El enigma Taiwán y el oro de China
Patxi Balagna.- Los primeros europeos en llegar a esta hermosa isla fueron los Portugueses, que, efectivamente, la bautizaron como Formosa en 1544; por lo cual aparece la isla de Formosa en mapas europeos a partir de la década de 1550. La presencia española en la isla comenzó en 1626, cuando el reino luso y el ibero estaban bajo el mando de una misma corona, la del el rey Felipe IV de España y lll de Portugal. Durante un período de sesenta años, de 1580 a 1640, Portugal y España estuvieron bajo la misma corona, en unión personal conocida como la «Unión Ibérica».
La expedición española dirigida por Don Antonio Carreño de Valdés (capitán y sargento mayor) llegó a Taiwán y estableció una colonia en el norte de la isla. En 1629, construimos el precioso y estratégico Fuerte de Santo Domingo en Tamsui – San Salvador para los españoles -, que se convirtió en el centro de nuestra actividad en la isla. Taiwan dista de la China continental 86 Millas Náuticas -160 km-. A la velocidad máxima de un galeón de la época (10 nudos), los españoles estábamos a 8 horas de distancia del rico y milenario imperio del dragón.
Yo he vivido en Taiwán bastante tiempo y he ido a visitar este fuerte y esa zona muchas veces. Tamsui o «Dansuei»está muy cerca de la capital, Taipéi y se puede llegar —en moto— muy rápidamente desde el centro.
Este precioso y romántico estuario se ha convertido con el tiempo en un lugar sumamente frecuentado.
En aquella época era desde luego el punto más estratégico para organizar un puerto y enclave militar. Curiosamente, yo he tenido dos novias taiwanesas cuyos padres habían pertenecido a las fuerzas especiales del ejército. Ambos pertenecientes al «Comando de Operaciones Especiales de la Marina». La fuerza de elite y más letal de todo el ejército taiwanés(中華民國國軍). En Chino se conoce como: «海軍特戰指揮部» (Hǎijūn tèzhàn zhǐhuī bù). Uno de ellos, me solía contar como – en tiempos de máxima tensión – hacían incursiones nocturnas a la China comunista y como traían orejas cortadas de soldados del PLA como «souvenir».
El Imperio español también ocupó el puerto de Keelung, al noreste de lo que hoy es Taipéi. La bahía de Keelung (cuarta ciudad en importancia en la actualidad) era también sumamente estratégica y perfecta para fondear. De hecho, no mucho tiempo atrás (2003-2008) aún había un «crucero especial» qué zarpaba a aguas internacionales por la noche y volvía al día siguiente. Aquello era tan solo para poder «jugarse las pestañas» en el casino – prohibido en el país – y poder renovar el visado. Yo mismo tomé aquel barco tan divertido en muchas ocasiones. Todavía hoy es el segundo puerto más importante del país.
Taiwán, además de español y portugués, perteneció a los neerlandeses y posteriormente a los Nipones.
Formosa estuvo bajo control japonés durante 50 años, desde 1895 hasta 1945. Después de la Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895), China fue obligada a ceder Taiwán a Japón en virtud del Tratado de «Shimonoseki». Durante los siguientes 50 años, Japón implementó un programa de modernización en Taiwán y realizó grandes inversiones en infraestructura, educación y salud pública.
Esos 50 años de influencia japonesa, aún se pueden percibir en ciertas facetas de la vida en Taiwán. La población es casi tan educada y respetuosa como la nipona – y esto es decir, mucho -. No tan organizado como Japón, ya que Taiwán tienen su propia esencia china y tropical.
Taiwán es un país muy seguro y sumamente moderno.
Consta de una población de 23.6 millones y del índice de natalidad más bajo del mundo (1,07), por debajo de Corea del sur y Japón.
Actualmente, el país que produce más semiconductores en el mundo es Taiwán. Según el Consejo de Desarrollo de Comercio Exterior de Taiwán, en 2020, Taiwán produjo alrededor del 63% de los chips de memoria del mundo y alrededor del 92% de los chips de contratos de fabricación (semiconductores producidos por una empresa para otra). Empresas como TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) y UMC (United Microelectronics Corporation) tienen una gran presencia en la fabricación de semiconductores a nivel mundial. Otros países como Corea del Sur, Japón y Estados Unidos también tienen importantes empresas de fabricación de semiconductores, pero actualmente Taiwán es el líder en la producción mundial de semiconductores.
En la actualidad, Taiwán tiene mucho de norteamericano. La influencia «gringa» es más que notable y los norteamericanos no cejan en su empeño por adquirir más. Los «taxis» son amarillos como en Nueva York, los coches de policía, calcados a los americanos y las señales de tráfico, directamente las mismas. En lugar de despedirse con un «zài jiàn« («再见«) todo el mundo utiliza el cacareado y simple «bye«(deformación del latín «via«; good bye = «buena via«). Lo mismo ocurre con muchas palabras que se han adoptado de la lengua anglosajona. Cierto que ocurre esto mismo en muchos países del resto de Asia y del mundo, incluso en España se está alarmantemente perdiendo incluso nuestro bello y rico lenguaje. Si tuviera que calificarlo en términos de influencias extranjeras, expondría que Taiwán tiene un 40% de influencia China, un 40% de norteamericana, un 15% de Japonesa y un 5% de europea (mayoritariamente Francesa).
Comunismo y guerra mundial
La Revolución Comunista en China comenzó en la década de 1920 con la fundación del Partido Comunista de China (PCCh) en 1921. En ese momento, China estaba gobernada por el Partido Nacionalista de China, también conocido como el Kuomintang (KMT), liderado por Sun Yat-sen. El PCCh, liderado por Mao Zedong, buscaba establecer un estado comunista en China implementando la doctrina marxista.
En 1923, Sun y el representante soviético en Shanghai, Adolph Joffe, prometieron ayuda soviética para la unificación de China en el Manifiesto Sun-Joffe, una declaración de cooperación entre la Comintern ( Internacional Comunista), el Kuomintang y el Partido Comunista Chino (PCCh).
Adolph Abramovich Joffe, era un millonario ucraniano de origen judío «karaita» nacido en Crimea. Participó activamente en la Revolución Rusa de 1905. Se acercó a la posición de León Trotsky y le ayudó a editar Pravda de 1908 a 1912, mientras estudiaba medicina y psicoanálisis con Alfred Adler (si, también de la misma «cuchipandi» que Joffe).
En 1919-1920, Joffe fue miembro del Consejo de Trabajo y Defensa y Comisario del Pueblo (ministro) de Control Estatal de la República Soviética de Ucrania.
Mientras estaba destinado en China, Joffe viajó a Japón en junio de 1923 para resolver las relaciones soviético-japonesas. Las negociaciones resultaron largas y difíciles, y terminaron cuando Joffe enfermó gravemente y tuvo que ser enviado de vuelta a Moscú. Tras una recuperación parcial, fue miembro de la delegación soviética en Gran Bretaña en 1924 y representante soviético en Austria entre 1924 y 1926.
El encargo era muy claro: impedir por todos los medios que China entrara en la futura guerra mundial apoyando a los Japoneses y a los nacionalistas europeos. De haber sido así, Japón y China unidas, el «asunto» en Asia, se les hubiera complicado mucho para los aliados. Para ello, Joffe (apodado «V. Krymsky»), fue el encargado de crear una ilusión para que los nacionalistas no tomaran parte activa en la gran guerra que se avecinaba. Consiguió separar a los chinos nacionalistas de los japoneses imperialistas, incluso enfrentarlos. Al final, los japoneses entraron en China porque se habían percatado de las artimañas y aviesas intenciones de los occidentales y de los comunistas para debilitar las soberanías asiáticas y someter Asia.
Shanghái, – lugar que conozco igualmente bien, por haber vivido ahí – en los años 30, era un oasis multicultural, que incluía a residentes británicos, franceses, estadounidenses y rusos, entre otros. Era uno de los pocos lugares en los que se garantizaba la aceptación de refugiados judíos, sin necesidad de visado.
En 1941, Japón se apoderó de Shanghái. Actuando bajo coordinación con las fuerzas de Hitler, las tropas japonesas reunieron a todos los judíos de la ciudad y los confinaron en Tilanqiao.
Había nacido así el «gueto judío de Shanghái» donde 15,000 judíos permanecieron ahi, hasta la expulsión de los nipones.
La guerra mundial finalizó en Asia, gracias a que los «buenos amantes de la paz y de la libertad» lanzaron dos artefactos nucleares sobre mujeres y niños en las ciudades hospitales – y de mayor población católica – de Hiroshima y Nagasaki.
Los del Kuomintang (KMT) , o sea, el gobierno legítimo de la China nacionalista, liderados por Chiang Kai-shek (el generalissimo), tuvieron que retirarse a la fortaleza-isla de Taiwán. Antes de eso, enviaron las inmensas reservas de oro de la milenaria civilización china, hacia Estados Unidos. Supuestamente, para que estuviera a buen recaudo y no cayera en manos de los comunistas.
Mao zetung, se apoderó de todo -el antes maravilloso imperio Chino- y empezó a cortas cabezas para forzar la ideología de la horda roja. Destruyo todo lo que rememorara a aquella elegante y refinada cultura ancestral para imponer la dictadura de un proletariado que no sabía ni escribir y casi, ni leer.
La escabechina – y nunca mejor dicho – de Mao fue mítica, ya que hasta los médicos tradicionales (medicina china) fueron «pasados por la piedra» sin contemplaciones.
El gran dragón había sido degollado con la hoz y aplastado con el martillo comunista. La gran China había sido descabezada y su rica historia y tradiciones ancestrales, relegada a una pequeña isla del pacífico.
Tiempos modernos
Taipéi posee uno de los edificios mal altos del planeta, el TAIPEI 101 ( «I LIN I» para los locales, o sea – uno, cero, uno). En algún momento, fue el edificio más alto del mundo (101 pisos en 508 metros). Sito en la zona más moderna y centro financiero de la capital, este edificio enorme tipo pagoda, encierra – para algunos – un simbolismo oculto.
El «0» que reside en medio de la cifra, simboliza el mundo, y los «unos», simbolizarian los límites. O sea, el control del mundo, manifestado en numerologia oculta. Nos recuerda a la «habitación del pánico»,- la habitación 101-, en la novela distópica de Orwell – 1984 -.
También podría representar «el cornuto» o el signo de Voor. El cornuto (los cuernos) se hace levantando el dedo índice y el meñique mientras los demás permanecen ocultos.
Fue un símbolo o mudra utilizado por los antiguos sumerios para invocar a sus dioses, especialmente a «Ishtar», conocida también con el nombre de «Inanna», diosa madre asociada además con la guerra, la sexualidad y la prostitución, de hecho, se creían que esta diosa era la cortesana de todos los dioses sumerios.
¿Tienes presenta la estatua de la libertad en Nueva York? Pues estás viendo a Innana y a Ishtar.
En esa misma ciudad («NY» para los modernos), se encontraban, las Torres Gemelas, también conocidas como el World Trade Center (centro de intercambio del mundo). Tenían 110 pisos (417 metros) cada una, antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Algunos piensan que también había numerología oculta en ese «110». El mundo aún no estaba controlado y por eso, los edificios fueron «demolidos» – entre otras razones, claro -.
Mientras el despistado presidente George W Bush, leía placidamente un libro al revés en un parvulario, dos aviones de línea impactaron contra las dos torres derribando tres edificios.
¡Sí, sí, tres!
EL WTC 7, tenía 47 pisos y se debió «desmayar del susto».
El hierro -que se derrite a 1538 grados Celsius-, se derritió en ambos edificios con todo lo que había dentro.
Dato curioso e inverosimil: El pasaporte de Mohamed Atta – uno de los supuestos terroristas que secuestro los aviones -, apareció intacto.
Apuntan algunas fuentes, que precisamente al día siguiente del «ataque», el día 12 de septiembre del 2001, acababa el plazo para devolver el oro Chino a la república de china, o sea, a Taiwán (ROC).
Ese oro, aún no ha sido devuelto.
La amenaza china, le sale muy rentable a los Estados Unidos.
Taiwán les compra armamento y los necesita para defenderlos de una anexión que a los estadounidenses no gustaría nada.
De hecho, Taiwán necesita a los norteamericanos, para ser considerados un país como tal y así mantener su autonomía de la China continental.
¿Y el oro? Un enigma.