Benedicto XVI, un papa prolífico en la escritura
El papa emérito Benedicto XVI, fallecido este sábado a los 95 años, deja como legado una inconmensurable colección de escritos, reflexiones teológicas y hasta éxitos editoriales, como en los que ahondó en la figura histórica de Jesús de Nazaret.
Entre sus libros destaca la trilogía en la que abordó la vida de Cristo a modo de ensayo, desmarcándose de los típicos textos del ministerio petrino: “Jesús de Nazaret” (2007), “Jesús de Nazaret: Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección” (2011) y “La infancia de Jesús” (2012).
En estos súperventas, varias veces reeditados, resaltó que Cristo fue una realidad y no un mito, un hombre “real”, de carne y hueso, que murió y resucitó.
Y apuntó que Dios no es madre, corrigiendo así al pontífice Juan Pablo I, quien en 1978 sostuvo que el Creador era “padre y madre”.
Exoneró también a los judíos de ser los culpables de que Jesús fuera condenado a muerte, como ya hiciera el concilio Vaticano II, en el que él participó como experto, al sostener que fueron algunos judíos y no el pueblo de Israel quienes pidieron su ejecución al procurador Pilatos.
El último libro de la trilogía es una mirada a la infancia de Jesús, nacido en una época “perfectamente datable y a un lugar geográfico perfectamente indicado” gracias al testimonio preciso de San Lucas: en el año 15 del imperio de Tiberio César.
Su nacimiento virginal “no es un mito, sino una verdad” y lo hizo en la pobreza de un pesebre en el que, a pesar de la tradición iconográfica, no había buey ni asno ya que en el Evangelio “no se habla de animales”, lo que suscitó gran revuelo entonces.
Ratzinger defendió el pasaje de la Adoración de los Reyes Magos, cuyo origen sitúa en Tartessos, la actual Andalucía occidental, no en Oriente, pero subrayó que, en cualquier caso, sea cierto o no, no afecta a ningún aspecto esencial de la fe.
Estos súper ventas fueron solo una parte de la bibliografía de un papa que redactó tres encíclicas: “Deus caritas est” (2005); “Spe salvi” (2007), “Caritas in veritate” (2009) y dejó encaminada la primera de Francisco, “Lumen Fidei” (2013), las tres últimas sobre la esperanza, la caridad y la fe, las virtudes teologales.
En una de sus cuatro exhortaciones puso el acento en una de las regiones en las que el Catolicismo crece en mayor medida, África, y entre otras cuestiones, como la paz, aludió al sida para exigir una respuesta médica a un problema que, reiteró, también es ético.
Cuenta con trece “motu proprio” y centenares de discursos como papa, algunos tan sonados como el que pronunció en la Universidad de Ratisbona y en el que acudió a las palabras del emperador bizantino Manuel II, que tildaba de “malo e inhumano” el legado de Mahoma y la difusión de la fe con la espada.
Unas palabras que suscitaron enérgicas críticas y tensiones con el mundo islámico, si bien Benedicto XVI a la postre precisó que no se trataba de su posición personal sino de una referencia histórica y reconoció que comprendía la indignación.
El último libro publicado sorprendió a todos y estuvo escrito a cuatro manos ya cuando estaba enfermo mediante cartas enviadas al matemático ateo Piergiorgio Odifreddi y algunos de sus encuentros en el que se reflexiona sobre “Fe y Ciencia”, uno de los temas preferidos de Benedicto XVI .
En “VALUES IN A TIME OF UPHEAVAL” dice:
No existe un progreso mágico, ni un mundo correctamente regulado una vez por todas, pues esto sería un mundo sin libertad. Dios tiene el mundo en sus manos y lo hace, en no poca medida, por medio de nuestra libertad, que debemos usarla como libertad para elegir el bien, contra la libertad para el mal.