Oda a un alcalde excelente (Don Francisco de la Torre Prados)
Sin pájaros de altura,
hay hombres que se espejan con la luna;
remarcan su figura,
y en su designio, alguna
señal muestran, augurio de fortuna.
Sin ansias de poder,
hay hombres que destacan en su oficio;
edad de atardecer,
apuran su ejercicio,
sabiendo a quienes prestan su servicio.
Su Torre a cielo raso
ondea la bandera de humildad,
mostrada paso a paso,
con tanta habilidad
que hace de Málaga una gran ciudad.
Sencillo como un santo,
avezado, quemándose en su sueño
gobierna, mientras tanto
crea en lo malagueño
silueta de arte, luz y de diseño.
Su corazón anida
entre el inmenso azul de mar y cielo
y no da por perdida
batalla en algún duelo:
demuestra así su ingenio y su desvelo.
Oda este confesante
escribe por estar agradecido;
conoce al gobernante
por su quehacer cumplido,
deseando goce un tiempo florecido.