De las múltiples cualidades del ser humano: integridad, honestidad, la caridad bien entendida, el respeto, la familiaridad, hay una que a mí entender sobresale de entre las demás y es el sacrificio, del que tenemos la máxima expresión posible en nuestro Señor Jesús Cristo, que dio su vida para salvarnos a todos del pecado original. Hay otros sacrificios menos gloriosos pero bonitos y engrandecedores para quien los realiza,. Ese padre que reparte gustoso el último bollo de pan entre sus hijos y se va a la cama con su estómago vacío, o ese niño que regala su juguete más preciado a aquel que sabe no tiene ninguno.

Recuerdo un amigo que me confesó que había pagado la pensión de alimentos de sus dos hijas y llevaba 2 días dejando fiado en el bar, su única comida, el desayuno.