El gran fraude del nacionalismo andaluz
Ángel Contreras de Haro.- Lo reconozco, he hecho de mi vida una cruzada. Las circunstancias, y tal vez mi corazón, parecen obligarme a ello. Una cruzada contra todo aquello que percibo exteriormente, que exacerba mis sentidos y los más elementales principios de la lógica. De esa lista de lo absurdo que me sonroja diariamente, lo último ha sido el “nacionalismo andaluz”. Que, aunque agazapado, se revelará peligroso porque, a diferencia de otras regiones españolas, el “nacionalismo andaluz”, en la figura de su “líder” Blas Infante Pérez, está comúnmente aceptado y reconocido a un lado y otro de la esfera política andaluza.
Es éste un nacionalismo singular impregnado en toda la clase política (de ahí el fracaso de los partidos propiamente nacionalistas), con aspiraciones a perpetuarse, ligado a cualquier tendencia de gobierno. Aquello fue el pistoletazo de salida de la gran liga de la corrupción que ha jalonado el gobierno de la Junta de Andalucía, a lo largo de 32 años de un verdadero régimen de la corrupción. Como de hecho lo fue la propia proclamación, en tiempos de la Transición, de este oriundo de Casares (Málaga), como líder de la “Patria Andaluza” y mártir, a raíz de su ejecución, por parte de los nacionalistas cerca de Sevilla a principios de la Guerra Civil.
Como tal nacionalismo, también quiere imprimir en la sociedad andaluza su impronta adoctrinadora y “moldeadora” de voluntades. Y está avocado a ser la ideo-“odiología” oficial de Andalucía; aunque el propio Felipe González se refiriera a ella, como “algo que nadie en esta tierra sabe qué es”. Leyendo a Blas Infante (notario, escritor, publicista e ideólogo convertido al islam) se pierde uno por derroteros de novela épica y por territorios de lo abstracto.
Por ejemplo, Blas Infante renegaba de Europa y, más que nacionalista andaluz (que no se sabe lo que es), era “arabista”, un enamorado del mundo musulmán al que supeditaba la libertad de Andalucía y, por tanto, la de España: “Legiones raudas y generosas corren el litoral africano predicando la unidad de Dios. El ‘arroyo grande’, que dijo Abu-Bekr, las separa de Andalucía. Ésta les llama. Ellos recelan. Vienen: reconocen la tierra y encuentran un pueblo culto atropellado, ansioso de liberación. Acude entonces Tarik (¡14.000 hombre solamente!).
Pero Andalucía se levanta en su favor. Antes de un año, con el solo refuerzo de Muza (20.000 hombres), puede llegar a operarse por esta causa la conquista de España. Concluye el régimen feudalista germano. Hay libertad cultural. Andalucía entera aprende el árabe, y dice que se convierte. Poco después, Andalucía, ¡Andalucía libre y hegemónica del resto peninsular! ¡Lámpara única encendida en la noche del Medievo, al decir de la lejana poetisa sajona Howsrita! Europa germánica es un anfictionado, bárbaro, inspirado por el Pontífice de Roma. ‘Nadie, ni aun los nobles, exceptuando al clero, sabía leer ni escribir. En Andalucía todo el mundo sabía’. No hay manifestación alguna cultural, que en Andalucía libre, no llegase a alcanzar una expresión suprema”.
Para Blas Infante, todos los andaluces teníamos que sentir iguales, no sólo ser iguales sino serlo también tanto en el sentir como en el pensar: “Nosotros no queremos ser solamente europeos. Nuestro método no sólo llega a excluir de la duda metódica al pensamiento, sino al sentimiento también. No decimos sólo ‘Yo pienso: luego existo’. Esto es Europa. Y Andalucía es: pensar y sentir. He aquí la existencia. Si cada pensamiento no es el motor de una vibración sentimental humana; si cada pensamiento sentimental no es un motor de la razón pura, ¿en dónde está el hombre? ¿Adónde va el hombre? ¿A Detroit?”.
Respecto a la musulmanidad de Blas Infante, que muchos, una vez enterados, querrán quitarle importancia y recluirlo al ámbito privado, se equivocan. Su conversión sólo se entiende como pública, así lo explica el filósogo Gustavo Bueno en un extracto de la web Por Andalucía Libre, y por tanto no entenderse como un hecho baladí y circunscrito sólo al ámbito de lo particular: “(…). En efecto, quienes sin ser musulmanes ni frívolos, lleguen a constatar que el «Padre de la Patria andaluza» se hizo musulmán, tendrán que advertir que se enfrentan a una situación difícil de analizar. Pues esto plantea la cuestión de las conexiones que han de mediar entre las experiencias religiosas del prócer y su figura política. Sólo diciendo frívolamente que no tiene nada que ver podrán mantener intacto el reconocimiento del prócer como Padre de la Patria, declarando la inoportunidad de traer al escenario político las informaciones acerca de la vida privada que el protagonista pudo haber realizado fuera del escenario.Pero, ¿quién puede afirmar que la conversión religiosa al Islam de Blas Infante fue un acto privado, llevado a cabo fuera del escenario político?
Por de pronto, la conversión, o su manifestación ceremonial, no fue un acto privado sino público, y tuvo también su componente teatral: la conversión tuvo lugar en una mezquita y ante testigos musulmanes que acreditaron la metamorfosis espiritual del converso, que además tuvo la precaución constante de vincularse a la estirpe de los «antiguos moriscos» que expulsados de Andalucía por los Reyes de España, se refugiaron en Marruecos. Sólo cuando los andaluces no musulmanes, parlamentarios o votantes, lograsen mantenerse en estado de ignorancia sobre la circunstancia de la religión del Padre de su Patria, el problema estaría solucionado. Se habría logrado en la práctica la desconexión total de los dos hechos simples que constituyen el hecho complejo que analizamos.
Esta ignorancia estaría ayudada, en todo caso, por la discreción de quienes, «estando en el secreto», saben que no ha llegado el momento de la proclamación formal, porque a veces conviene mantener la fe en «Taquilla» –diríamos nosotros, «en el armario»– por motivos estrictamente prudenciales. Pero este mismo silencio o discreción está demostrando que efectivamente la conversión del prócer sí tendrá mucho que ver si se manifiesta ante el Parlamento andaluz y ante los andaluces en general. Todos verían que esa conversión sí tendría mucho que ver, y verían también que neutralizar el asunto por el procedimiento de desinteresarse simplemente de él, tendría mucho de ignorancia culpable. Y la razón está en que precisamente la mayoría de los parlamentarios y de los ciudadanos en general son cristianos, y no musulmanes. Constituirá siempre para ellos un enigma, una paradoja, que el Padre de la Patria andaluza, católica en su inmensa mayoría, sea un musulmán. ¿No se seguiría de ello ninguna consecuencia práctica en la convivencia cotidiana?
Todo el mundo sabe que la fe musulmana no puede ser encerrada en el interior de la piel que envuelve a un «estuche corpóreo». El musulmán educará a sus hijos en una fe distinta de la cristiana; habrá que resolver situaciones derivadas de los matrimonios mixtos. ¿Y por qué no hablar de los asuntos cotidianos relativos al convivium? ¿No resultaría paradójico que pudiera verse al Padre de la Patria andaluza torciendo el gesto, o volviendo la cabeza, cuando y constantemente los andaluces se dedican a preparar y a consumir uno de sus productos más preciados, el jamón de Jabugo, o los derivados del cerdo en general? ¿Quién, de esta inmensa mayoría, podría invitar a comer a su casa al Padre de la Patria, o a sus correligionarios, sin cuidarse de cambiar sus platos y manteles? Y todos aquellos que actúan en las cofradías de Semana Santa, o en la romería del Rocío, ¿cómo podrían no advertir que sus ceremonias estarán siendo severamente juzgadas por el Padre de su Patria, que, según la creencia de una gran mayoría, les mirará, en el mejor caso, desde un Cielo cristiano?
Es decir, todo el mundo comprenderá que la conversión al Islam del «Padre de su Patria» no puede entenderse como asunto de puertas adentro, puesto que es desde «sus adentros» desde donde el musulmán Padre de la Patria seguirá mirando con disgusto a sus hijos politeístas, por mucho que sobrelleve su disgusto esperando a los tiempos de rectificación de sus hijos descarriados por las circunstancias históricas. Es decir, por la conquista (no la reconquista) de Andalucía por parte de unos bárbaros del Norte que se habían convertido, desde los tiempos del rey Recaredo, al cristianismo. Si, por lo menos, hubieran permanecido arrianos, se habría mantenido una mayor proximidad con Mahoma (a quien muchos historiadores de las herejías cristianas consideran arriano, al no reconocer la divinidad de Cristo, sin perjuicio de reconocer sus virtudes humanas).
La proximidad que mantuvo Elipando, por ejemplo, el obispo adopcionista de Toledo, que por ello se enfrentó al «fétido antifrasio Beato» que vivía en la corte del rey Alfonso II de Oviedo.En resumen, Andalucía, al erigir a un musulmán como Padre de la Patria, tendría que saber que ella, en la medida que es contemplada por él o por sus correligionarios, ya no puede ser la Andalucía española histórica cotidiana, la que convive con millones de españoles de otras regiones, con los cuales intercambian bienes y servicios.
Desde la visión de un Padre de la Patria convertido al Islam, los toros bravos, el jamón de pata negra, el vino, los pasos de Semana Santa, la romería del Rocío, la familia monógama y el régimen de herencia, la fiesta del domingo o de otros muchos días del año, así como la propia idea de persona, tendrían que comenzar a ser contemplados de otro modo. Porque el Islam, decía Blas Infante en uno de sus manuscritos inéditos, «no es sólo espiritual, es también movimiento, vivir no es solamente una idea, sino un conocimiento, y este conocimiento es nuestra experiencia de Al-Andalus en su época de esplendor». Pero en los mercados de aquella época de esplendor no había jamones de pata negra, ni sus templos tenían campanas, ni los domingos eran días de fiesta, ni por sus calles podían pasear imágenes de la Virgen María y su hijo. ¿Cómo podría reconocerse la Andalucía que busca hoy organizarse a través de un Estatuto en esa Andalucía medieval (aunque se la llame Al-Andalus, aludiendo a una época de esplendor más o menos mítica) propuesta por el Padre de la Patria andaluza?
La Andalucía de hoy es cristiana, religiosa y culturalmente. Pero el Padre de la Patria le pide, desde su experiencia íntima, que deje de serlo, y no en nombre de un racionalismo europeísta, o de un laicismo similar al que la Segunda República predicó, y a la que Infante se adhirió desde el primer momento, sino en nombre del islamismo. Blas Infante dejó dicho: «El Profeta de nuestros antepasados, de Al-Andalus… como todos los profetas, será nuestro Profeta» ”Su nombramiento fue un gran fraude, so pena de que la intención por parte de los poderes andaluces pasasen, a largo plazo, por convertir su población al islamismo. No es de extrañar que para Alejo Vidal Cuadras, Blas Infante no sea más que “un cretino”.
Pero hay mucho más oculto, sombrío y silenciado a lo largo de estos más de 30 de mentiras “democráticas” en las biografías oficiales y oficialistas de Blas Infante Pérez de Vargas (mártir republicano, consagrado tanto por la izquierda como por la derecha andaluzas y los nacionalistas como: “Padre de la Patria Andaluza” en los primeros años de la Transición). Se ha omitido sistemáticamente, en el mensaje institucional del régimen socialista que gobierna en Andalucía en las tres últimas décadas, que numerosos familiares suyos fueron asesinados en su pueblo natal de Casares por los marxistas (los mismos descendientes ideológicos que promovieron su nombramiento 40 años después), durante su dominación en este municipio, que se prolongó por dos meses y medio.
En total la cifra pudo llegar a la veintena, aunque confirmados y documentados existen un mínimo de doce casos. Todos familiares directos del “líder” de la “patria andaluza”, ejecutados por los izquierdistas de UGT, PSOE, comunistas y anarquistas, liderados por el propio alcalde del pueblo: José Trujillano Caravante. Los ejecutados eran primos hermanos, tíos y tías carnales y sobrinos del “líder del andalucismo”. Todos familiares directos de Blas Infante. Durante el mencionado período de algo más de dos meses fueron ejecutados en el pueblo natal de Blas Infante un total de 56 personas tachadas de fascistas.
La posterior represión franquista se saldó con 44 ejecuciones contrarias. De este “silencio administrativo” se ha venido beneficiando, desde la Transición, la hija de Blas Infante, Mª de los Ángeles Infante, al amparo de la figura de su padre; traducido en una fundación auspiciada y subvencionada por la propia Junta de Andalucía, desde la que se fomenta la vida y obra del supuesto “líder” andalucista, convertidas en un vehículo de adoctrinamiento, que va más allá de lo puramente político y entra en el terreno de lo socio-cultural.
En 2010, a raíz de que la Junta decidiera reducir en un 30% la subvención de 75.000 euros, (un año antes también redujo la partida), recogidos en los presupuestos andaluces, la presidenta de la fundación se manifestaba así, después de amenazar con hacer desaparecer la fundación, alimentando el gran fraude: «la voluntad soberana que el Parlamento Andaluz representa, de donde procede realmente nuestra subvención ordinaria, al aprobar anualmente estos Presupuestos, debe intentar proteger el más valioso legado dejado por quien derramara su sangre sólo por Andalucía y evitar su desaparición, precisamente en el año que ha sido declarado por la Junta de Andalucía como Año de Blas Infante.
Tampoco es excusa —concluye— que en el año 2010 con esta conmemoración haya habido partidas destinadas a esta celebración. La iniciativa ha partido de la Junta de Andalucía y la Fundación no ha recibido ni un euro más por ello». (ABC. J. C. / SEVILLA Día 12/12/2010).La presidenta de la fundación mostraba su malestar también por que dicha cantidad era muy inferior a la donada en 1983 cuando se creó. Desde entonces ha venido recibiendo puntual y anualmente su “correspondiente” subvención (“ayuda oficial de la Junta, según sus palabras”) y cuya reducción podría suponer su cierre.
*Autor de ‘Crónica Negra de la II República Española’.
Qué gran artículo, D. A ngel. Me ha dado informaciones que no sabía. Muchas gracias
La denostación del planteamiento de Blas Infante basada, principalmente, en su creencia religiosa está fuera de lugar en un país que, suponemos, defiende la libertad de credo y que se define como aconfesional. El retrato de una Andalucía católica que pasea a sus vírgenes con fervor y que come jamón de Jabugo echa mano de los tópicos más fáciles y rancios de nuestra España española. Echo en falta la jarana, las palmas y la procrastinación en este retrato vago (valga la posible redundancia) que más parece que haya sido redactado por un ciudadano afincado al otro lado de Despeñaperros -aunque… Leer más »
Nunca he comprendido al nacionalismo, no comprendo por qué uno Almería tiene que tener más en común con uno de Huelva, que con uno de Murcia por ejemplo. Esto vale para todos los nacionalismos.
Muchas veces a estos “iluminados” y peor a las masas ignorantes que les siguen, les falta LEER Y ESTUDIAR con seriedad la historia de su tierra, para entender los procesos historicos y culturales tal como son, SIN MITOS; este sr. Infante y los “nacionalistas andaluces” parten de bases historicas FALSAS en extremo y paso a explicarlo; Efectivamente en territorio andaluz, desde la invasion arabe y hasta la caida de Granada en 1492, parte de la poblacion que VIVIA ( tiempo pasado) ahi era “morisca” de cultura y lengua arabe y religion musulmana; estas personas fueron expulsadas masivamente de España en… Leer más »
El gran trauma de los separatistas catalanes no es si no su patológico temor a no ser totalmente catalanes. De ahí su alocada expresión de catalanismo insolidario y excluyente….Pobres.
Antes mozarabe muerto, que muladí colaborador y oportunista!
Conocía a musulmanes conversos andaluces hará unos 10 años, en razón de mi trabajo profesional en la inmigración, donde viajé varias veces a Marruecos. Conozco pues el islam de los convesos españoles, con un toque de sufismo, y el islám marroquì, así como las corrientes del sahel y el sahara, y la influencia cada vez mayor del wahabismo de Arabia…. pues bién digo con certeza que Blas Infante se convirtió al Islám en su viaje a Marruecos, y realizó la triple declaración ante notables mulsulmanes… Y por ello, el andalucismo de Infante, es un troyano para la implantación del islamismo…… Leer más »
Las autonomias es un gigantesco fraude, que se invento el Sr. Suarez por el horrible miedo que tenia al partido comunista.
Gracias Suarez por hundir España, hicistes bien el avestruz.
Eso si todos los partido te alaban, como no, les distes patente de corsos.
Para fraude el nacionalismo catalán.
¿Han visto ustedes el pacto CiU-ERC ?
Los burgueses catalanes se han aliado con los que les asesinaban en los años 30.
Lo que hace la sed de poder y la sed de poder continuar robando.
Y mientras tanto, gran parte de la población catalana moviendo la estelada por las calles mientras les endiñan más impuestos y más recortes.
Vivir para ver.
Cuando un pueblo celebra una derrota en el dia de su fiesta nacional y su emblema es un asno sobran las palabras.
Clásicos ejemplos del nacionalismo español intentando imponerse en todo el territorio de la Península. Leo el artículo y cualquiera pensaría que no estamos ante una declaración oficial del Movimiento, tildando todo lo relacionado con el islamismo de Blas Infante como perjudicial, casi llegaría a pensar que usted considera a la religión islámica como algo negativo en una persona. Respecto a algún comentario que habla de la repoblación, usted habrá leído sus fuentes. Existen varios artículos académicos que explican que existió una repoblación castellana de Andalucía (lo cual indica, efectivamente, que al pueblo árabe andaluz, después de 800 años viviendo allí,… Leer más »
Curioso que llames “invasión castellana” a la reconquista de la península a los musulmanes y te llenas la boca hablando de repoblamiento y expulsión de un “pueblo andalusí” e ignores el periodo Visigodo de la península que sucumbió a manos de estos mismos musulmanes o ya no digamos toda la herencia del periodo Romano previo a la invasión islamica en la provincia de Baetica.