El libro de Distel Steg que revela los secretos sobre el COVID que no nos han contado: “¿El virus se estaba modificando en el laboratorio para crear un arma biológica (I)?
Por Distel Steg.- En la ciudad de Wuhan existe, desde el año 2000, un laboratorio denominado Instituto de Virología de Wuhan, creado por el gobierno chino con la dirección, apoyo y ayuda de científicos franceses. Dicho laboratorio desde el 2015 tiene instalaciones de investigación biológica con nivel de protección de bioseguridad de nivel 4 o de contención máxima –el más alto de todos–, capaz de manejar peligrosos patógenos que podrían fácilmente ser transmitidos por aerosoles y causar graves enfermedades o incluso la muerte en seres humanos y para los cuales no existen ni vacunas ni tratamientos conocidos, incluyendo los virus que causan fiebre hemorrágica como el virus Marburg, virus del Ébola, virus Lassa y fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, pero también otros virus mortales como el virus Hendra, virus Nipah y algunos flavivirus. Además, los patógenos mal caracterizados que aparecen estrechamente relacionados con enfermedades graves o mortales a menudo se manejan en este nivel hasta que se obtienen los datos suficientes, ya sea para confirmar la continuación del trabajo con aislamiento de estos gérmenes o para permitir el trabajo con los mismos en un nivel de bioseguridad inferior.
En estos laboratorios los trabajadores deben realizar sus investigaciones ya sea en cabinas de bioseguridad selladas en las cuales todo el material se encuentra aislado y es esterilizado en autoclave o en un tanque lleno de desinfectante o destruido al salir de la cabina, y/o utilizando trajes de presión positiva (es decir, que la presión dentro del traje es mayor que en el exterior del mismo, para evitar la entrada de gérmenes) que cubren todo el cuerpo. Los trabajadores al salir del laboratorio deben pasar a través de una ducha química para la descontaminación y, posteriormente, pasar a una habitación especial para retirar el traje de presión positiva y tomar una ducha personal. En un laboratorio de nivel 4 solamente debe trabajar personal entrenado y autorizado, que registra su entrada y salida y son instalaciones que deben estar separadas de otras áreas de la institución. Además, el flujo de aire con presión positiva está estrechamente controlado para asegurar que el movimiento del aire se realiza desde las zonas “limpias” del laboratorio a las áreas donde se están realizando las investigaciones con los agentes infecciosos. Todos los residuos del laboratorio, incluyendo el aire, agua filtrada y la basura deben ser descontaminados y/o esterilizados antes de que puedan salir de la instalación.
En el Instituto de Virología de Wuhan, que se encuentra a tan solo unos metros del mercado húmedo de mariscos, se han realizado investigaciones sobre coronavirus de murciélagos similares al SARS-CoV-2 durante más de diez años, incluso contando con la participación y financiación por parte de socios occidentales en algunos de sus proyectos, incluyendo a Estados Unidos, que habría financiado al laboratorio con 3,4 millones de dólares. En este laboratorio, que es uno de los más importantes en la investigación de virus en China, se construyó un archivo con la información genética de los coronavirus del murciélago luego de la epidemia por el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) de 2003. El objetivo del trabajo con los coronavirus, supuestamente, consistía en evaluar su patogenicidad (la capacidad de causar enfermedades), realizando modificaciones genéticas, incluyendo realizar inserciones en el genoma que le permitieran al virus infectar células humanas. Estas investigaciones estuvieron a cargo de la doctora Shi Zehngli, subdirectora del laboratorio, quien junto con su equipo publicó un artículo en Nature en enero de 2020, siendo el primer estudio que establecía una relación entre el Sars-CoV-2 y los murciélagos. Esta investigadora registró un nuevo coronavirus el 27 de enero de 2020 en el Centro Nacional de Información Biotecnológica (NCBI) del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, al cual denominó RaTG13 (Ra por el murciélago Rhinolophus affinis, y 13 por 2013, el año en que teóricamente lo descubrió). El registro se realizó solamente siete años después de su supuesto descubrimiento y, convenientemente, luego de la declaración de una pandemia por parte del gobierno chino.
En el South China Morning Post apareció un artículo sobre la labor de la investigadora, el 6 de febrero de 2020, en el que se describe que tomó muestras de excrementos de murciélagos en 28 provincias diferentes en China. En Wuhan, esta científica creó un amplio archivo sobre virus de murciélagos, como constata la revista Spektrum / Scientific American. Un artículo publicado el 15 de Mayo de 2020 en la revista LifeSite News, menciona como uno de los superiores de la Dra. Shi es el Mayor General Chen Wei, la cabeza del programa chino de armas biológicas.
En dicho artículo se describe, además, que el material genético del coronavirus RaTG-13, que fue el utilizado para realizar el estudio genético descrito antes y que, supuestamente, descarta el origen artificial del virus, presenta aspectos incompatibles con los de un virus de origen natural.
Entre las características que harían suponer un origen artificial del virus mencionan:
– la relación entre las mutaciones genéticas espontáneas que afectan la producción de un aminoácido específico y las que no lo hacen tiene una relación en la naturaleza aproximadamente de 1:5; sin embargo, para el RaTG-13 la relación en la tercera parte inicial de la secuencia genómica es de 1:2 y existen porciones de material genético con una relación no natural de 1:44;
– por otro lado, en la naturaleza las mutaciones son aleatorias, lo que no ocurre en el genoma descrito para este coronavirus;
– el Dr. Lawrence Sellin ha calculado que las posibilidades de que las “mutaciones” hubiesen ocurrido justamente en el área crítica de la proteína espicular, como las descritas antes, son inferiores a uno en diez millones. Para realizar la prueba PCR (reacción en cadena de la polimerasa) utilizada en la detección del ARN viral del coronavirus con el fin de diagnosticar una infección por Sars-CoV-2, se emplean unas moléculas denominadas cebadores, las cuales son secuencias cortas de ADN de cadena simple (oligonucleótidos), por lo general de 18 a 24 pares de bases de longitud.
Un par de cebadores son utilizados en el método PCR para hibridar con el ADN de la muestra y definir una secuencia muy específica del ADN que será amplificada. Las mutaciones que se han generado en el Sars-CoV-2 han ocasionado una falta de alineación de los cebadores diseñados específicamente para la detección del material genético viral con la prueba PCR y que son incluidas en un listado de la OMS, lo que ha ocasionado una pérdida de la sensibilidad de la técnica. En la actualidad se tienen registradas más de 83000 secuencias de Sars-CoV-2.
Lo anterior indica que se trata de un virus extremadamente reciente para el ser humano, con una alta tasa de mutaciones que modifican su adaptación a las características de su nuevo huésped y que no ha tenido suficiente tiempo para alcanzar su “madurez evolutiva”, la cual según los cálculos científicos se obtiene luego de unos 50 años de evolución viral. Por otro lado, evidencia que las características de las proteínas de su cápside (las que le permiten unirse a las células humanas y son las utilizadas para realizar el diagnóstico) no habían tenido contacto previo con el ser humano, por lo que se encuentran en constante proceso de adaptación y modificación hasta llegar a un virus más estable.
Lo mencionado arriba proporciona pistas para suponer que el coronavirus Sars-CoV-2 fue modificado desde un virus natural realizando alteraciones en su cápside que optimizaran su unión a los receptores humanos ACE-2, las cuales se encuentran en proceso de adaptación y evolución, mutando con una muy alta frecuencia debido a la inestabilidad de las moléculas de la proteína S de unión al receptor humano. Si se tratara de un virus “natural” que evolucionó entre especies y luego saltó al ser humano, habría necesitado un mayor tiempo de evolución (hasta 50 años, como habíamos mencionado antes) por lo que las modificaciones serían más estables y la tasa de mutación menor, como ocurrió con los coronavirus del SARS y del MERS y lo que se evidencia con la relativa “estabilidad” en las mutaciones de otros virus “naturales” como los del sarampión, varicela, hepatitis, etc.
Con respecto a la actual epidemia Sars-CoV-2, el científico Yuan Zhiming, director del Instituto de Virología de Wuhan, dijo para la cadena CGTN que no hay manera de que el Sars-CoV-2 haya salido de las instalaciones que dirige: “Sabemos perfectamente la clase de investigaciones que hacemos y cómo gestionamos tanto nuestros virus como nuestras muestras”, y añadió que no hay constancia de que haya habido contagios entre el personal y que no hay ninguna prueba científica de que el coronavirus tenga un origen artificial.
Además, la viróloga Shi Zehngli afirmó que la secuencia del genoma del patógeno no coincidía con ninguno de los coronavirus de murciélago que su centro había recogido y estudiado previamente. Sin embargo, el premio Nobel en 2008 y descubridor del virus del SIDA, el VIH, Luc Montagnier afirmaba categóricamente: “En el laboratorio de la ciudad de Wuhan trabajan grandes especialistas en los coronavirus, desde el principio del año 2000. Son grandes expertos en ese terreno. Trabajando con mi colega y amigo Jean-Claude Perrez, matemático, hemos analizado en los mínimos detalles la secuencia del descubrimiento y propagación del Sars-CoV-2. Y creemos bastante plausible que el genoma completo de este coronavirus tiene secuencias muy semejantes a las del VIH, el virus del SIDA. Y pudo ser fabricado, producido, en un laboratorio chino”.
Por otro lado, en 2017 los Estados Unidos suspendieron la financiación al laboratorio debido a los experimentos realizados para modificar el virus Sars-CoV-2 y no solamente para estudiarlo y diseñar una vacuna. El NIH, dirigido por el Dr. Anthony Fauci, estuvo aportando recursos económicos sin ningún control de su uso final, como se pudo comprobar en la comparecencia que este investigador tuvo que hacer ante el Congreso de USA en mayo de 2021, a cargo del Senador Rand Paul. Allí también se expuso evidencia como el agradecimiento público que la Dra. Shi realizó en una de sus publicaciones al Dr. Fauci y al NIH.
Durante todo el mes de octubre de 2019, coincidiendo con lo que se ha teorizado fue el momento de origen de la pandemia de Sars-CoV-2, se detectó un silencio electrónico alrededor del Instituto de Virología de Wuhan (no hubo llamadas telefónicas entrantes ni salientes, como tampoco uso de internet o de otros elementos electrónicos), así como una ausencia de tráfico vehicular en la misma zona, lo que hizo sospechar a los organismos de inteligencia internacionales sobre una posible emergencia en dicho laboratorio, que obligaron a aislar el área, evacuar y, posiblemente, cerrar temporalmente dicho instituto.
Además, recordemos que numerosos médicos de Wuhan fueron detenidos por divulgar supuestos “rumores” y que el gobierno en Pekín intentó controlar la información sobre el brote de la pandemia, por medio de la censura obligó a borrar términos de buscadores online en su país, como “mercado de pescado Wuhan”, “neumonía desconocida Wuhan” o “variación SARS”.
Basado en el libro COVID-19 – CÓMO UTILIZAR POLÍTICAMENTE UNA PANDEMIA por Distel Steg. https://www.amazon.es/dp/1914576500?ref_=pe_3052080_397514860