La necesidad de contener al Leviatán
Leonard Quinde.- En el liberalismo no existe un consenso absoluto sobre el rol que deben tener los Estados, pero digamos que la viabilidad política y social “obligan” a que en el corto plazo debe existir cierto financiamiento público en salud, educación, infraestructura común, seguridad y justicia. Todos estos servicios deben pagarse de alguna forma y de allí nace la “necesidad” de los impuestos, es por ello que usualmente de forma equivocada se dice que: “Los impuestos son el precio de vivir en sociedad”.
A pesar de eso, en gran parte de los países alrededor del mundo existe cierta sensatez en el nivel impositivo que cobran los países a quienes ejercen alguna actividad económica dentro de sus fronteras, esto se debe a que sus efectos son bastante evidentes, es decir, basta con ver cuánto es el porcentaje para saber cuánto dinero te van a sacar del bolsillo. Sin embargo, no todos los tentáculos del Leviatán son tan evidentes, entre ellos tenemos a las regulaciones.
Las regulaciones ocultan cierta perversidad en su naturaleza debido a que su principal objetivo es tratar de moldear por la fuerza a la sociedad conforme a los deseos del político o burócrata de turno que usualmente no toma en cuenta la realidad o el contexto en el que vive.
Por ejemplo, si en algún momento llegara al poder un funcionario público que desea vivir en un mundo sin plástico o que este se utilice cada vez menos, le basta con establecer regulaciones para prohibir y restringir su uso o producción, sin tomar en consideración que, a pesar de la contaminación de los mares, es posible que sea mucho más amigable con el medio ambiente que cualquier otra alternativa.
Tomar en consideración otras aristas suele de ser de poca importancia para el funcionario público funcionario público que quiere alcanzar su utopía desde el poder del Estado, así que las regulaciones suelen establecerse sin pasar por ningún filtro que le haga poner los pies sobre la tierra.
En el debate público suele ser mucho más popular discutir sobre el nivel de impuestos que de regulaciones. Sin embargo, existe una enorme preocupación mundial debido a su naturaleza perversa y a lo catastrófico que pueden resultar si al establecerse no se lo hace de forma adecuada.
Por ejemplo, la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha establecido un Acuerdo alrededor de los Obstáculos Técnicos al Comercio que “son por lo general consecuencia de la preparación, la adopción y la aplicación de diferentes reglamentos y procedimientos de evaluación de la conformidad” que “son procedimientos técnicos -por ejemplo, de prueba, verificación, inspección o certificación- por los que se determina si los productos cumplen las prescripciones establecidas en los reglamentos y las normas”.
Es importante tomar en consideración que este Acuerdo se establece principalmente por la preocupación existente con respecto a los reglamentos técnicos que, a diferencia de las normas, son de carácter obligatorio por lo que tienen diferentes consecuencias para el comercio internacional, por ello se consideran legítimos sólo si se circunscriben al cumplimiento de ciertos objetivos como: protección de la seguridad o la salud salud de las personas, de los animales y los vegetales, protección del medio ambiente, la prevención de prácticas que induzcan a error y otros objetivos como la calidad, la armonización técnica o, simplemente, la facilitación del comercio.
Existe un amplio debate sobre si estos objetivos realmente sirven para poder contener al Leviatán porque, por ejemplo, en Ecuador se han establecido decenas de reglamentos técnicos con el objetivo de “prevenir prácticas que induzcan al error” que en definitiva puede ser cualquier cosa de cualquier producto, sin embargo, al menos es un intento de la OMC de establecer ciertas reglas para evitar la proliferación de reglamentos perjudiciales para el comercio internacional.
Considero de vital importancia para la causa pro-libertad que enfoquemos parte de nuestros esfuerzos en evidenciar las incongruencias y los abusos de poder que se ocultan bajo la alfombra del poder estatal que perjudican nuestra capacidad para satisfacer nuestras necesidades y alcanzar un futuro cada vez más libre y próspero.