Hombres y mujeres o viceversa
(Sobre un documento oficial antiguo, pero actual por el contenido y la intención). Ayer me llegó un mensaje por whatsapp, con la copia del inicio de un texto publicado en el BOE del día 6 de mayo de 2019. Disposiciones Generales. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE CANTABRIA. Por lo tanto, antiguo. De ahí que deduzca la intencionalidad política del emisor primero. No obstante, tiene actualidad después de leer y oír algunas declaraciones últimas, y repetidas hasta la saciedad/aburrimiento, sobre “La lucha por la igualdad de géneros” (no sé si la silla tiene algo de qué quejarse respecto del sillón, puesto que el género es gramatical y no tiene por qué aludir al sexo). Además, la voz “género” se define en el diccionario como “conjunto de seres u objetos establecidos en función de sus características comunes y clase o estilo”. Y sigue aclarando: “Para designar la condición orgánica por la cual los seres vivos son masculinos o femeninos, debe emplearse el término sexo”. Por lo tanto, sería más preciso decir: “La lucha por la igualdad entre personas de distinto sexo”
Además, la voz ‘género’ tiene un campo semántico más amplio que sexo. Es palabra polisémica: hablamos de géneros gramaticales y musicales o literarios; que un tejido es de buen género, etc.
Ya sabemos que la teoría feminista designa ‘sexo’ a una categoría meramente orgánica y con el término ‘género’ alude a un concepto sociocultural, que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc.
Con precisión, y sin matices políticos espurios, diremos que las palabras tienen género, mientras que los seres vivos tienen sexo.
Pero vayamos al texto oficial que me envían, objeto de mi comentario: por lo pronto, se encabeza, curiosamente, con el número 6666.
Sabemos que el 666 es un número de significado espiritual, mágico para algunos, de buena suerte para enriquecerse, como se deduce de lo dicho en el Libro de los Reyes, 1. 10:14: “El peso de oro que Salomón recibía cada año era de 666 talentos de oro…”. Y si en el Apocalipsis, esta cifra representaba el conocimiento o ciencia, en cambio para el mundo masónico el 666 es el número de la Bestia; es decir, del Mal.
Pero no me voy a distraer ni siquiera en lo afirmado por Leonado Da Vinci, de que “en los números se encuentra la explicación a todos los misterios”. No, pero el hecho de que el texto oficial de este BOE vaya numerado con 6666, algo querrá decir, o quizás sea mera casualidad. Toco madera y cruzo los dedos, por si acaso.
El texto que la Comunidad Autónoma de Cantabria dispone que se CORRIJA en este BOE es el siguiente: “Advertido error en la publicación de la Ley 2/2019, de 7 de marzo, para la Igualdad efectiva entre mujeres y hombres, publicada en el BOE número 76, del 29, se procede a su corrección:
Donde dice: “Ley 2/019, de marzo, para la igualdad efectiva entre hombres y mujeres”
Debe decir: “Ley 2/2019, de 7 de marzo, para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres”. (Corrección publicada en el Boletín Oficial de Cantabria, número 64, de 1 de abril de 2019).
Quizás, queridas personas humanas, de *”misentrañas”, habría que responder “SIN COMENTARIOS”. No obstante, voy a exponer algunas consideraciones que esa rectificación oficial implica para cualquier lector competente (véase H.P. Grice: “Lógica y Comunicación”, 1975, sobre las implicaturas (lo que se dice y lo que se comunica).
En primer lugar, la banalidad que supone utilizar un Boletín Oficial para una corrección, a todas luces, de intencionalidad política. Es decir, innecesaria. No relevante, que diría Grice en una de sus Máximas del Principio de Cooperación (máxima de pertinencia).
En segundo lugar, añadiré que, como frases lexicalizadas, ciertas expresiones de saludo/presentación siempre han sido citadas así: señoras y señores o bien damas y caballeros. Incluso, por educación/cortesía también, hemos dejado (los de mi generación, al menos) la acera más ancha y libre cuando nos cruzábamos con señoras, señoritas, personas mayores o familia con niños; así como también hemos cedido el asiento de los autobuses urbanos a esa misma clase de personas. Precisamente, he notado la llegada de mi vejez, más que por los años (que también), por ese detalle que, a veces (pocas, desde luego), intentan cederme el asiento en el bus urbano, algunas personas a las que yo se las cedía antes.
En tercer lugar, destaquemos la utilidad de esa regla enseñada al alumnado en sus primeros años de aprendizaje aritmético: el orden de los sumandos no altera el resultado de la suma. Por consiguiente, no añade nada a la defensa de la igualdad entre personas de distinto sexo, que se diga hombres y mujeres o viceversa. Ahora bien, un lector competente deduce que la corrección publicada en el BOE tiene una clara intencionalidad política que, en mi opinión, consigue lo contrario de lo que pretende. Veamos algunas ‘implicaturas’ en el texto segundo (el corregido) con respecto al primero. Cuando en una secuencia se coordinan dos palabras, en este caso hombres y mujeres, el emisor no tiene la intención de que exista en el primero predominio sobre el segundo. Y a la inversa tampoco, ¿no? Porque si la intención, en el caso, de la secuencia corregida, “mujeres y hombres”, es que la igualdad se cumpla, tendríamos que pensar que los hombres, al verse relegados al segundo lugar de la coordinación, se considerarían también postergados, siendo un reflejo/espejo simple del primer elemento de la construcción paratáctica y, por consiguiente, discriminados.
Puede que el ordenante de la corrección haya pensado que, en el primer elemento de la parataxis, haya mayor carga semántica que en el segundo. Se equivoca, pues, precisamente si el tema o tópico es “la igualdad” (lo conocido), en mujeres y hombres o viceversa esta el foco o comentario; es decir, la información nueva. ¿Es que piensan los o las defensoras de la igualdad entre sexos que en el primer elemento de la secuencia existe mayor carga semántico-pragmática que en el segundo? Volvemos a la misma valoración anteriormente expuesta: en uno u otro orden, cabría pensar en discriminación para el segundo término.
¿Y por qué no completar el texto del BOE, ya que estamos en lo que estamos, añadiendo: igualdad entre mujeres y hombres, así como entre gays, lesbianas y transexuales? Y ya puestos, algunos grupos animalistas querrían incluir “la igualdad entre especies de diferente sexo” (gallinas y gallos; toros y vacas, águilas machos con águilas hembras, etc..), pues dicen que “también tienen derechos humanos” (sic).
Como un añadido curioso respecto del “género gramatical inclusivo” que adquirió el masculino en ciertas palabras y contextos, por perderse el neutro latino al pasar a las lenguas romances, y que se presta también a tanta controversia, se cuenta que las trabajadoras de una empresa llamaron la atención al empresario porque nunca se refería a ellas, siempre decía “trabajadores”. Un día, el empresario quiso transmitir la buena marcha del negocio y decidió subir el sueldo a todo el personal, pero para probar/vengarse de las trabajadoras que no admitieron el masculino como inclusivo, reunió a todo el personal y les anunció una subida de salario para “todos los trabajadores/empleados de la empresa”. Muy contentas quedaron las empleadas por esa noticia. Pero cuando fueron a cobrar sus emolumentos, las trabajadoras/empleadas no vieron subido su sueldo, según les había prometido el jefe en aquella reunión.
Protestaron las trabajadoras, a lo que el empresario les aclaró que él había dicho que le subiría el salario a ‘los trabajadores’, no a las trabajadoras. Bueno, como chistecito vale, pero es de suponer que, después de esa venganza, llegaría la paz y el aumento igualitario para ellas y ellos.
En conclusión: una batallita de política barata, innecesaria, porque da igual decirlo en un sentido de la secuencia que en el contrario. El tema que hay que defender es la igualdad entre personas de distinto sexo.
Que la Diosa Madre y el Dios Padre nos coja “confesadas y confesados” en igualdad penitencial.