Cómo se fraguó el derecho al aborto en Estados Unidos
Magdalena del Amo.- Que la Corte Suprema de Estados Unidos revoque el derecho al aborto, en principio es una buena noticia, pero no creo que tenga mucho recorrido, ya que cada Estado tendrá la facultad de legislar al respecto; más bien parece la provocación de un enfrentamiento entre antividas y providas; una cortina de humo, quizá para enmascarar otros problemas, entre ellos, los preparativos de un nuevo ataque pandémico. El enfrentamiento casi nunca es casual y suele ser siempre rentable a los manipuladores. No obstante es una noticia que nos pone en bandeja la oportunidad de hacer el bien, ayudando a crear conciencia.
También es una buena noticia, a la vez que un espectáculo gratificante, que miles de personas se manifiesten en Madrid y otras provincias en defensa del derecho a la vida. Invito a cada uno de ellos a mantener firme su lucha en el día a día y a no perder oportunidad de expresar la atrocidad del aborto.
El 1973 fue un año fatídico en la historia del mundo. El Tribunal Supremo de los Estados Unidos a través de los fallos “Roe v. Wade” y “Doe v. Bolton” legalizó el aborto en ese país, eliminando todas las restricciones anteriores impuestas por los 50 estados de la Unión. Fue una fecha fatídica porque supuso el inicio del cambio de mentalidad que habían de experimentar las sociedades de los países “civilizados” del mundo. Fue la primera piedra del gran edificio de la Multinacional de la Muerte, y pronto se establecerían sucursales en el resto de los países. Hay que decir que –como casi todo lo relacionado con la promulgación de leyes antivida en las diferentes naciones—, los datos están plagados de falsedades, tergiversaciones y mentiras. Gracias a eso, el aborto es legal en prácticamente todo el mundo, y donde no lo es, se emplean mil triquiñuelas para burlar la ley.
El hito que supusieron estos dos casos nos obliga a hacer un breve relato de los dos casos citados:
En 1970, la camarera de Texas Norma McCorvey, conocida en el caso como “Jane Roe”, alegó estar embarazada porque había sido violada por un grupo de pandilleros (una de las manadas de hoy). Dos abogadas recién licenciadas llamadas Sarah Weddington y Linda Coffee, le aconsejaron que abortara, pero mientras se litigaba de juzgado en juzgado hasta llegar al Supremo, dio a luz a una niña que fue dada en adopción.
El fiscal del caso fue Henry Wade, representando al estado de Texas. La decisión del tribunal fue histórica y aún hoy sigue levantando polémica. Según el fallo, la mayoría de las leyes que restringían el aborto en Estados Unidos violaban el derecho constitucional a la privacidad bajo la cláusula del ´debido proceso`, según una enmienda de la Constitución. Es decir, el aborto debía ser permitido a la mujer, por cualquier razón, hasta el momento en que el feto fuese viable, o capaz de vivir fuera del útero, aun por medios artificiales. Cuando se falló la sentencia, la viabilidad se situaba en las 28 semanas de gestación. En la actualidad, los avances de la ciencia médica hacen posible que el feto pueda sobrevivir a las 22 semanas. Pero, aun si el feto ha alcanzado el grado de viable –dice la sentencia— siempre se podrá solicitar el aborto para preservar la salud de la madre [1]. Esta decisión obligó a cambiar todas las leyes que restringían o prohibían el aborto en los diferentes Estados, y que eran contrarias al fallo emitido.
Unos años después, Jane Roe confesó que la historia de los pandilleros era falsa, que no había sido violada y que había amado al hombre que la había dejado embarazada; pero el mal ya estaba hecho; la maquinaria estaba en marcha y era imparable.
En el transcurso de una conferencia en el Instituto de Ética de la Educación, en Oklahoma, la abogada de McCorvey, Sarah Weddington, confesó que había defendido los falsos cargos de violación de la camarera y así lo expresó: “Mi conducta pudo no haber sido totalmente ética. Pero lo hice porque creí que había buenas razones para ello”.
Conviene resaltar que los fondos para estos procesos fueron aportados por la revista Playboy. El fundador de la revista, Hugo Heffner, declaró al Miami Herald en su día: “Probablemente Playboy estuvo más involucrada en el caso Roe v. Wade que cualquier otra compañía” [2].
Los denominados abortos tardíos se realizan en el último trimestre gracias a esta sentencia y a la del caso Doe v. Bolton que dio un paso más, legalizando el aborto a petición durante los nueve meses de embarazo. Otro caso basado en mentiras y falsedades.
La protagonista del caso es Sandra Cano, una joven madre de tres hijos que tramitaba el divorcio de su marido, en prisión por un delito de abuso de menores. Los servicios sociales les habían retirado a sus hijos y, para empeorar más la situación, estaba embarazada. Su desesperación la llevó a pedir ayuda a Legal Aid Services (servicios de ayuda legal). Le aconsejaron que abortara pero, como en el caso anterior, antes de que se produjera la resolución judicial nació el bebé y fue dado en adopción.
La sentencia fue favorable, pero cuando supo que las mentiras urdidas y planeadas por sus abogados para presionar en la legalización del aborto a petición, manifestó: “… cómo podía imaginarme un plan tan grotesco que tuviera como fin permitir que las personas de una sociedad civilizada mataran a sus hijos […] En verdad, nunca pensé que ellos usarían mis angustias personales por recuperar a mis hijos para su plan de legalizar el aborto a petición”.
Estos dos casos fueron un ejemplo a seguir por los tribunales de justicia del mundo “civilizado”. Pero los proabortistas no se quedaron conformes y han seguido presionando. En los últimos años, en EE.UU. se derogó una ley que obligaba a los aborteros a salvar la vida del niño si este nacía vivo. (Ahora procuran que no nazca con vida y si esto ocurre lo dejan morir). También se invalidó un estatuto que requería el consentimiento del marido para abortar. Se derogó asimismo otro estatuto que requería el consentimiento de los padres para el aborto, en el caso de que la chica fuese menor, y otro que obligaba a los abortistas a informar sobre los riesgos del aborto, así como de alternativas al mismo.
La presión de los proabortistas al respecto es vergonzosa. Su modus operandi es la manipulación de los datos de acuerdo a sus intereses ideológicos. En cambio, las noticias favorables a los movimientos provida nunca son resaltadas. Por ejemplo, unos años después, dos de los jueces que habían jugado un importante papel en la legalización del aborto declararon que la Corte Suprema “se había excedido en su función al aprobar el aborto”. Sin embargo, esta noticia no fue publicada en ningún medio de comunicación importante de EE.UU., a pesar de su relevancia. Siguiendo la misma dinámica antivida, se silencian sistemáticamente los casos de muertes de mujeres por aborto provocado, los estudios publicados sobre el síndrome post aborto, las declaraciones públicas de médicos provida, o cualquier noticia que pudiera contribuir a un despertar social. Los movimientos provida son utilizados cuando interesa hacerlos aparecer ante la sociedad como grupos fundamentalistas anclados en el pasado, en contra de los derechos de la mujer. Lo peor de todo es que, gracias a la ingeniería verbal de los proabortistas, la metástasis antivida ha infestado el tejido social de manera alarmante.
Norma McCorvey trabaja en un grupo provida desde 1995 y ha intentado en varias ocasiones reabrir su caso sin ningún resultado.