El marxismo cultural y la falacia del hombre de paja
Marcelo Duclos.- Esta mañana, el periodista de Infobae Federico Fahsbender alertó sobre la presencia de un elemento supuestamente polémico y peligroso en el discurso de Javier Milei: la referencia al “marxismo cultural”. Desde su columna, señala con preocupación que en Argentina pasa casi desapercibido algo que en muchos países del mundo genera alarma y preocupación. Un latiguillo de grupos de “extrema derecha”, de los que hasta Donald Trump toma distancia.
En varias oportunidades hemos resaltado lo impreciso que resulta la distinción político ideológica de la dicotomía “izquierda-derecha”. Es que, además de describir por la negativa, sirve para estigmatizar a las personas mediante la asociación de ideas que pueden no ser las suyas. Yendo a lo concreto, si ser de izquierda significa ser socialista (y viceversa), ¿ser de derecha es ser liberal? Aunque muchos liberales se reconozcan como “de derecha”, si hacemos un simple ejercicio de refutación, todo se desmorona: hay mucha gente autodenominada “de derecha” que no quiere saber nada con el liberalismo: conservadores, nacionalistas, fascistas e incluso neonazis. Esos a los que el columnista hace referencia en su artículo de hoy.
Aunque no dice abiertamente que Milei “es nazi”, su artículo tiene similitudes a informe del extinto programa 678, donde aparecíamos los miembros del Partido Liberal Libertario asociados a Alejandro Biondini. Pareciera ser que los periodistas preocupados por el avance de la extrema derecha aprendieron algo del ministro de propaganda del Tercer Reich. La idea de mentir y mentir, porque algo siempre puede quedar. Y los que escribimos y producimos material audiovisual sabemos muy bien que la reiteración de menciones tiradas de los pelos y asociaciones poco éticas desde lo periodístico son, como mínimo, filomentirosas.
Esto tiene una intención clara. De la misma manera que los Beatles armonizaban muchas veces en quintas, para que el acorde se complete en la cabeza y la voz del escucha, desde el periodismo se hacen asociaciones tiradas de los pelos para que algún prejuicio que pueda tener el lector se haga carne. La nota que lleva el nombre del diputado liberal menciona al nacionalsocialismo, al antisemitismo, al racismo a la homofobia y hasta incluye la foto de un terrorista que comulga con la existencia del “marxismo cultural”.
Yo no tengo problema en reconocer que ese marxismo cultural, para mí, existe. Claro que no se trata de algo tangible como una mesa o el sol, así que se trata de algo meramente descriptivo. Curiosamente, muchos autodenominados “de derecha” me han señalado a mí como un “marxista cultural” por estar a favor del matrimonio homosexual, el derecho de adopción por parte de parejas gays, la legalización del consumo de drogas y la eutanasia. Nada que me saque el sueño, claro. Pero lo cierto es que, con respecto a todo este debate (que a veces es poco honesto desde lo intelectual), el “marxismo cultural” existe (pónganle el nombre que quieran) y los neonazis que lo denuncian, también.
Las dos cuestiones están a la luz del día y son de muy fácil corroboración. El que tenga alguna duda, que se dé una vuelta por cualquier carrera de la Universidad de Buenos Aires y le haga un breve cuestionario al cuerpo docente. ¿Alguien duda que el resultado sería el de un altísimo “colectivismo en sangre”? Es que Antonio Gramsci tenía razón. Mientras que el menemismo privatizaba desde el Poder Ejecutivo, los espacios socialistas ya monopolizaban la cultura y la educación: los egresados de esas camadas fueron los adultos que votaron o avalaron las premisas morales del kirchnerismo. Claro que el modelo estatista colapsó (como ha ocurrido desde siempre en la historia) y ahora hay una revolución en el campo de las ideas. Lo positivo es que la tecnología le quitó el monopolio de la educación a los sindicatos y hoy un joven estudiante increpa al cuerpo docente con ideas a las que probablemente sin internet nunca hubiese estado expuesto.
También hay que decir que toda la gente a la que Fahsbender hace mención, existe. No hay más que googlear un rato para conocer autores o “intelectuales” que niegan la existencia del Holocausto porque “no se encontraron los recibos de compra de las cámaras de gas de los campos de concentración”. Yo a esta gente, más cómoda con el mote de “revisionista” que de nacionalsocialista, le digo “nazi”. Es que es lo que son, aunque les de pudor decirlo en público. Igualmente, se les nota la hilacha.
Ahora ¿qué tenemos que ver los liberales con estos elementos? ¿el combate al “marxismo cultural? Si quieren pueden cambiarle el nombre, es lo de menos. Lo que no debe hacerse bajo ningún punto de vista es abandonar la lucha moral contra los principios marxistas que han contaminado la cabeza de generaciones. Cabe destacar que el término “contaminado” no es discutible ni arbitrario, ya que la evidencia empírica en el 100 % de los casos demostró que la implementación de esas ideas no hace más que someter a la gente a procesos de miseria y autoritarismo, no deseados ni por los voceros y muchos de los ejecutores de esas mismas ideas.
Si en lugar de distinguir entre extrema izquierda, izquierda, centro, derecha y extrema derecha, las ideas políticas se ordenaran entre libertad y coerción o individualismo y colectivismo, quedarían muchas cosas más en claro. Probablemente, se incremente la demanda de psicólogos, ya que los que están en la “extrema izquierda” se darían cuenta que son primos hermanos de la “extrema derecha”. Igualmente, no tendrían que preocuparse demasiado, ya que la gran mayoría de los terapeutas están todos quemados por el marxismo cultural. Por ahora…