Yo espío… tu espías… Antonio nos espía
Otro nuevo escándalo a mayor gloria de este acróbata de la política llamado Pedro Sánchez. Son tantos y tan seguidos que ya a nadie le pilla por sorpresa, cuando se habla de este gobierno a todo el mundo lo primero que se le viene a la mente es una palabra, siempre la misma, escándalo. Nadie le toma en serio, nadie se para a tomar en consideración sus astracanadas, a excepción de su cohorte de lacayos, payasos, esbirros y correveidiles. Y es que llueve sobre mojado, lo habitual en este ser extraordinario de luz y transparencia, es que a un escándalo provocado por él mismo y sus acólitos, se afanan como nadie para tratar de taparlo con otro mayor. Si no conociéramos el paño lo tomaríamos como algo novedoso, o inclusive hasta normal, ha ocurrido en otros países. Pero lo normal en otros lares, en España no lo es, ni mucho menos. En el cutre devenir de nuestros días, lo anormal es habitual, lo estrambótico pasa a ser el pan nuestro de cada día, y la inmundicia con que se envuelve todo es la consecuencia de una forma de gobernar. Nadie como Pedro Sánchez y sus actuaciones estelares para aparecer como que hace algo, generalmente nada útil.
Celoso del victimismo que han obtenido sus compañeros de fatiga, no ha dudado en subirse al carro de lloronas que componen golpistas, etarras y demás escoria en que los que se apoya. Sobre todo, cuando lo acaecido estos días atrás constituye un caso, en el que de lo único que se trata es sacar del ostracismo a la plaga golpista catalana. Otra vez los mismos delincuentes haciéndose pasar por lo que nunca fueron, víctimas inocentes. Volvemos a lo mismo, otra vez con una de sus espectáculos, a martirizar esta vieja y venerable piel de toro, a la que cada vez menos ciudadanos llamamos España. Esta vez no ha podido culpar a nadie de esta patraña maloliente, basada en un montaje del que el nazional golpismo catalán se vuelve a aprovechar miserablemente. Esta vez la bufonada se ha extendido como la peste, alojando bajo sus negras alas a todos los energúmenos que pueblan como grajos la bancada de la extrema izquierda. Y todo ello en base a algo tan intangible como indemostrado, pero a lo que el gobierno de éste piernas ha dado pábulo de verosimilitud.
Se siente el único dueño y señor de todas y cada una de las instituciones, todas ellas puestas a su servicio, sin que a nadie de los que le secundan le repugne ver cómo van siendo laminadas una a una por el nuevo César. Pocas veces se ha visto como un sujeto salido de la nada, al mando de un partido cautivo y desarmado rendido a sus pies, haya sido capaz de destruir una nación, casi sin esfuerzo. Lo malo no es que le hayan espiado, aún no está demostrado judicialmente, ni lo estará, lo peor es que trate de sacar partido de ello, aunque el CNI quede como Cagancho en Almagro. Le da lo mismo, lo que pretende esta vez es igualarse al resto de la pandilla basura en el acoso y derribo de lo poco que queda ya en pie en España.
Dice el nazional golpismo que a ellos les han espiado, pues va Pedro Sánchez y dice que a él más. Incluso da la cifra en gigas, tratando de dejar en mantillas a sus compañeros de tropelías. Gila desde su dignidad hacía más gracia, Sánchez desde su ignominia lo único que produce es asco, y una pena infinita cuando comprobamos que el nivel del presidente del gobierno raya lo escatológico, sumergiéndose de lleno en el barro.
Siempre tiene que ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el cadáver en el velatorio, resumiendo, es el que más lejos mea, y con más megabytes de potencia.
Es tan oscuro y patético el esperpento de este nuevo culebrón, que hasta los más cafeteros se asombran de lo truculento de la historia. Como si de una damisela de taberna fuera o fuese, ordenó a uno de sus siervos que fuera o fuese en su representación a postrarse de hinojos ante el “honorapel” catalán. Esta semana le tocará ir a él en persona hasta Cataluña. A estas horas no sabemos la cantidad de vaselina que necesitará para saciar la sed de “justicia” del muy molto no sé qué. Fuera o fuese como fuere nadie lo sabrá.
Y ahora en serio. La labor del CNI es vigilar, espiar y lo que hiciera falta hacer con ese lumpen, para salvaguardar la integridad territorial de España, su orden constitucional y la independencia política de la nación. En éstos tres apartados entran de lleno sus aliados, los independentistas vascos, ETA incluida, el nazional golpismo catalán, y todos aquellos que, como la anterior basura, traten de subvertir nuestras leyes. Punto.
Pero una de dos, o toda esta mierda es ficticia y fingida, o el autócrata monclovita se ha impuesto reducir el estado a cenizas. A este escándalo lo tapará el siguiente, es el sino de este gobierno de friquis. Mientras haya algo que quede por corromper, tranquilos, lo malo vendrá cuando no haya nada susceptible de serlo. Es lo que hemos querido, aunque no lo hayamos votado, peor aún, lo hemos tolerado. Hace ya décadas fuimos pueblo, ahora sólo nos manifestamos por el futbol, por ver al último berreador o a la última saltimbanqui con micro. Reconocerlo sería mucho, negarlo nos conducirá a la nada, en la que ya estamos.
Y más serio aún. Aznar refiriéndose al atentado del 11-M dijo que los culpables no estaban en montañas lejanas ni en ¿…? Esta vez la frase adquiere toda su trascendencia, el mismo sospechoso de siempre, e idéntico objetivo, España. Los pinchazos ocurrieron en las mismas fechas que los sucesos que todos tenemos en la memoria. Hace pocos días el presidente realizó un viaje a Marruecos, después de cometer una cesión de la que nadie sabía nada. Con toda la parafernalia que un sátrapa que alardea de su condición se atrevería a hacer. Todo muy oscuro, tanto o más que las extorsiones que ETA cobraba a ciertos empresarios “poco vascos”, y que otros “más vascos” pagaban con el dinero de todos los españoles. Coincidencias en el verbo, y hasta en las formas. Y preguntas, muchas preguntas, y alguna certeza.
Que Sánchez trate de sacar partido del montaje orquestado por sus amigachos de francachela, no obsta para denunciar dichos montajes. Esta vez es más serio, no se trata de balas de cetme sin pólvora, ni de navajitas plateadas pintadas con Titanlux. Se trata nada más y nada menos que de la credibilidad de uno de nuestros pilares más importantes: el Centro Nacional de Inteligencia. Por lo demás no vamos a estar peor que hace unos días, más abajo del barro no se puede estar, y nosotros, pueblo español, otrora digno valeroso y decente, a la única altura que podemos aspirar es a la del betún. Desde hace algún tiempo vengo diciendo una frase muy fuerte para algunos, y según otros muy certera: “Estamos muertos, y ni siquiera nos damos cuenta”.
Si no somos capaces de defender lo nuestro ¡cómo vamos a defender lo de todos! Dicen que predicar en el desierto es perder el tiempo, algunos estamos perdiendo la vida, pero seguimos. Cuando nos llegue la hora iremos con la cabeza erguida, otros irán mirándose los pies, si es que no se les han comido antes los ratones.