El Papa Francisco convoca una cumbre de cardenales y cancela todos sus viajes: ¿Llega la renuncia?
Los rumores que hasta hace una semana parecían teorías conspirativas sin fundamentos empiezan a encontrar sustento. El Papa Francisco, canceló su gira por África y el resto de sus viajes al exterior, y convocó una inusual cumbre de cardenales en el Vaticano.
Fuentes cercanas al Sumo Pontífice aseguran que su cuerpo ya no le responde, especialmente una rodilla que sin inflitraciones prácticamente no la puede usar. Puertas adentro, Bergoglio y los cardenles se preguntan si le sirve a la Iglesia un Papa que no se pueda mover ni viajar por el mundo.
Así, a sus 85 años, Francisco convocó un consistorio para nombrar nuevos cardenales en agosto, un mes de vacaciones en el Vaticano, y se especula que su renuncia podría ser informada poco después de ello.
El Vaticano dijo que el único viaje que Francisco no suspendió fue su visita a la localidad italiana de L’Aquila, donde visitará la tumba de Celestino V, un claro mensaje sobre su futuro dado que se trata del primer Papa que renunció voluntariamente al papado, en el siglo XIII.
San Celestino V, nombre de nacimiento Pietro del Morrone, renunció a su función el mismo año de su elección, en 1294. El religioso había sido ermitaño hasta su nombramiento como Sumo Pontífice, y se encontró con un Vaticano dividido y en guerra interna, una situación parecida a la que llevó a la renuncia de Benedicto XVI, el único otro Papa que hasta la fecha renunció voluntariamente al máximo cargo.
De renunciar, Francisco sería el tercer que lo hace, pero el primero que lo hace por cuestiones reales de salud. En su entorno aseguran que de la cabeza, Bergoglio se mantiene “10 puntos”, pero que su situación física se encuentra muy deteriorada.
El consistorio extraordinario se llevará a cabo el 27 de agosto para crear 21 nuevos cardenales, 16 de los cuales tendrán menos de 80 años, por lo que tendrán voto para elegir al sucesor de Francisco en un futuro cónclave.
Con esto, Francisco se asegura buenas posibilidades que su sucesor sea un reformista como él, y le garanticen que sus reformas permanezcan intactas. Desde que se convirtió en Papa en 2013, el argentino nombró 83 cardenales, muchas veces presionando a los incumbentes para que den un paso al costado y no peleen su reemplazo.
Su objetivo en el Vaticano siempre fue contrarrestar la influencia históricamente dominante de las iglesias europeas, que suelen tener valores más conservadores. Por el contrario, Francisco buscó darle preponderancia a las iglesias latinoamericanas.
Con este anuncio, el Papa espera elevar el número de cardenales electores a 133. Actualmente este número se encuentra especialmente bajo, en 117, cuando tradicionalmente siempre se intentó que sea de al menos 120.
Entre los nuevos cardenales que podrán elegir al sucesor de Francisco están Leonardo Ulrich Steiner, el arzobispo de Manaus; Paulo Cezar Costa, arzobispo de Brasilia; el paraguayo Adalberto Martínez Flores, arzobispo de Asunción, y el colombiano Jorge Enrique Carvajal, arzobispo emérito de Cartagena, todos reformistas como él.
En 2014, un año después de ser elegido, Francisco dijo a la prensa que si su salud le impedía desempeñar sus funciones, también consideraría renunciar. Benedicto XVI “abrió una puerta, la puerta a los papas jubilados”, dijo entonces el pontífice argentino.
Sin embargo, la mentalidad reformista de Bergoglio le impide renunciar en estos momentos, ya que su legado puede ser tirado a la basura si no actúa acorde a un meticuloso plan para evitar que vuelvan los conservadores al poder.
La situación es compleja, e incluso un grupo de canonistas conservadores argumentan que dada la extraña metodología empleada por Benedicto XVI para renunciar, se podría pedir la nulidad de su pontificado, esto es, declarar nulas todas sus encíclicas, documentos y nombramientos cardenalicios.
Esto Francisco lo sabe y por eso no quiere renunciar intempestivamente, aunque acorde a sus propios dichos debería. El Papa argentino es riguroso en su accionar y no dejará ninguna piedra sin levantar hasta lograr que su legado esté blindado por varias generaciones.