Al más rancio estilo de una república bananera
Eugenio Fernández Barallobre.- Desgraciadamente, a cada paso, España se parece más a una república al más rancio estilo bananero/bolivariano, una de esas -Venezuela, Colombia, Brasil, Argentina, Cuba, Bolivia, etc.- que tan bien conocen la malvada podemía y sus huestes.
Ahora todo apunta a que los próximos comicios, tanto los municipales como los legislativos, se pueden ver empañados por el fraude electoral a base de compra de votos y de otras artimañas en las que son doctos, con premio final de carrera, la izquierda y la ultraizquierda.
Si los españoles nos dedicásemos a conocer un poco más de nuestra historia más allá de esa que llevan años vendiéndonos estos que nos desgobiernan y que no deja de ser un montón de malvadas patrañas, sabríamos lo que sucedió en aquellas burdas elecciones de febrero de 1936 que dieron el “triunfo” al frente popular y que, desgraciadamente, provocaron una guerra civil tan solo cinco meses después.
El pucherazo fue de un calibre tan manifiesto, como muy bien relatan los autores de la obra “1936. Fraude y violencia en las elecciones del frente popular”, que, a todo aquel que todavía tenga el cuajo de hablar de que el levantamiento de julio de 1936 fue contra el poder legalmente establecido, se le debería caer la cara de vergüenza por muy poco que le quede de dignidad.
Aquello fue un fraude en toda regla. De una parte, el terror infundido al pueblo en aquellos manifiestos guerracivilistas de tipos perversos como Largo Caballero, y de otra, el pucherazo hasta límites insospechados con actas de mesas tachadas y reescritas y otras maniobras por el estilo que demostraron que aquello era cualquier cosa menos democracia.
Hoy, ochenta y siete años después, con los mismos perros, aunque con distinto collar, parece que la historia puede repetirse.
No llega con financiar a vagos y maleantes; con comprar los votos de los jóvenes a base de paguitas y viajes al extranjero; con financiar el cine a los mayos de 65 años; con mantener chiringuitos de amigos y correligionarios; con seguir prometiendo lo que no se va a poder cumplir -vivienda, trabajo, etc.-; con pagar a cualquier extranjero que venga un subsidio mayor que la pensión que cobran muchos españoles… Por si todo eso no fuese suficiente, ahora la sombra del fraude, del voto comprado, a buen seguro con el dinero de todos, está planeando sobre las próximas elecciones lo que pone en entredicho el prestigio de España a nivel internacional.
Es posible que en países bananeros como los citados, gobernados por el nuevo comunismo, ese del foro de Sao Paulo del que tanto sabe el indigno Zapatero, o en otros del tercer mundo se puedan dar fraudes electorales; de hecho, así ha sucedido en Brasil no hace mucho y en diferentes países hispanoamericanos, sin embargo, semejante situación, al menos hasta ahora, creíamos que no podría ser posible en uno de los miembros de la democrática Europa y, pese a todo, puede ser que se dé a la vuelta de unos días.
Los socialistas, al menos estos que hoy se tildan de tal, herederos de aquellos de febrero de 1936, son expertos en este tipo de maniobras, incluso en su fuero interno ya que conocemos maniobras de este estilo realizadas en sus asambleas locales para elegir candidatos a la alcaldía de la ciudad de turno. De hecho, todavía no hace mucho tiempo, un sector de la asamblea local de La Coruña recurrió la forma de confeccionar la lista de candidatos al Ayuntamiento de la ciudad. Por tanto, si se saltan las reglas en su propia casa, se puede esperar cualquier cosa.
Las elecciones a los Ayuntamientos están ahí, a la vuelta de doce días. La izquierda y sus socios de la ultraizquierda saben que todas las gatadas que han hecho a lo largo de los últimos años les van a pasar factura; qué lo de los asesinos etarras en las listas electorales constituye un baldón para estos que hoy detentan el poder; que el abandono de nuestra agricultura, de nuestra ganadería, de nuestra industria es algo difícil de perdonar; que las leyes sectarias que han impulsado tienen que ser de inmediato derogadas; que la corrupción galopante y el amiguismo tienen un precio que deberán pagar; que los pactos con podemitas, golpistas, filoterroristas y delincuentes es imperdonable. Todo ello, les está haciendo ver que perderán el control sobre España y que lo perderán para mucho tiempo, al menos hasta que no se regeneren y regrese la cordura y la gente de bien a sus listas electorales. Por ello, hay que valerse de otros medios para tratar de mantenerse en el machito y uno de ellos es, precisamente, el fraude electoral.
Así que, cara al 28 de mayo, cuidadín, cuidadín que estos nos la quieren meter doblaba.