El coste de la deuda pública, otro presagio fallido
El coste del servicio de la deuda fijado en los Presupuestos Generales del Estado para 2023 quedó fijado en 31.275 millones de euros, un 3,6% más que en el año anterior. El montante de los intereses es la tercera partida más abultada de las cuentas públicas y su aumento tiene sin duda que ver con el aumento de los tipos de interés llevado a cabo por el Banco Central Europeo. Como en otras ocasiones, el Gobierno se empeñó en minusvalorar sus previsiones y proclamar que gracias la fortaleza de la economía española lograría que no tuviera efectos negativos. Pasó con la pandemia, cuando los casos iban a ser dos o tres; siguió con la inflación, cuya subida iba a ser un proceso temporal, y lo fue también con la financiación de la deuda pública. Tampoco iba a tener consecuencias relevantes.
Sin embargo, las decisiones tomadas por el BCE sí están teniendo consecuencias en esta importante partida de gasto presupuestario. La primera que el volumen de emisiones va a tener que aumentar. Se habían fijado unos 70.000 millones y ya se estima que aumentará en al menos 5.000 millones. Y, por supuesto, su coste se ha elevado sobre previsiones. Las primeras emisiones de Letras del Tesoro a 6 y 12 meses, a corto plazo, ya están dando señales de tipos más elevados. De hecho, las subastas que se han celebrado han tenido que ofrecer intereses que se han situado en máximo desde 2012.
Cierto que la estrategia es limitar las emisiones a corto y medio plazo, en un intento de evitar los mayores costes que supone la subida de tipos de interés, y aumentar las emisiones a largo plazo para mantener la vida media de la deuda en ocho años, aunque sigue siendo un nivel históricamente alto. Los expertos aseguran que en todo caso la factura del servicio de la deuda será la más alta en 10 años. Las Letras a 6 meses han pasado al 2,599% desde el 2,092% y las a 12 meses al 2,998% desde el 2,474%. Veremos qué ocurre en las siguientes, pero lógicamente se irán encareciendo. De hecho, el Gobierno está negociando con los bancos un mayor compromiso en la compra de deuda, no sólo por los mayores tipos a pagar sino por la reducción de compra por parte del BCE.
Obviamente, este incremento de la rentabilidad está aumentando el apetito inversor hacia estos instrumentos. Y aunque es cierto que la bolsa está mostrando un mayor atractivo en estos primeros compases del nuevo año, pocos se fían de que sea algo sólido, ya que aún persisten muchas incertidumbres sobre la evolución de la inflación, tipos de interés e incluso los nubarrones de una recesión mundial como anunció a finales del año pasado el FMI. Además, tampoco se está reflejando la subida de tipos en las remuneraciones de las cuentas y depósitos y hay mucha liquidez. Veremos cómo evolucionan las próximas subastas y si también en esto el Gobierno se tiene que tragar su optimismo propagandístico.
Como siempre, muy acertada. Me gusta cómo explica las cosas poniendo los conceptos básicos de la economía al alcance de todos.