El jesuita que desafía al Papa Francisco: “No quiere entender qué es el islam”
El Papa Francisco concluyó este domingo su visita a Bahrein, un periplo marcado por su condena de la pena capital y su enésima llamada al diálogo interreligioso. «He venido hasta vosotros como creyente en Dios, hermano y peregrino de la paz», manifestó el Pontífice. Un abrazo al islam que el argentino lleva ya años predicando, pese a las dudas que suscita en algunos sectores de la iglesia católica.
Entre los más escépticos se cuenta Henri Boulad, un jesuita egipcio de 90 años que ha llegado incluso a escribirle una dura carta al Santo Padre. “Nuestro diálogo con los musulmanes se ha estancado en compromisos y malentendidos. Necesitamos imperativamente cambiar el rumbo. ¿Tendremos el valor de hacerlo? Es una cuestión de vida o de muerte, tanto para el cristianismo como para la civilización occidental. El tiempo no está para la ambigüedad ni para la especulación. Estamos en una encrucijada y toda complacencia frente a lo inaceptable es una traición”, escribe el religioso.
La misiva, fechada en la ciudad mediterránea de Alejandría en 2016, ha ido llegando al Papa por diferentes manos, todas ellas pertenecientes a la curia católica. Sin embargo, hasta la fecha no ha obtenido respuesta. “No he recibido nada en absoluto. Le envié primero la carta en francés y posteriormente una traducción en español. Ambas fueron entregadas personalmente al Papa. La ausencia de respuesta significa que no quiere hablar. ¿Qué se puede esperar de él? Para mí, es ya un caso perdido. El Papa cree en este tipo de diálogo que desde el Concilio Vaticano II no ha dado ningún resultado”, explica Boulad en conversación con El Independiente.
“Siempre es lo mismo. El Papa y los líderes musulmanes sonríen y firman cualquier cosa y nada cambia. Este supuesto diálogo no da sus frutos. En realidad, es un diálogo muerto entre dos personas completamente sordas”, opina Boulad al referirse al Pontífice y Ahmed el Tayeb, el líder de Al Azhar, una institución con sede en El Cairo que presume de ser el faro del islam en el mundo. Su relevancia entre los musulmanes, sin embargo, se halla gravemente herido por los posicionamientos políticos de El Tayeb y su apoyo a acontecimientos como la asonada militar en Egipto. “Ninguno de los dos van a cambiar sus posiciones y todos estamos perdiendo el tiempo”, agrega.
Dardos contra Al Azhar
Boulad no se anda con correcciones políticas. El Tayeb, que ha establecido una estrecha relación con el Papa desde su encuentro en El Cairo hace un lustro y con quien Francisco ha vuelto a reunirse durante su visita a Bahrein esta pasada semana, es, a su juicio, “un mentiroso”. “No confío en él en absoluto. Ni siquiera es capaz de dialogar con el presidente egipcio Abdelfatah al Sisi”, indica el jesuita. Las llamadas a la reforma del discurso musulmán, en mitad del auge de los grupos yihadistas, han sido constantes en los últimos años, pero sin ningún avance real y práctico.
“Frente a la violencia cometida en nombre del islam, es demasiado fácil para los musulmanes moderados tomar distancia y afirmar de manera ciega y peligrosa que ‘todo esto no tienen nada que ver con el islam’. Hay que tener el valor y la honestidad de reconocer que aquellos que actúan de esta manera se apoyan en los textos fundadores de su religión”, replica Boulad. “En esto, la institución del Al Azhar, la mayor referencia del islam suní ortodoxo, es más honesta al negarse a condenar a la organización del Estado Islámico”, desliza el religioso egipcio. “ Es una institución que promociona la intolerancia y muchos intelectuales musulmanes lo han denunciado exhibiendo los manuales y sus modelos de enseñanza. Educan en el asesinato de los vecinos cristianos”, manifiesta.
Desde Bahrein, durante su visita de cuatro días, el Papa instó a los líderes islámicos a fomentar la reconciliación para evitar divisiones y conflictos en las comunidades musulmanas, con el extremismo como principal expresión. “Que la paz descienda y permanezca sobre vosotros, que deseáis difundir la paz inculcando en el corazón de las personas los valores del respeto, la tolerancia y la moderación; sobre vosotros, que tratáis de fomentar las relaciones amistosas, el respeto mutuo y la confianza con quienes, como yo, son seguidores de una tradición religiosa diferente; sobre vosotros, que os esforzáis por proporcionar a los jóvenes una educación moral e intelectual que se oponga a toda forma de odio e intolerancia”, suplicó el Santo Padre.
Unas declaraciones que Boulad considera insuficientes. “Es que no quiere comprender qué es el islam. Ese es el principal problema y no es serio. El Papa tiene sus ideas pero se niega a escuchar a los que conocen la situación real. ¿Cómo puede Francisco hablar de diálogo si no quiere dialogar conmigo?”, se interroga el jesuita, muy crítico con la emigración hacia Europa y con posiciones políticas cercanas a Viktor Orbán, el eurófobo y ultraconservador primer ministro de Hungría que le ha llegado a conceder la nacionalidad.
El egipcio que discute en público la estrategia de El Vaticano denucia “la doctrina de conquista y guerra del islam”. “El hecho de que el llamado a la oración y la invitación al asesinato sean los dos precedidos de la misma invocación Allah-ou akbar, -Alá es grande-, es particularmente elocuente”, escribe quien subraya la precaria situación de los cristianos de Oriente, “hoy reducidos a unas pequeñas minorías a causa de las persecuciones sufridas durante siglos”.
“Esos cristianos tienen otra manera de ver las cosas diferente a la de algunos de los especialistas de un dialogo islamo-cristiano que pecan de una inocencia angustiante. Muchos de entre ellos tienen solo un conocimiento académico del islam, muchas veces falsificado y complaciente. Estos ‘expertos’ están mucho menos posicionados que la mayoría de los cristianos de Oriente Medio que viven el islam en su carne y lo conocen desde dentro. Sin este tipo de conocimiento, se corre el riesgo de perder de vista el fondo de la doctrina coránica, que explica el evidente fracaso del diálogo islamo-cristiano”, esboza Boulad.
«El islam no puede ser reformado»
“Reconozco que por todo esto soy muy escéptico y pesimista. El Papa debería apoyar a los cristianos orientales, que llevan sobre sus espaldas siglos de supervivencia”, recalca quien admite estar cercano a las declaraciones sobre el islam de Benedicto XVI, que en 2006 parafraseó un discurso de un viejo emperador bizantino que provocó un terremoto en la comunidad musulmana. “Muéstrame qué ha traído Mahoma que fuera nuevo, y allí sólo encontrarás cosas malignas e inhumanas, tales como su orden de extender mediante la espada la fe que él predicaba”, declaró entonces el actual Papa emérito.
“La única solución que veo es hablar con quienes conocen de primera mano el islam. Antes que ningún diálogo interreligioso, debería hablar del diálogo entre los cristianos. ¿Está dispuesto el Papa a hacerlo?”, desafía Boulad, que se declara “islamófobo pero no musulmanófobo”. “En un texto que publiqué bajo el título ‘Yo acuso al islam’ me centro en la religión, no en sus fieles. La mayoría de los musulmanes son gente buena y tolerante y tengo buenos amigos musulmanes. Yo acuso al islam porque representa un sistema fascista. Se puede odiar al nazismo y no a los nazis del mismo modo que Jesús despreciaba la maldad pero no a los malos”, comenta.
El jesuita considera que “el islam no puede ser reformado”. “El islam eligió su camino en el siglo IX d.C. al elegir entre dos formas opuestas, las que representaban las ciudades de La Meca y Medina. El de La Meca es un islam espiritual, abierto y tolerante mientras que el de Medina es un sistema político fascista. Los ulemas acordaron que prevaleciese el de Medina”, señala Boulad.
“La segunda decisión fue establecer que el Corán viene directamente desde el cielo. A diferencia de la Biblia, un libro inspirado, el Corán es una obra celestial y secreta cuya traducción del árabe estuvo prohibida durante siglos porque se entendía como una suerte de acomodación a los tiempos modernos. La tercera decisión fue fijar que cualquier pensamiento crítico está vetado. Las medidas tomadas entonces son definitivas y no pueden ser revertidas. Venció el islam rigorista e intolerante”, reflexiona. Es, dice, un credo a “atrapado en su propia trampa”. “¿Puede adaptarse el islam a la modernidad sin traicionarse a sí mismo? Si alguno de sus ulemas adoptara la decisión de afirmar públicamente que la lectura literal del Corán no resulta lícita estaría cuestionando las fundaciones del islam y dejaría de ser musulmán”, responde.
(El Independiente)