AA.- He recordado aquél episodio del padre del niño asesinado en las Ramblas abrazando a un imán, con el cuerpo aún tibio de la pequeña víctima. Y he relacionado esos dos momentos. Son expresiones gemelas de eso que ahora se llama “cultura woke”, o en todo caso cretinización del hombre occidental. Te matan un ser querido (por el motivo que sea) y sólo se te ocurre hacer una performance, para salir en los medios y que la gente te dé likes. Asistimos a un completo vaciamiento espiritual de los hombres y las mujeres de nuestro tiempo. No me extrañaría que este hombre pidiera verse personalmente con el asesino de su pareja y se fundieran en un abrazo. Estos dos personas han salido del mismo molde ideológico y mental.

avier Martínez, el padre del niño fallecido en el atentado del 17-A, abraza al imán de Rubí, junto a su esposa

Cada cual gestiona esos momentos a su manera, no tengo nada que objetar. Pero cuando se hacen estas cosa al aire libre, con público, es que hay una voluntad de exhibicionismo, un despliegue de narcisismo, que raya lo sicótico. Esta gente tiene alguna deformación mental. Han perdido todo contacto con la realidad. Viven literalmente en la nubes, bajos los efectos de una potente droga suministrada diariamente por los medios.

Sólo siento desprecio y asco por esa gente. He perdido a mi hermano hace poco más de un año (posiblemente a causa de la famosa “vacuna”, estoy convencido de ello). No me he repuesto todavía. Veo esas imágenes y me convenzo de que es otra humanidad, que no pertenezco a esa “especie”.