Hay que ser realistas con lo que representa China
Pete Hoekstra.- Era imposible no verlo: un gigantesco globo blanco con un enorme panel solar y un paquete de sensores del que aún no se ha informado al público sobrevolando algunos de los emplazamientos militares más sensibles de EEUU. Desde que el globo espía chino atravesó Alaska, Canadá y el territorio continental de EEUU, los detalles que rodean ese vuelo de vigilancia son, en el mejor de los casos, oscuros, pues la Administración Biden ha dado explicaciones confusas, contradictorias y embrolladas a los estadounidenses e incluso al Congreso.
Lo que está claro es que, intencionadamente o no, Pekín ha puesto de manifiesto la necesidad de que EEUU se tome en serio la amenaza que representa el Partido Comunista Chino (PCC), con sus objetivos expansionistas a escala mundial.
La última provocación del PCC luce cada vez más inquietante. Los medios de comunicación e incluso el presidente Joe Biden describen al PCC como un “competidor” y quitan importancia a cualquier posible conflicto. Cuando el CCP envía globos espía por todo el continente, abre comisarías en nuestras ciudades, se infiltra en nuestras universidades, envenena a más de 100.000 estadounidenses con drogas duras cada año y anuncia sus planes para sustituir a EEUU, es difícil sostener que no estamos en una “Guerra Fría” con el PCC, como dicen el speaker McCarthy y Mike Gallagher, presidente del Comité Especial de la Cámara de Representantes sobre la Competencia Estratégica entre Estados Unidos y el PCC,
Es hora de que el Gobierno estadounidense y nuestros aliados se hagan cargo definitivamente del desafío y el peligro que entraña el PCC para Occidente. La actitud mostrada por el PCC con el globo espía no es una anormalidad; forma parte de un patrón peligroso que comprende el robo de propiedad intelectual –desde hace mucho–, violaciones en materia de ciberseguridad; la creciente presencia militar global de China (v. aquí, aquí y aquí), la expansión y modernización de su Ejército y la adquisición de tierras de cultivo cerca de emplazamientos militares estadounidenses. Así las cosas, la Administración Biden debe actuar con más contundencia ante el comportamiento agresivo del PCC; o, con su pasividad, invitará a un desafío aún mayor por parte de China.
Las acciones del PCC durante la pandemia de covid-19 exigen una mayor revisión y escrutinio en Occidente, pues siguen el mismo patrón de imprudente desprecio por la comunidad internacional y tuvieron consecuencias mucho más mortíferas. En un primer momento, el PCC afirmó falsamente que no había indicios de transmisión entre humanos y que el virus no tenía relación con el SARS. Algunos médicos chinos dijeron que fueron reprendidos por funcionarios del PCC por compartir información sobre el brote, y la televisión estatal china los calificó de “propagadores de rumores”.
El PCC prohibió compartir la secuenciación del genoma a la espera de la aprobación del Gobierno de Pekín, y en los primeros días trabajó con la Organización Mundial de la Salud (OMS) para controlar el flujo de información y quitar importancia a la gravedad de la infección. Lo más inquietante es que, aun conociendo la gravedad de la enfermedad, el PCC permitió que miles de personas salieran de Wuhan en vuelos internacionales, a pesar de que restringió drásticamente los viajes internos. Las acciones del PCC dieron lugar a la rápida propagación del virus por todo el mundo, especialmente en Europa, lo que, más allá de la imprudencia temeraria, plantea preguntas legítimas sobre las intenciones chinas. Hasta la fecha, casi 6,8 millones de personas han muerto de covid-19 en todo el mundo; más de 1,1 millones en EEUU.
En el frente económico, se ha dicho que innumerables economías nacionales fueron destrozadas a propósito por la propagación del virus del PCC, aparentemente para suprimir la competencia económica.
El FBI detalla ampliamente las amenazas que supone el PCC para las empresas y la industria estadounidenses, y advierte:
“Los esfuerzos de contraespionaje y espionaje económico procedentes del Gobierno de China y del Partido Comunista Chino constituyen una grave amenaza para el bienestar económico y los valores democráticos de EEUU.”
Hacer frente a esta amenaza debe convertirse en la gran prioridad de contrainteligencia del FBI, no en una simple página en su sitio web.
El empeño chino en atacar a empresas, instituciones académicas, investigadores, legisladores y ciudadanos estadounidenses requiere una respuesta de toda la sociedad. Las embriagadoras décadas de compromiso nixoniano han quedado atrás, y el Gobierno y el sector privado deben comprometerse a trabajar juntos para comprender y contrarrestar mejor la amenaza. Durante la Administración Trump, se estimó que el robo de propiedad intelectual por parte de China le cuesta a Estados Unidos hasta 600.000 millones de dólares anuales. Se trata de costes reales que repercuten en los puestos de trabajo y los medios de vida de todos los estadounidenses.
Por último, es imperativo destacar la crisis de opioides que está causando estragos en todo Estados Unidos y que está alimentada por la PCC. El 99% del fentanilo que entra en el país tiene origen chino, según el congresista David Trone (D-Maryland). El fentanilo es la principal causa de muerte entre los jóvenes estadounidenses. En 2021 se produjeron 70.601 muertes por sobredosis de fentanilo en EEUU, lo que supone casi el doble de las registradas en 2019. Debemos exigir responsabilidades al PCC.
También es importante dejar claro que nuestro adversario no es el pueblo chino, ni las personas de ascendencia o herencia china. La amenaza procede y está dirigida por el Partido Comunista Chino, con los programas y políticas que aplica en todo el mundo. De hecho, los ciudadanos chinos son a menudo víctimas de las brutales políticas del PCC, empezando por los millones confinados en sus propios apartamentos por el Gobierno, sin poder conseguir alimentos ni medicinas. Algunos, incapaces de marcharse, murieron abrasados. La población musulmana uigur, sometida a torturas, represión masiva y genocidio, ha recibido un trato especialmente terrible.
Dados los claros esfuerzos del PCC contra Estados Unidos, ¿por qué sigue habiendo una respuesta tan callada por parte de la Administración Biden? Aunque no lo han dicho explícitamente, una de las razones podría ser el cambio climático.
En la Evaluación Anual de Amenazas elaborada por la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, el cambio climático se identifica como una de las amenazas clave para nuestra seguridad nacional, después de los sospechosos habituales: China, Rusia, Corea del Norte e Irán.
“Consideramos que el cambio climático exacerbará cada vez más las amenazas para los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos, a medida que aumenten el impacto físico y las tensiones geopolíticas sobre cómo responder al desafío.”
Otros informes contradicen claramente la Evaluación Anual de Amenazas y sostienen que 1) “las afirmaciones apocalípticas sobre el cambio climático son erróneas” y que el cambio climático es “un fraude”; 2) China no tiene ningún interés en reducir las emisiones; 3) la energía verde consiste en realidad en una enorme transferencia de riqueza de los pobres a los ricos para “destruir el capitalismo” y castigar a Occidente por haber “sacado de la pobreza a millones de personas y dado forma al mundo moderno”; 4) la reducción de los combustibles fósiles perjudica a los pobres, les golpea con más contundencia; y 5) el cambio climático es básicamente causado por erupciones solares y no hay una bendita cosa que pueda hacerse al respecto. Los intereses creados pueden ofrecer subvenciones a artículos científicos que promuevan sus negocios, mientras que los rayos solares no pueden ofrecer subvenciones.
El experto en clima Bjorn Lomborg escribió:
“Mueren muchas más personas por frío que por calor. Un nuevo estudio publicado en la prestigiosa revista Lancet muestra que cada año alrededor de medio millón de personas mueren de calor, por 4,5 millones que mueren de frío. Como las temperaturas han aumentado en las dos últimas décadas (…) resulta que, como el calentamiento global ha (…) reducido las olas de frío, ahora vemos 283.000 muertes menos por frío (…) No se oye, pero de momento el cambio climático salva 166.000 vidas al año.”
De cara al futuro, el hidrógeno verde podría funcionar, pero actualmente se necesita más energía para producirlo de la que genera. La energía de fusión, de reciente aparición, promete ofrecer lo que será una revolución sísmica en la creación de energía limpia. Mientras tanto, necesitamos los combustibles fósiles.
Sin embargo, John Kerry, enviado especial del presidente Biden para el clima, ha declarado: “China representa el 30% de todas las emisiones. Tenemos que conseguir que China negocie y coopere para reducir las emisiones de dióxido de carbono”.
Kerry cree que las cuestiones climáticas deben recibir un tratamiento especial en las consideraciones políticas:
“El clima es un problema universal, una amenaza universal. Sin ideología política, sin partido político. No representa la competencia mundial. Representa una amenaza global para el mundo, que los dos mayores emisores y las dos mayores economías podrían beneficiar enormemente al mundo uniéndose y cooperando para intentar hacerle frente.”
Esta forma de pensar de la Administración Biden probablemente contribuye a la falta de una respuesta contundente, incluso cuando parece estar surgiendo un consenso bipartidista en el Capitolio sobre la creciente amenaza del PCC. Independientemente de la posición de cada uno sobre el cambio climático, el descarado vuelo del globo espía ha dejado pocas dudas sobre la amenaza que representa el régimen comunista chino. Ya es hora de que todos los estadounidenses la reconozcan y actúen en consecuencia.