Vox ya está donde quería el PSOE: en el ruido y con el discurso victimista (Encuesta)
Teodoro León Gross (R).- Andaluces Levantaos presenta recurso contra el empadronamiento de Olona y Vox responde culpando a PP y PSOE. Macarena Olona: “Es obra de este binomio PP-PSOE que están aterrados porque me han escuchado decir que entro a San Telmo con una auténtica escoba”. Todo de manual. Andaluces Levantaos no son sus rivales; y la realidad nunca les va a estropear un tuit o un eslogan. Cualquier campaña se enfoca desde la lógica de la propaganda, pero lo de Vox es a pecho descubierto, un estilo muy suyo. Son profesionales de lo que son. Después vino, por supuesto, el victimismo de compararse con los inmigrantes a los que sí se permite blablablá. En definitiva, la respuesta de Vox evidencia una estrategia muy decidida.
Macarena Olona ni siquiera se tomó la molestia de alquilarse una casa a su nombre. Es difícil mostrar más desdén por las reglas del juego. Sin duda este enredo entraba en sus cálculos. Esta misma semana, Olona le decía a Bolaños en el Congreso que los estaba esperando. Trump lo explicitó en la campaña: “Podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente… y no perdería votantes”. Lo de empadronarse es pecata minuta para los suyos. Trump lo llamaba lealtad, aunque no parece el término más exacto.
Vaya por delante que Olona no va a ser excluida por su empadronamiento irregular. Ni debe serlo. La Junta Electoral además será garantista anteponiendo un derecho sustancial a la cuestión administrativa. Otra cosa es el desdén por la ética o por las reglas del juego. Curioso hablar de tu “escoba” mientras cometes una irregularidad. Pero ese es realmente el terreno entre líneas en que sacan petróleo. Nadie va a plantear la pregunta de si Olona, además, viene cobrando como diputada el dinero que le corresponde por estar empadronada fuera de Madrid aunque haya estado viviendo en Madrid. Como los tiros de la Quinta Avenida.
Por demás, Juanma Moreno enseguida vio que lo último es entrar al trapo y respondió que mejor poder debatir con todos, como hacen los entrenadores de fútbol al saber que no juega una estrella del equipo rival. Pero el PSOE, que ha diseñado toda su campaña con Vox, como Teresa Rodríguez con otro video a saco, sí echó la gasolina. Tanto que muchos ven la mano de Bolaños en Salobreña para impulsar a Olona. En definitiva Vox ya estaba donde quería: en el ruido. Y con el discurso victimista que ya ensayaba Podemos en su aparición de 2014: no nos quieren ahí, somos la gente, el establishment que venimos a limpiar…. El catálogo del populismo está muy consolidado.
Ha sido una operación bien ejecutada con garantía de eco porque el perfil bajo del PP es inútil: en Vox saben que el ruido necesario para hacerse atractivo ante su público se lo garantiza la izquierda, a la que tientan constantemente como esta semana combinando la enmienda de la prostitución y el escándalo andaluz de Faffe con el gasto en puticlubes usando dinero de formación de parados. E la nave va.
Bibloquismo
Juan Espadas ha dejado claro, al presentar su programa, que no se abstendría para facilitar un Gobierno del PP sin Vox. Lo que Inmaculada Nieto sí había admitido, para Espadas es anatema. Su mensaje es que esto va de bloques, a un tris de decir: Frankenstein vs Frankenstein, a ver qué Frankenstein prefiere la gente. De hecho, es exactamente la lógica de su campaña: Espadas necesita a Vox, desea a Vox, porque se nutre de Vox. Para poder hacer campaña contra una amenaza necesita que exista esa amenaza con la máxima entidad. Así que él, en buena lógica, alimenta la amenaza. Otra estrategia muy decidida.
Y el PP, previsiblemente con buen criterio, rehúye ese charco. Piden el voto para la candidatura de Juanma Moreno con la aspiración de gobernar en solitario. Pero es obvio que si no hay abstenciones cruzadas, el bibloquismo es el horizonte verosímil. Si el PP no tiene mayoría, tiene que pactar con Vox por la misma lógica aritmética con que la izquierda pacta con Podemos, Esquerra y Bildu. A partir de ahí, convertido en la única fórmula parlamentaria posible, ya no se puede estigmatizar el hecho de pactar con unos o con otros –puesto que es inevitable, puesto lo han hecho inevitable con el bibloquismo– sino vigilar lo que se pacte.
La aritmética determinará la fuerza para pactar en ese bibloquismo.
Errores y campaña
Una campaña, sobre todo de quien lleva viento de cola, va de no cometer errores. Siempre se cometen; y siempre se pelea por tratar de que los rivales lo hagan. O al menos que la Junta Electoral acepte que lo han hecho. Esto penaliza a quien tiene el poder, bajo la idea del abuso de poder. Es lo que cabe denominar la paradoja del electoralismo: si el presidente andaluz dice que han construido hospitales, aunque se hayan construido hospitales, es electoralista; si la oposición dice que no se han construido hospitales, aunque sí se hayan construido, no pasa nada… y da igual si es electoralista o no. Así va esto. Algún patinazo del Gobierno andaluz con la cuentas institucionales ya ha sido amonestado; y un fijo de campaña para la oposición es denunciar a la televisión pública aunque sea sin fundamento, porque el mero ruido de la denuncia ya puntúa. La verdad y la mentira importa poco en estas denuncias.
Por demás, hay errores de campaña y errores en campaña. Es más, en campaña, los errores se magnifican como todo, tirando del máximo instrumental acústico. Al menor sobresalto, decibelios. Elías Bendodo, después de que Feijoo tirase la caña al nacionalismo moderado con el respeto a las nacionalidades, quiso hablar de esa plurinacionalidad y dijo Estado plurinacional. De inmediato sonaron las alarmas, porque no es lo mismo que Estado plural de nacionalidades. Y no hay rectificación suficientemente rápida para matizar algo que ya ha entrado en las tertulias… pero de repente se cruzó Pedro Sánchez hablando de los “los piolines”. La plurinacionalidad se deshizo anecdóticamente ante la impúdica referencia comprando el lenguaje a los indepes que llevan años llamando así a los policías y guardias civiles que sirvieron a España frenando el golpe catalán de 2017, y que tuvieron que alojarse en aquel barco indecoroso porque el independentismo, ahora socio de Sánchez, vetó que se alojasen en establecimiento alguno. Tiro en el pie, se llama.
Ahora sí… ¿ahora sí?
El presidente andaluz habló de modelo de financiación (con el apoyo de Feijoo, ahora sí) y de impuestos: “Vamos a hacer una segunda bajada, y esa sí masiva, de impuestos en la próxima legislatura si los andaluces lo tienen a bien”. La BMI, o Bajada Masiva de Impuestos, fue un eslogan de 2018; y cuando Moreno dice “esa sí” es porque aquella no. La pandemia interrumpió la secuencia que se inició en los primeros presupuestos. ¿Qué hubiera ocurrido? Hasta ahí, BMI fue más bien Bajada Moderada de Impuestos. A estas alturas ya hay algo más claro: con “masiva” se refiere no al tajo sino a tocar todos los tipos impositivos posibles.
En la modalidad de “ahora sí” más difícil lo tiene el PSOE. No por el candidato actual, sino porque su partido ha estado ahí no tres años y medio sino tres décadas y media. Dice Juan Espadas que va a bajar el desempleo a la mitad, y el mensaje se estrella con décadas de fracaso; o dice en Málaga que urge el tercer hospital, quizá sin saber que el PSOE estuvo prometiendo el tercer hospital en Málaga, por boca de Manuel Chaves, Pepe Griñán y Susana Díaz, desde 2007 en cada campaña, 2008 doble, 2011 y 2011 bis, 2012, 2015 y 2015 bis, 2016, hasta 2018. Agotó la paciencia la ciudadanía.
Un “ahora sí” es siempre delicado, pero hay algunos “ahora sí” que son minas de espoleta retardada.