Cuando Lula pedía el voto para Maduro, responsable de la miseria que sufre hoy el pueblo venezolano
En abril de 2013, Luis Inázio Lula da Silva ya no era presidente de Brasil, pero seguía siendo un “referente” de la izquierda hispanoamericana que había fraguado tras de sí la idea de haber enderezado económicamente al gigante sudamericano para ponerlo a jugar en grande en los escenarios mundiales, sin disparar ni un solo tiro.
La leyenda de un revolucionario pacifista -acaso un socialdemócrata- que era capaz de generar desarrollo en un país de la siempre sufrida América hispana, le resultó atractiva a mucha gente.
En aquel momento, y viviendo del cuento, Lula empleó su influencia internacional para apuntalar a un para entonces personaje secundario que había sido elegido como testamentario del «legado» de Hugo Chávez Frías en medio de su agonía final, y que eventualmente quedaría a la cabeza de la maquinaria chavista en los años por venir: Nicolás Maduro.
Así, el expresidente brasileño no tuvo empacho en pedirle a los venezolanos el voto para un Maduro que años después se convertiría en el azote de un pueblo entero, causando persecución, tortura, exilio y muerte, además de haber sido el autor principal de la peor crisis económica que se ha desatado en Hispanoamérica al menos en los últimos 20 años.
“En los 8 años que fui presidente de Brasil tuve la oportunidad de convivir con Nicolás Maduro, entonces ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela. Maduro se destacó brillantemente en la lucha por proyectar a Venezuela en el mundo y en la construcción de una América Latina más democrática y solidaria. Jugó un papel decisivo en la formación de la UNASUR y la CELAC”, arranca diciendo el exmandatario condenado por corrupción en su vídeo a favor del tirano venezolano.
Durante estos casi 10 años Maduro se ha destacado precisamente por dinamitar los puentes con los organismos democráticos de la región, empezando por la Organización de Estados Americanos (OEA), al tiempo que ha alentado decididamente las agendas criminales del Foro de Sao Paulo, la Cuba castrista y la Nicaragua de Ortega, así como de los grupos terroristas Ejército de Liberación Nacional (ELN) y Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En lo referente a “proyectar a Venezuela en el mundo”, las palabras de Lula definitivamente tuvieron un carácter profético: hoy por hoy el chavismo con Maduro al frente, es reconocido por haber creado una crisis migratoria que se cifra en torno a los 7 millones de venezolanos expulsados de su país de origen, figurando como una tragedia humanitaria inédita en toda la historia de la nación sudamericana.
Pero hay más. En aquella oportunidad el líder del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil también quiso dejar en claro que Chávez y Maduro venían de la misma fábrica: “Chávez y Maduro tuvieron las mismas concepciones en relación a los desafíos que Venezuela tenía por delante, en defensa de los más pobres. La gran obra de Chávez fue transformar a Venezuela en un país más justo realizando un masivo proceso de transferencia de la renta petrolera en provecho de los estratos más sufridos de la sociedad”.
El modelo de transferencia de la renta del que habla Lula terminó siendo el caldo de cultivo sobre el que Maduro edificó el infame sistema de distribución de bolsas de comida racionada, a través de los llamados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), con miras a controlar a la población a través del hambre.
Renta petrolera que además ha sufrido ostensibles golpes durante los últimos años, debido al proceso de quiebra paulatina al que ha sometido el chavismo a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Al día de hoy PDVSA está en mínimos históricos de producción, generando un poco menos de un millón de barriles de petróleo diarios.
El mismo Lula que usó su ficticio prestigio personal para apuntalar a Maduro en aquella ocasión, años después perdería su aura de inmaculado izquierdista eficiente. El destape de los casos de corrupción en Petrobras, el “Lava Jato” y Odebrecht mostraron su verdadera cara, acaso la misma que tenía Maduro y que el exmandatario brasileño deliberadamente pretendía ocultar entre halagos en aquel video cómplice.
(Gaceta)