NO
No creas sus veredictos, no asumas como un dogma el pragmatismo de sus ecuaciones ni sus elementales sofismas ni sus premisas ni sus conclusiones. Que no te narcotice su dialéctica ni la fanfarria de sus victorias. No te duermas en sus coplas ni te acunes con sus nanas. No sigas a sus flautistas. No te enredes en su estrategia. Que no te acorralen sus ultimátums. No eches los naipes en sus encrucijadas. No aceptes el órdago de su éxito, no te rindas a su simpleza. Ellos no eran cuando la filosofía que hoy esconden ayer los engendró. Sus valores y sus eternos principios sólo salpicaron sus camisas, que hoy mudan buscando el apresto de lo nuevo en la vieja naftalina de otro aliño indumentario. Nuestros himnos sólo son viejas canciones para ellos, que hoy no quieren escuchar porque no quieren recordar la impostura de lo que fueron en la cálida rentabilidad de lo que hoy son.
No. “Nosotros somos quien somos”, no “damos cuerda al recuerdo” porque nada tenemos que olvidar ni que hacernos perdonar. Cuando te pregunten ¿qué y quiénes somos?, responde con la modestia que sólo habita en el orgullo antiguo: “Somos bárbaros, sencillos/ Somos a muerte lo ibero que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero”. Reirán condescendientes y te preguntarán, como se le pregunta a un niño, como se le pregunta a un loco, ¿qué pretendéis, qué queréis, donde vais? Responde con las banderas que izas y las palabras que las custodian: “Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño. España mía, combate. Con amor te deletreo.” Y después, sigue a pie por las viejas calzadas, sólo ellas conducen a los escoriales y a los alcázares del futuro.