La dramáticas escenas de violencia en Año Nuevo genera un intenso debate sobre la integración de los inmigrantes en Alemania
Las dramáticas escenas de calles en llamas y personas haciendo disparos con pistolas de fogueo mientras se lanzaban fuegos artificiales, piedras y botellas contra la policía y los servicios de emergencia conmocionaron a muchos.
Aunque por dos años estuvo prohibida la venta de fuegos artificiales en un intento por evitar grandes concentraciones y frenar la propagación del coronavirus, los hechos registrados en Año Nuevo, cuando se permitió nuevamente su uso, reavivaron el debate sobre una prohibición extendida para la comercialización de fuegos artificiales.
Policías y bomberos hablaron de una violencia sin precedentes contra ellos y pidieron una mejor protección.
El hecho de que el distrito multinacional y étnicamente diverso de Neukölln, en Berlín, fuera uno de los principales focos de violencia fue rápidamente aprovechado por políticos y observadores. “Más que fuegos artificiales, se trata de migración no regulada, integración fallida y falta de respeto por el Estado”, declaró un día después Jens Spahn, exministro de Salud del partido de centroderecha Unión Cristianodemócrata (CDU).
El mismo día, Julian Reichelt, exdirector del diario sensacionalista Bild, publicó un video en YouTube con el titular “Jóvenes, hombres, sin ley: los inmigrantes arrasan nuestras ciudades en Año Nuevo: el Estado capitula”.
La conservadora Unión Socialcristiana (CSU) pidió por su parte una nueva estrategia de seguridad y políticas más duras para limitar y controlar la inmigración.
Varios representantes del gobierno federal de centroizquierda instaron a una respuesta dura contra los autores, pero se opusieron a avivar el sentimiento xenófobo. “Debemos mostrar los límites a los violentos que se niegan a integrarse en nuestras ciudades, con mano firme y lenguaje claro, pero sin atizar el resentimiento racista. Quienes explotan el necesario debate para excluir no resuelven el problema, sino que lo intensifican”, tuiteó la ministra del Interior, Nancy Faeser, del partido socialdemócrata de centroizquierda (SPD).
Datos policiales sobre los autores
El martes, el Departamento de Policía de Berlín indicó que de las 145 personas detenidas en relación con los actos violentos, 139 eran hombres, dos tercios tenían menos de 25 años y 27 eran menores de edad.
De los 145 detenidos, ya todos en libertad, 45 tenían nacionalidad alemana, 27 afgana y 21 siria.
En Alemania, una cuarta parte de la población es de origen extranjero, lo que significa que ellos mismos o al menos uno de sus padres no nacieron en el país. Entre los menores de 25 años, esta esta cifra es mayor. Y en algunas zonas urbanas, como el distrito berlinés de Neukölln, alrededor de 40 % de la población pertenece a este grupo.
Las cifras dadas a conocer por la policía berlinesa no muestran si el grupo de personas detenidas es realmente representativo de quienes participaron en los actos violentos, o si se detuvo a grupos específicos señalados por la policía. “Siempre que tenemos datos sobre detenciones como estas, tenemos que ver que estos datos reflejan ante todo lo que la policía hizo y no necesariamente quiénes fueron los autores”, dijo Niklas Harder, codirector del Centro Alemán de Investigación sobre Integración y Migración (Dezim) y miembro del Laboratorio de Política de Inmigración de la Universidad de Stanford.
Muchos advirtieron sobre el peligro de culpar de la violencia de Año Nuevo a las personas de origen inmigrante.
“Sí, muchos (de los detenidos) eran inmigrantes, pero no son un grupo homogéneo. No hay un grupo homogéneo de inmigrantes en Alemania, y como se puede ver por las cifras, se trataba de un grupo muy diverso”, dijo Frank Asbrock, profesor de psicología en la Universidad Tecnológica de Chemnitz y especializado en violencia de grupo y delincuencia juvenil.
La violencia de este año ha puesto nuevamente en la mesa de discusión los sucesos de 2015/16 en Colonia, donde decenas de mujeres fueron agredidas sexualmente por grupos de hombres en Año Nuevo. De los 153 sospechosos, 103 procedían de Marruecos o Argelia, 68 eran solicitantes de asilo y 18 eran sospechosos de encontrarse ilegalmente en el país.
Los informes iniciales de los medios de comunicación en 2016 no hacían referencia a la nacionalidad o etnia de los sospechosos y por esta razón tanto la policía como los periodistas fueron acusados de encubrimiento.
El Código de Prensa alemán no vinculante (al que también se adhiere DW) establece que al informar sobre actos delictivos, por regla general, no debe mencionarse la afiliación religiosa, étnica o nacional a menos que exista un interés público bien fundado. También establece que debe prestarse especial atención al hecho de que su mención podría alimentar los prejuicios contra las minorías.
“Lo que hace sobre todo es despertar emociones y satisface a quienes dicen que los autores son todos extranjeros, todos inmigrantes”, declaró a DW el psicólogo Frank Asbrock.
De hecho, Ferda Ataman, comisionada en la lucha contra la discriminación del gobierno de coalición federal, advirtió que no había justificación alguna para las “reacciones racistas” a la violencia de Año Nuevo, lo que describió como “una violación de los derechos humanos”.
“Estos actos no pueden ser etnificados”, afirmó. “No tenemos un problema que pueda ser deportado. Se trata de acontecimientos que deben tomarse en serio en nuestra sociedad”, dijo.
En una entrevista concedida a Der Spiegel, Güner Balci, responsable de integración de Neukölln, nacida y criada en el distrito, declaró que los actos violentos fueron perpetrados por un pequeño grupo de personas socialmente desfavorecidas, algunas de las cuales ella conoce. También dijo que las drogas habrían jugado un papel.
“En general, creo que no es realista pensar en una explicación singular, porque en todos los grupos demográficos, ya sean hombres, jóvenes, jóvenes urbanos, inmigrantes o jóvenes socialmente desfavorecidos, la mayoría de cada grupo que se menciona en el debate no participó en estos disturbios”, dice Niklas Harder, del Dezim.
De cara a las elecciones del 12 de febrero en Berlín, donde podría ser reelegida, la alcaldesa de la ciudad Franziska Giffey, del SPD, quiso mostrar iniciativa y anunció planes para celebrar una cumbre que aborde la violencia juvenil.
Rechazo a discursos contra la integración
Tahera Ameer, directora de programas de la Fundación Amadeu Antonio, una organización no gubernamental que vigila el racismo en Alemania, fue una de las muchas que criticó las reacciones viscerales de los políticos y rechazó la sugerencia inmediata de una integración fallida.
“Es frustrante que las personas en posiciones de poder que pueden dar forma a este discurso, como el ministro Faeser, hablen de ser duros con ‘la gente que se niega a integrarse’, o de ‘política migratoria fracasada'”, declaró a DW.
En su opinión, la divulgación de información sobre la nacionalidad de los detenidos apunta a un problema más de la sociedad alemana, hostil a la inmigración.
“Estas cifras son una forma de segregación entre el ‘nosotros’ y el ‘ellos’, y el ‘nosotros’ es siempre la sociedad alemana blanca y no inmigrante. Puede haber significados únicos detrás de ciertos comportamientos de algunos grupos, pero la violencia de grupo no es exclusiva de unos entornos”, dijo Ameer.
“No estoy dispuesta a aceptar que eso sea lo normal: que publiquemos las cifras relativas a la nacionalidad de estas personas y que no hablemos de la masculinidad tóxica o de los clichés de género o de las personas desconectadas de la sociedad”, concluyó.