpias y democráticas. Mucho me temo que su sectarismo y despotismo nos pueden jugar una mala pasada.
El mensaje que trata de hacer llegar a la ciudadanía, o lo que queda de ella, es que a lo que él llama ultraderecha, no tiene derecho a conformar un gobierno con otro partido, y mucho menos si lo hiciera solo, me refiero a VOX naturalmente. También niega la existencia a los votantes de la derecha, para él sólo somos sus putas particulares, a las que explota hasta dejarlas secas y exhaustas. Los ciudadanos de derechas sólo tenemos derecho a pagar y a callar.
¿Se puede respetar a quien no respeta? Naturalmente que no. Lo suyo es azuzar a sus lacayos, a su particular brigada de la basura, a esa escoria indecente, estabulada en la pocilga mediática que le sirve de parapeto.
Para ello ordena a sus particulares pocilgas mediáticas, en las que está toda la hez de la extrema izquierda, subvencionada hasta la náusea con nuestros impuestos, para que ponga en solfa y denigre a los partidos que no le rinden pleitesía. Hasta el rufián Rufián el otro día se lo ha llegado a afear, aludiendo a lo gastado y lo harapiento que se ha quedado ese burdo mensaje. Pero el presidente no es persona que dé marcha atrás en su obcecación, y ha tirado de fondo de armario. El consejo de ministros es tan amplio como inútil, y ha ordenado a una de sus figurantes que fuese a la toma de posesión del nuevo presidente de Castilla y León. No para felicitarle, como exigen las normas democráticas al uso, sino para amenazar (¿…?) si éste legisla o gobierna fuera de los cánones establecidos por el sátrapa.
El PP y su aliado de gobierno VOX, al parecer no se han dado por aludidos, y es justo ahí cuando el votante empieza a cabrearse. El tacticismo de los políticos no cala en la gente normal, y mucho menos entre sus votantes, cansados de que les insulten, les agredan y les denominen nazis, fachas y fascistas. A muchos les resbala, pasan de ello, incluso hay algunos que les divierte, a mi no. Va siendo hora de que al insulto o a la descalificación gratuita y ridícula les contesten con la misma moneda. Esto va de hombres, no de nombres. Estamos hartos de ver y oír a esa basura infecta de la ultra izquierda comunista imponer su falsa y guerracivilista moral progre. Estamos hartos de escuchar a los miembros, simpatizantes y esbirros periodísticos del partido más corrupto de Europa, arrogarse la potestad de repartir carnets de demócrata. Hastiados de ver cómo pactan con criminales, golpistas, independentistas, encubridores de pederastas y violadores y demás chusma. Ahítos de ver a una ministra sectaria y payasa que viene a nuestra tierra a decirnos que va a estar vigilante con nuestros referentes, ganadores de las últimas elecciones. Por no hablar de otra ilustre pedorra que grazna diciendo… que el pacto entre el PP y VOX es anticonstitucional. Este es el ganado que nos gobierna.
Este gobierno maldito dice que va a vigilarnos a nosotros, castellanos y leoneses, y no al lumpen con el que negocia y destroza España. Nos vigilará a nosotros, gente decente y digna, trabajadora, obreros y agricultores, ganaderos, hosteleros, personas decentes y honradas, no a los herederos de los criminales etarras, extorsionadores y secuestradores. A nosotros, y no a los que tratan de destruir España, no a los que incumplen las leyes y niegan derechos a españoles a estudiar su propia lengua en su patria. No a los que permiten y encubren violaciones y abusos a menores a su cargo. ¡Malditos seáis sin vergüenzas!
Hasta el presidente del partido nazionalista vasco nos denomina como lo que sólo ellos son: nazis, racistas y xenófobos. Hasta el ridículo y abotargado Junqueras en la persona de sus títeres Aragonés y Rufián, se permite el lujo de insultarnos. Y qué decir del sujeto que desde su desgracia insulta a los que sólo puede producir lástima y desprecio, hacia su minúscula y penosa figura. La palabra es la mejor arma, la más poderosa, la más pacífica, y la que mejor puede servir para echar a esta roña putrefacta que se ha agarrado como garrapatas a nuestras vidas.
Los castellanos y los leoneses estamos hartos de que nos pisotee un chulo venido a más, un déspota deslustrado, un incapaz de ver la ruina que nos está provocando su nauseabunda y putrefacta política, aunque nadie sepa en que consiste esta. Un demagogo que ha sembrado de embustes y mentiras su macabro y patético gobierno. Un sujeto al que sólo le importa donde sienta su culo, un tipo al que cada vez más españoles no le pueden ver ni en pintura.
Yo, español de Castilla, ahora Castilla y León, vallisoletano para más señas, lo único que le diría a este sujeto y a los que le secundan en su truculenta aventura, es que os vayáis a un lugar en el que con toda seguridad no vais a desentonar: ¡a la mierda!