Con la muerte de la reina Isabel II, peligra el poder político de la monarquía
Oriana Rivas.- La reina Isabel II tuvo el reinado más largo de la historia británica. Asumió en 1952, a sus 25 años, como máxima figura política de Reino Unido y otros reinos de la Mancomunidad de Naciones. Este 8 de septiembre de 2022 falleció. Por ende, su hijo Carlos III (nombre que eligió para gobernar luego de ostentar el título de príncipe Carlos de Gales) asumirá el trono.
Fueron 70 años de reinado y un legado político y diplomático que quizás podría perderse en el tiempo. El motivo es que desde hace varias décadas, países que tenían a la monarca de Reino Unido como jefe de Estado, están presionando para convertirse en repúblicas.
Es decir, con la muerte de la reina Isabel II no solo cambiará la moneda británica con el retrato del nuevo rey o el uniforme del ejército. También podría hacerlo el mapa político mundial como hoy se le conoce, por la autoridad de la familia real británica con las monarquías que dirige.
Uno de los países que más ha debatido la posibilidad de independizarse en su totalidad de la Corona es Australia. En 1999 se llevó a cabo un referendo, pero aquella consulta fracasó. El «no» fue rotundo. En 2016, cuando el país celebraba su Día Nacional, se divulgó un manifiesto que pedía el fin de la monarquía sobre su gobierno. No se ha escuchado desde entonces mayor reclamo. Pero el entonces primer ministro, Malcolm Turnbull, asomó que tras la muerte de la reina Isabel II se podía barajar de nuevo esa posibilidad.
Escocia, como parte del Reino Unido, es otro que presiona por su independencia. La actual primera ministro, Nicola Sturgeon, propuso el 19 de octubre de 2023 para llevar acabo un referendo sobre este tema.
Breve historia de la Mancomunidad
La reina Isabel II también era monarca de los 15 reinos de la Mancomunidad. La lista incluye —además de Reino Unido— a Antigua y Barbuda, Granada, Belice, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Bahamas, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, San Vicente y las Granadinas, Islas Salomón, Tuvalu y Santa Lucía.
Estos también forma parte de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth of Nations), fundada en 1926. Está compuesta por 54 países con lazos históricamente estrechos con Reino Unido. De ese total, 34 son repúblicas, 15 reconocen a la corona británica y cinco tienen otros reyes.
Pero entonces, con la muerte de la reina Isabel II no solo habrá un cambio de mando. También podría cambiar esa configuración política de hace casi un siglo, a pesar de que Isabel II era más una figura protocolar. Esto ocurriría en un contexto mundial complicado con una guerra desarrollándose en Europa del este por decisión de Rusia o con China e Irán abarcando cada vez más poder en ambos hemisferios.
Barbados fue uno de los países que decidió apartarse recientemente de la reina Isabel. Ocurrió en noviembre del año pasado. En paralelo, otros de los 15 reinos de la Mancomunidad iniciaron trámites o anunciaron su intención de deslindarse de la jefatura de Estado de Reino Unido. Tal como apuntó un artículo de BBC, Jamaica creó un comité para supervisar el proceso de cambio constitucional, en Granada cobra fuerza el pedido de referendo y Belice «ha reservado fondos en su presupuesto para una comisión preliminar». No hay que olvidar tampoco la disputa que se mantiene con Argentina sobre las Islas Malvinas.
El desafío de Carlos III
La reina Isabel II se ganó la simpatía del mundo tras siete décadas al frente de la Corona británica. Ella vio pasar a más de 12 primeros ministros de Reino Unido, incluyendo a Liz Truss, a quien recibió hace apenas un par de días al asumir el cargo, así como a siete papas. También fue una figura estratégica frente a otros mandatarios del mundo.
A sus 73 años, Carlos III deberá llenar ese espacio en un contexto mundial convulsionado. Además, que varios reinos de la Mancomunidad estén tramitando su independencia plena podría terminar debilitando a la Corona.
Por ley, ya se convirtió en rey. Solo falta el reconocimiento formal del Consejo de Adhesión y la posterior coronación. El puesto como jefe de la Commonwealth no es hereditario, pero en 2018 los distintos gobernantes autorizaron el pedido de la reina para que así fuera. Sin embargo, varios exigen que el mando sea rotativo, lo cual potenciará, sin lugar a dudas, la muerte de la reina Isabel II.