Conspiración contra los bebés para romper el nexo con las madres
Por Magdalena del Amo.- En la actualidad, el parto se ha convertido en una intervención quirúrgica. Hace ya un tiempo que varios colectivos médicos han dado la voz de alarma por el número desmesurado de cesáreas, cuando en realidad, esta operación solo debe realizarse en casos extremos. ¡Y qué decir de los partos programados! Es una vergüenza indecente pactar el día del nacimiento a conveniencia. Además de un egoísmo desmedido propio de las sociedades consumistas, indica un desconocimiento total de lo que significa el acto de nacer. El nacimiento, uno de los momentos más importantes en la vida de la persona, junto al de la concepción y la muerte, se ha convertido en una acción deshumanizada llena de excesos: excesiva luz, excesiva medicación, excesiva conversación y excesivo ruido en general.
La implementación de las leches “maternizadas” para los bebés, como sustitutivas de la leche materna, es otra gran trampa contra la mujer y el niño, impulsada por las feministas de género. Lo hicieron por ideología, para desvincular el gran nexo que se crea entre madre e hijo al mamar. La lactancia es una acción de supervivencia muy básica, pero que encierra un componente emocional, sensorial y espiritual no cuantificable por los métodos al uso, aunque técnicas de avanzada sí registran la vibración del amor y los vínculos energéticos, incluso a distancia.
Cuando empezó la dinámica de no dar el pecho a los niños, la industria, siempre dispuesta, atiborró el mercado con productos para cebar, privando a los bebés de esos componentes maravillosos, como la lisozima y la oxitocina naturales, lo que les proporciona una salud física y emocional más plena. Incluso los veterinarios dicen que los cachorros de perro, cuando maman durante los tres primeros meses de vida y pasan tiempo con la madre, son ejemplares mucho más sanos, cariñosos y equilibrados. En los humanos, como mamíferos que somos, ocurre lo mismo.
Los pediatras, en general, como auténticos guardianes del Sistema, aunque no lo sepan e incluso les muevan buenas intenciones, sus consejos no siempre son los adecuados, si lo analizamos desde una perspectiva más holística y natural, teniendo en cuenta parámetros que la medicina alopática está muy lejos de contemplar. Suelen anteponer el supuesto bienestar y comodidad de la madre al del recién nacido, al que la madre debe darle lo mejor de sí misma. Siguiendo la norma de desapego marcada por las feministas, el pediatra suele aconsejar que no se tome al niño en brazos ¡porque se acostumbra! ¡Oh, terrible cosa! Claro que se acostumbra, pero eso es positivo. El contacto es muy beneficioso, sobre todo el de la madre. Y oír el latido de su corazón produce un efecto calmante superior al más fuerte de los opiáceos. El ser humano no llega al mundo vacío, sino con una pesada mochila cargada de programas, miedos y culpas ancestrales. La psicología y otras especialidades de la medicina intentan subsanar estos errores, pero aún hay mucho camino que recorrer.
No estamos de acuerdo con los modernos protocolos pediátricos. Y no digamos con las teorías de algunos conductistas, que han ido vendiendo en sus conferencias y libros lo conveniente y fantástico que es dejar al niño llorar, aunque sea toda la noche, porque, según ellos, acabará durmiendo y acostumbrándose a dormir solo, sin compañía y sin luz. Eso es una crueldad que no solo merece nuestra desaprobación, sino también nuestra denuncia. Como quiera que se analice, es maltrato infantil y es crearle gratuitamente al bebé un trauma de abandono que, seguramente, lo marcará y afectará su conducta para siempre. En España es Eduard Estivill quien pasea su método macabro por toda la geografía. Y para remate, al final de sus conferencias, vende su libro, por si la dosis de tortura no les pareció suficiente a los oyentes, desorientados y sumisos papás.
Conocí a algunos de estos padres que acudieron a su charla porque tenían hijos que se despertaban durante la noche e iban a sus camas llorando. Salieron horrorizados de la conferencia. Pero hay que decir también que otros, con menos personalidad o sentido común, tendentes además a abrazar cualquier idea nueva que venga de la mano de un psicólogo, han puesto en práctica el disparate de dejar llorar al bebé. Habrá que ver los problemas que arrastran esos pobres niños. Los psicólogos que trabajamos las memorias prenatales y los traumas infantiles, vemos muy a menudo estas emociones bloqueadas –casi siempre inconscientes—, que son origen de sentimientos, complejos, miedos y comportamientos conductuales conflictivos en la edad adulta. Estas maneras legales de tortura no se entienden y no deberían partir de mentes equilibradas con un mínimo de empatía. ¡Como si la vida y el gran problema de crecer no fueran suficientes!
Pero ahí no acaba el calvario de los niños víctimas de la moderna psicología y psiquiatría. Como la mujer-madre, cumplido su permiso de maternidad tiene que reintegrarse a su puesto de trabajo, a los niños se los estabula desde los seis meses en centros muy bien decorados, eso sí, con colores, flores y canciones, donde son atendidos por el Sistema. Como es un disparate antinatural separar a los niños tan pronto de sus madres –de hecho ninguna hembra de la naturaleza lo hace—, se ha inventado la mentira de que el jardín de infancia es muy beneficioso para aprender a socializar. ¡Falso! Es una total falacia, pues el ser humano no socializa hasta los seis años, puede que un poco antes. La lateralidad de los dos hemisferios cerebrales suele empezar entre los tres y los cinco años, pero no se completa hasta los seis o siete. Un bebé de corta edad vive los estados emocionales de su madre, igual que un bebé en gestación. No existe una separación entre el niño y la madre. Hay que tener en cuenta que la formación neurofisiológica del bebé no se completa hasta los tres años aproximadamente. Hasta entonces, el yo del niño es igual al yo de la madre. Por eso, cuando un niño de corta edad se enferma, hay que ver también qué le está ocurriendo a su madre.
El Sistema ha creado el llamado Estado del bienestar, que consiste en consumir cada vez más y, por tanto, poder pagarle al niño cumpleaños en los centros comerciales, con payasos ad hoc, y llenarlo de caprichos para compensar el tiempo de abandono. Una traición más de quienes manejan los hilos, que hemos interiorizado y repetimos como obedientes esclavos. La idea de los niños en poder del Estado es cada vez más real y concreta. Todo esto tiene mucha más profundidad de lo que pudiera parecer. No se trata de ideas y normas surgidas al azar por la ocurrencia de turno de un político ocioso, sino que vienen diseñadas desde las altísimas cúpulas del poder en la sombra, a veces, no tan en la sombra. Lo cierto es que en esos corralitos de colores, llamados guarderías, los bebés ríen, lloran, duermen, juegan y les salen los dientes sin que su madre participe de estas vivencias tan íntimas y vitales.
La guardería es también la que elabora el primer juicio sobre el niño-ciudadano. Las cuidadoras saben más que sus propias madres sobre sus tendencias a la generosidad, la agresividad y otras características de su personalidad en formación. Allí detectan también si son ¡hiperactivos! ¡Oh, problema! Es asombroso y de escándalo leer las estadísticas oficiales sobre el aumento de hiperactividad infantil (TDAH), una enfermedad inventada no hace mucho, pero que rinde grandes beneficios a la industria farmacéutica. No queremos decir que no haya casos reales que deban ser tratados, pero modernamente cuando un niño no para quieto, enseguida salta la voz de alarma para que lo vea el psicólogo de turno o el psiquiatra. Y, claro, hay que medicarlo para mantenerlo atontado con las famosas drogas pediátricas, a pesar de sus efectos secundarios, denunciados incluso por profesionales de Salud Pública independientes.
Conclusión: Si las feministas clásicas lucharon para que las mujeres tuviéramos derecho al voto y toda la autonomía de la que gozaban los hombres, y no ser simples reproductoras y guardianas de la honra de la familia, tenemos que acusarlas de utilizar el feminismo para subvertir el modelo social antropológico, sin un colchón en que apoyarnos. Ellas mutilaron a la mujer creadora-madre, desposeyéndola de dos de sus rasgos diferenciadores, feminidad y maternidad, en virtud de una falsa liberación, ideada por un Sistema formado por hombres, donde priman la jerarquía, la competitividad, la masculinidad y la depredación. Esto no es liberación, sino un continuismo de lo anterior, pero con mayor carga de trabajo.
Pero la mujer de hoy también es responsable de este estado de cosas; por estar demasiado ajena a lo que pasa tras las bambalinas del teatro diario de la vida en estas cuestiones; por seguir a pies juntillas lo que cualquier “experto” dice en la televisión, sin contrastarlo, y por ser demasiado seguidoras de la literatura barata que el Sistema pone en sus manos, protagonizada, las más de las veces, por mujeres que nada tienen que ver con la realidad: consumistas, siliconadas, frívolas y hedonistas, demasiado preocupadas por las vacaciones, las cenas, el ácido hialurónico, las liposucciones y el cambio de pareja. Y muy poco en hacer evolucionar su componente intelectual, mental y espiritual, y en ejercer de Mujeres con mayúscula.
*Psicóloga, periodista y escritora
Vamos, que el feminismo moderno, una vez cumplido sus objetivos básicos, ha continuado evolucionando mal; se ha desvirtuado. Pero ¿ por que ?. Quizás haya sido influenciado por ideas insana, pero ¿ que buscan conseguir con ello.?
Quizás, el feminismo, una vez conseguido sus aspiraciones basicas; ya no tiene más aspiraciones.
Por lo demás, está claro que la civilización humana está condenada por nuestra propia naturaleza.
Iba bien, con esperanza pero pos chale …