COVID 19: El virus proviene de la naturaleza
Por: Distel Steg.- Se ha propuesto que el virus es uno de tantos que se encontraban en la naturaleza, libres y compartido sin limitaciones entre diferentes especies animales, en las que se mantendría en equilibrio dentro de ecosistemas cerrados, hasta que la intervención humana rompió ese equilibrio y el virus pasó de su estado salvaje a tener contacto con una especie que no tenía defensas previas contra el mismo, por lo tanto, era vulnerable y susceptible a la infección.
El hospedero inicial y fundamental del virus, según los propios investigadores del Instituto de Virología de Wuhan, son los murciélagos de cara de herradura (Rhinolophus ferrumequinum) que se encuentran desde la península ibérica y Marruecos hasta Japón, incluyendo China, y desde el suroeste de Gran Bretaña hasta Crimea. Habitan entornos arbolados, zonas de bosque y matorral alto con espacios abiertos y riberas cercanas, aunque tiene la posibilidad de sobrevivir en muchos tipos de ambientes; durante el invierno utiliza refugios de predominio subterráneo (minas, túneles y cavidades de rocas con temperaturas estables), mientras que en la época de actividad se aloja en desvanes, bodegas, edificios (incluso habitados) y cavidades que no sean grietas o fisuras en rocas. Son una especie gregaria que forma colonias de hasta 900 individuos, sedentaria y con gran fidelidad por los refugios que reúnen las condiciones adecuadas para la cría e hibernación. Emite los ultrasonidos de ecolocalización por la nariz y no por la boca, en la frecuencia de los 78 kHz. Estos murciélagos son animales nocturnos. Se alimentan cazando polillas y escarabajos voladores o peloteros.
Los murciélagos son animales con un sistema inmunológico muy potente que les permite sobrevivir, sin aparentes enfermedades, con múltiples virus en su cuerpo, que no causan lesiones al propio murciélago, pero que se reproducen y mutan en su interior, estando listos y disponibles para atacar otros seres que tengan contacto con el murciélago. Estos animales no solo son portadores de los coronavirus, sino también pueden tener el virus de la rabia y los de Marburg, Nipah y Hendra, así como el del Ébola. Posiblemente la gran resistencia que tienen los murciélagos contra las infecciones por virus se deba a las modificaciones genéticas y evolutivas que desarrollaron para adquirir la capacidad del vuelo (siendo el único mamífero capaz de hacerlo), lo que causó la liberación de una serie de moléculas de ADN que, con el tiempo, fueron neutralizando los mecanismos de defensa propios del animal, a la vez que lo hacían tolerante e inmune a la infección por diferentes tipos de virus.
La teoría que indica que el ser humano invadió el hábitat natural del murciélago, exponiéndose así al contagio por el coronavirus SARS-CoV-2, es muy débil considerando que este murciélago no se encuentra aislado en lugares selváticos y remotos, por el contrario, se ubica cerca de los seres humanos, por lo que el contacto frecuente y repetido con este virus del murciélago no sería algo aislado y ocasional, sino altamente probable.
Lo anterior llevaría a que el humano tuviera exposiciones al virus con una mayor frecuencia de la que pudiera ocasionar una exposición aislada y ocasional, por lo que sufriría de múltiples microinfecciones que llevarían al desarrollo de anticuerpos y, por lo tanto, a una muy baja posibilidad de generar una pandemia como la vivida y que actualmente sigue ocasionando lesiones.
Lo anterior se puede comprobar con otra de las pandemias, la de MERS de 2004, en la que el huésped del coronavirus eran los camellos y dromedarios en el oriente medio, originando múltiples cadenas de transmisión autocontroladas, hasta que desembocó en una de mayor intensidad y severidad, con una mortalidad de hasta un 30%, pero que solo afectó a unas 2500 personas en todo el mundo.
Otra teoría para el origen natural de la pandemia es que las costumbres culinarias chinas incluían la ingesta de murciélagos, especialmente para la preparación de sopas. Sin embargo, considerando la fragilidad del virus en el ambiente y, especialmente, en preparaciones de alimentos, no es posible considerar que el virus tuviese la capacidad infectiva luego de que su hospedero hubiese sido cocinado.
Se puede argüir que el proceso de contaminación se presentaba durante la preparación de los alimentos, pero las primeras personas afectadas no eran cocineros ni otro personal encargado del sacrificio y preparación de comidas.
Además, las propias autoridades chinas se encargaron de eliminar esta hipótesis, asegurando que los murciélagos no se vendían para su consumo humano en el mercado y que las costumbres culinarias de la ciudad de Wuhan no incluían el cocinar los murciélagos.
Por otro lado, el coronavirus causante del COVID-19 ha sido aislado de gran cantidad de animales, tanto domésticos como salvajes, como, por ejemplo; perros, gatos, cerdos, vacas, aves, roedores, murciélagos, camellos, etc. En los seres humanos la infección por coronavirus es muy frecuente siendo el origen, por lo general, de enfermedades leves o moderadas del tracto respiratorio superior, conjuntivitis o trastornos gastrointestinales. Se calcula que los coronavirus humanos son responsables de hasta un 40% de los resfriados o catarro común y de los trastornos digestivos leves (la mal llamada “gripe intestinal”).
Se cree que los coronavirus son responsables de un porcentaje significativo de todos los resfriados comunes en personas adultas y niños, los cuales pueden presentarse con síntomas importantes, por ejemplo, fiebre, inflamación de las adenoides de la garganta, causar neumonía y bronquitis, ya sea por una infección viral directa o una bronquitis o neumonía bacteriana secundarias. Sin embargo, el SARS-CoV-2 que causa el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), tiene una patogénesis única porque causa infecciones de las vías respiratorias tanto superiores como inferiores. Su acción se da principalmente en las temporadas de invierno y primavera temprana.
Desde 2003 se han descrito otros coronavirus de origen animal que han infectado al ser humano causando síndromes respiratorios como bronquitis, bronquiolitis, neumonía. Estos son los virus SARS (síndrome respiratorio agudo grave) y MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio). Hasta la fecha se han registrado treinta y nueve especies de coronavirus, algunas de cuyas cepas no habían sido identificadas previamente en humanos. Estos virus llevan causando infecciones a los seres humanos desde antes del 3300 a.C. y el factor común para todos ellos es su presencia en seres de sangre caliente, particularmente de los murciélagos y pájaros.
Resumiendo, tanto los murciélagos supuestamente responsables de la transmisión del virus, como los propios coronavirus, se encuentran en contacto frecuente con los seres humanos, con lo que hemos tenido tiempo de desarrollar mecanismos inmunitarios de defensa que controlen los virus salvajes (lo que no sería cierto si el virus hubiese mutado, natural o artificialmente) y eviten las pandemias.
Por lo tanto, suponer que el virus se encontraba en la naturaleza incubándose dentro de los murciélagos y que un contacto accidental con el ser humano (ya fuese en los propios bosques o en el mercado) fue el origen de la pandemia, específicamente en la ciudad china de Wuhan, existiendo otros muchos lugares en Europa y Asia para que existiese dicho contacto, generando la pandemia, implica suponer demasiado.
Aunque no se ha logrado averiguar el reservorio específico, se han propuesto diversas posibilidades además de los murciélagos, entre ellas serpientes o pangolines: el 22 de enero de 2020, el Journal of Medical Virology publicó un informe con el análisis genómico del virus, que refleja que las serpientes de la zona de Wuhan, infectadas con el virus por murciélagos, son el reservorio más probable del virus. Un informe preliminar sobre un estudio de investigadores chinos postulaba a los pangolines salvajes como posibles intermediarios del Sars-CoV-2, cuya captura y venta es ilegal en China, aunque se trafica con ellos de forma clandestina, pero los resultados finales concluyeron que los metagenomas del virus encontrado en estos y los del ser humano eran similares solo en un 90 por ciento, por lo que fue descartado. Los análisis genéticos demostraron que el virus MERS estaba estrechamente relacionado con otros coronavirus aislados de murciélagos y que, aunque era distinto del SARS, pertenecían ambos al mismo género de beta-coronavirus. El MERS se aisló de los camellos arábigos o dromedarios, por lo que el origen de la infección fueron estos animales.
En conclusión, los coronavirus han sido patógenos humanos desde hace mucho tiempo, considerándose del tipo de zoonosis, en las que el hospedero inicial es un animal a partir del cual el germen se transmite a los seres humanos. Ha habido varias epidemias por estos coronavirus, siendo la actual por el SARS-CoV-2 la más importante por la facilidad de transmisión, su extensión mundial y porque el virus causa no solo enfermedades de las vías respiratorias, sino que se extiende a múltiples tejidos del cuerpo humano, originando complicaciones clínicas que son más severas que con los virus previos, con altas tasas de infección y mortalidad entre infectados, especialmente hombres, ancianos y personas con enfermedades previas.
Sin embargo, las posibilidades de que un virus “salvaje” haya mutado repentinamente en una forma infecciosa desconocida por el ser humano y para el que no existían suficientes mecanismos inmunológicos naturales de control es extremadamente remota.
Basado en el libro COVID-19 – CÓMO UTILIZAR POLÍTICAMENTE UNA PANDEMIA por Distel Steg. https://www.amazon.es/dp/1914576500?ref_=pe_3052080_397514860