Un informe destaca el rol de mujeres yihadistas en la difusión de propaganda tras cuatro detenciones en España en 2022
Un informe del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) destaca el “rasgo común” de las cuatro mujeres detenidas en España en 2022 en operaciones contra el terrorismo yihadista por su “papel activo en cuanto a la creación y difusión de contenido propagandístico, así como su implicación en labores de radicalización”.
El ‘Anuario del terrorismo yihadista 2022’ analiza las 27 operaciones que dejaron 46 arrestados y, entre sus apartados, aborda el “creciente protagonismo que la mujer comienza a tener dentro del movimiento yihadista, adquiriendo un papel más activo y participativo”.
“Así ha quedado constatado a través del perfil analizado de las cuatro mujeres detenidas el último año por su implicación en actividades yihadistas y relacionadas directamente tanto con la creación y difusión de contenido propagandístico como con la financiación del terrorismo”, sostiene Carlos Igualada, director del OIET.
MÁXIMO DE DETENIDAS EN CINCO AÑOS
Las cuatro detenidas en España por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado supone un “nuevo máximo en términos porcentuales” que no se había recogido en las cinco ediciones anteriores de la investigación de este organismo impulsado por COVITE. De hecho, recuerda que en 2021 no hubo ninguna mujer entre los arrestados.
El investigador se centra en las dos jóvenes de 23 y 29 años y nacionalidad española detenidas en Melilla en el marco de la ‘Operación Marzu’ a principios de octubre, puesto que “representan a la perfección este papel adquirido por la mujer dentro del yihadismo actual”.
“A ambas se les asignaban labores relacionadas con la edición de material yihadista que posteriormente era utilizado para labores de captación y adoctrinamiento. También se les atribuían actividades relacionadas con labores de radicalización online y mantenían relación tanto con otros individuos detenidos por terrorismo, como con combatientes terroristas extranjeros (CTEs)”, apunta.
El anuario de OIET analiza también las repatriaciones de las españolas Yolanda Martínez y Luna Fernández, provenientes de los campos de detención sirios, al entender que “se suman a la cada vez más amplia lista de mujeres europeas que se trasladaron a Iraq y Siria para unirse a Daesh, Al Qaeda o grupos afines”.
MAYORÍA DE MARROQUÍES Y ESPAÑOLES
por su participación en actividades relacionadas con el yihadismo presentaban nacionalidad española o marroquí. En concreto, 18 fueron marroquíes y 15 españoles, habiendo además seis pakistaníes, cuatro argelinos, dos libios y un albanés. Las 27 operaciones es la cifra más alta desde 2017.
“Se aprecia la existencia de múltiples perfiles yihadistas que imposibilitan el establecimiento de elementos comunes que permitan identificar a todos ellos bajo un mismo patrón. Que en 2022 se haya producido la detención tanto de un menor de 15 años como de una anciana de 72 años plasma por sí mismo y de forma gráfica esta realidad”, explica Igualada.
Contra la idea “errónea” de que el perfil de individuo asociado a prácticas yihadistas es alguien aislado, Carlos Igualada documenta que 27 de los detenidos en España se encontraban en situación activa, “es decir que tres de cada cuatro tenían un trabajo en el momento en el que fueron arrestados”.
Además, subraya que otros tres de los nueve restantes se encontraban inactivos, siendo estos un menor detenido en Algete (Madrid), la mujer de 72 años detenida en San Antonio de Benafeger (Valencia) que es pensionista y el detenido en la ‘Operación Taquiyya’, que había estado en prisión preventiva.
El informe mantiene a Burkina Faso y Mali como “centro gravitatorio de la actividad yihadista global” en 2022, un año en el que se produjeron al menos 2.270 atentados terroristas en los que perdieron la vida 8.305 personas. Comparativamente, la actividad terrorista ha aumentado, aunque baja la mortalidad, en parte por el efecto provocado en la estadística por el retorno talibán al poder en Afganistán.
También se menciona como hitos el descabezamiento del liderazgo yihadista de Al Qaeda y Daesh, así como la “fase de crecimiento” de ataques contra poblaciones cristianas, citando a países como República Democrática del Congo y Mozambique.