Hiena, la mascota de elles
Juan Mariano Pérez Abad.- La hiena moteada es un loable animal, pero ha sido víctima de una discriminación secular por el cazador opresor, que ni para el taxidermista nunca la quiso.
Ellos la criticaban por su escasa belleza, pero para gustos colores y su imagen distinta, al progresista le resulta admirable como monumento a la diversidad. Es como el humano de pelo morado, chupa negra de clavos, tatuaje integral y piercing de moco, de baba y de ombligo, cuya belleza singular se ve incomprendida por fachas y retrógrados. Y cuando habla ¡siempre de risas! repartiendo felicidad incluso entre las presas a las que va a devorar. Cívica y cabal, master en reciclaje, limpiando carroña en la selva se gana un espacio de honor en el ecosistema.
Pero lo más característico de la hiena, lo que la convierte en un mamífero único y peculiar, es su compleja sexualidad femenina.
Entre las hienas, la hembra es la que manda. Está tan empoderada que tiene un clítoris tan grande o mayor que el pene del macho y, en lugar de los labios mayores, un escroto sin testículos, pero con un par de cojones.
Para evitar que la violen, tiene una vagina sin otra salida al exterior que por ese clítoris peneano. Para penetrarla, el macho debe enhebrarla como a ojo de aguja para poder copular y eso sería imposible sin su consentimiento explícito. Esto les cuesta que más de la mitad de cachorros se les mueran del parto, pero eso da igual, su preocupación no es parir ¡es mandar!
Hembras medio lesbianas que cruzan sus clitopenes para marcar jerarquía y socializar entre ellas. Machos sumisos que copulan en igualdad con ejemplares semejantes a ellos y que nunca sabrán si esta vez les van a dar o darán. Y lo más admirable de todo: a pesar de este embrollo, la especie es sostenible.
¡Encaja perfecto! Es como si la naturaleza hubiera tenido previsto el Ministerio que actualmente ocupa le ministre Irene Montero. A elle, a les LGTBI, a les feministes de género, a les adoctrinadores sexuales de niñes en las escuelas, a todos ellos, desde hace milenios, la Madre Naturaleza les tenía preparado en regalo una mascota perfecta: ¡LA HIENA!