El origen del Covid-19: ¿El virus fue liberado deliberadamente para crear una pandemia y favorecer económicamente a China (II)?
Por Distel Steg.- Con respecto a la actual epidemia, el gobierno del partido comunista chino ha generado una gran información sobre el manejo (de tipo militar) de la pandemia en su propio país, vanagloriándose de haber logrado contener la infección con un número limitado de infectados y muertos, estableciendo para el mundo los confinamientos generalizados de la población, junto con los grandes sacrificios del personal de los hospitales y su pronta reactivación económica para enfrentar la crisis.
Sin embargo, el gobierno chino ha ocultado las sanciones a los médicos que informaron oportunamente de la existencia de una pandemia, cerró el primer laboratorio que secuenció genéticamente al virus y difundió su información por internet a científicos de otros países, no ha informado sobre las durísimas e insalubres condiciones en que su personal sanitario fue obligado a trabajar (incluso con informaciones no confirmadas de extensas jornadas agotadoras, con poco e inadecuado material de protección individual, etc. Existen rumores de que el personal sanitario era obligado a utilizar pañales desechables para evitar que “perdieran tiempo” acudiendo a los baños), siendo desconocido el número real de fallecidos (los datos de inteligencia de las agencias internacionales hablan de varios miles de muertos adicionales a los datos informados por el gobierno chino, como lo confirman las cifras de cremaciones de las funerarias, la marcada reducción del uso de teléfonos móviles y de internet en la provincia de Hubei, donde se encuentra la ciudad de Wuhan).
Todos los datos ocultados por parte del gobierno chino generan escepticismo respecto a si ha expuesto realmente toda la verdad. Por otro lado, y aunque se rasguen las vestiduras aquellos gobernantes y políticos que lo nieguen, la pandemia también ha tenido efectos eugenésicos al disminuir la población mundial, especialmente el número de ancianos y hombres, de personas con enfermedades crónicas (diabetes, enfermedad cardiovascular, EPOC, cáncer, enfermedades neurológicas, etc.), fumadores, obesos, pacientes con trastornos psiquiátricos, entre otros.
Por lo tanto, para muchos países con su sistema de pensiones en quiebra, incluyendo a China cuya política maoísta del “hijo único” ha causado que en un futuro cercano la edad de la pirámide poblacional se incline hacia la población adulta anciana, la pandemia de Sars-CoV-2 ha sido como un salvavidas para sus sistemas de seguridad social.
La infección afecta las personas de riesgo en todos los países, pero es en países con menos recursos en los que los sistemas de salud son débiles donde se notarán más los efectos en la población, tanto en su aspecto sanitario como económico. Las mujeres embarazadas tienen una mayor susceptibilidad a infecciones virales y bacterianas, a pesar de que la mayoría de infectadas son asintomáticas, sin embargo tienen mayor posibilidad de sufrir cesárea y complicaciones del embarazo (diabetes gestacional, preeclampsia, problemas de coagulación) y los recién nacidos se ven afectados principalmente por partos antes de tiempo, sufrimiento fetal, rotura prematura de membranas y dificultad respiratoria, aunque hasta el momento no se ha evaluado si el número de abortos ha aumentado como consecuencia de la pandemia.
La epidemia de coronavirus también ha ocasionado efectos sociopolíticos, con cambios en los gobiernos e inestabilidad y violencia sociales, contribuyendo a la llegada o permanencia de los regímenes de izquierda (como ha ocurrido en España, Canadá, países nórdicos, Bolivia, Venezuela, Argentina y, más recientemente en los propios Estados Unidos de América), cambios en las constituciones y leyes nacionales que favorecen esta ideología (como en Latinoamérica y África) favorecidos por los procesos de encerramiento forzado de sus habitantes (“cuarentenas” o “confinamientos”, toque de queda, restricciones a la movilidad y a los derechos de protesta y reunión), control de los medios de comunicación y de las redes sociales por parte de los gobiernos, censura con las voces e ideas disidentes y, en general, limitaciones en la libertad de las personas.
Basado en el libro COVID-19 – CÓMO UTILIZAR POLÍTICAMENTE UNA PANDEMIA por Distel Steg. https://www.amazon.es/dp/1914576500?ref_=pe_3052080_397514860