Hoy los medios de comunicación globalistas y los gobiernos esclavos europeos braman y lloran; unos escupen basura mediática y otros amenazan con recortes y paralizaciones de los fondos europeos italianos, a la húngara, mostrando así, su desprecio a la democracia y a la voluntad popular.

La democracia para el globalismo, sólo existe y es una fiesta siempre que los gobiernos resultantes muestren orgullosos el pin globalista en sus pechos, siempre que los planes maestros de invasión cultural y mestizaje genético no peligren.

El nuevo fascismo europeo es aquel que encierra a sus ciudadanos en casa durante meses, que obliga de forma directa e indirecta a inocularse un experimento genético. Se trata de un fascismo supremacista donde la genética africana se prima y subvenciona frente a la autóctona europea.

Un fascismo religioso, que elimina la cruz de los colegios, mientras que instalan madrasas en muchas ciudades. No podemos olvidar el fascismo sexual que impera en Europa, tales como las violaciones en manada que se olvidan, ya que son sus costumbres. O el acoso y derribo a la heterosexualidad,  a la familia tradicional, la sexualización de la infancia y la promoción de la pedofilia a nivel ministerial.

No cabe duda que vivimos en una Europa fascista: la Europa globalista, la de la agenda 2030.

De momento, Italia Hungría y Polonia han despertado. El camino está abierto. ¡Muerte al fascismo!