La crisis de Podemos y la defunción de Cs el 28-M cierran el ciclo de la ‘nueva política’
Primero lo hizo Inés Arrimadas y apenas 24 horas después Alberto Garzón. Dos de las principales figuras políticas que emergieron durante la crisis del bipartidismo, a raíz del colapso económico y social que se inició en 2008, han bajado los brazos tras unas elecciones desastrosas para los intereses de sus fuerzas políticas. Lo hicieron tras verse abandonados por los votantes y hastiados de las luchas internas,. No son los primeros, siquiera los más destacados, en tirar la toalla. Antes lo hicieron Albert Rivera y Pablo Iglesias, quienes por un momento llegaron a verse como presidentes del Gobierno.
El jueves, Arrimadas, la candidata que batió al independentismo en Cataluña en 2017, anunció que abandona la política. Lo hizo un día después de que el partido que lideró tras la renuncia de Rivera decidiera que no se presenta a las generales del próximo 23 de julio ante su estado de debilidad económica y programática. La dirección de Ciudadanos arguye que su estrategia es rearmarse de cara a las europeas del próximo mayo, pero la ausencia en sus listas de su principal figura pública de cara al 23-J se traduce, sin ambages, una defunción política.
La estela marcada por la ex dirigente de la formación liberal la siguió Garzón pocas horas después. El ministro de Consumo no se presentará como candidato al Congreso en las elecciones del 23 de julio. El líder de Izquierda Unida y ministro de Consumo lo anunció a través de un comunicado en el que señaló que tomó la decisión el pasado martes y a continuación se la comunicó a Yolanda Díaz. Garzón, no obstante, asegura que no abandona la política y seguirá ejerciendo como coordinador federal de IU. Un mensaje a los militantes que anticipa un traspaso tranquilo de poder dentro de esta coalición izquierdista que nació a cuenta del referéndum de la OTAN de 1986 y que tuvo como principal referente a Julio Anguita.
Apoyo a Sumar
Pese a no concurrir a los comicios, el titular de Consumo deja claro su absoluto compromiso con Sumar. Lo deja claro en un momento en el que Díaz y Podemos negocian a contrarreloj para presentarse en coalición el 23-J. El principal objetivo, resalta Garzón en su comunicado, es que Díaz sea presidenta del Gobierno. Las palabras del ministro suenan a despedida. Tanto que reconoce el desgaste personal de los últimos cuatro años dentro de un Gobierno que nada más aterrizar se tuvo que enfrentar a la pandemia y después a las consecuencias económicas de la invasión de Ucrania.
Este paso al lado del líder de IU fue elogiado este viernes por Díaz, pese a que ambos rompieron a cuenta de la negociación de investidura fallida de Pedro Sánchez en abril de 2019. Mientras que Garzón asumió un Gobierno en solitario del PSOE, la vicepresidenta segunda fue una de las más firmes defensoras de la repetición electoral. A causa de aquella pelea Díaz rompió su carnet del PCE. «Alberto siempre sabe donde estar», valoró Díaz ayer sin tratar de cobrar cuentas pendientes. Gaspar Llamazares, ex líder de IU y quien después fue expulsado del partido por la propia ejecutiva de Garzón, alabó la «generosidad» en favor de Sumar.
Las alabanzas llegaron incluso desde Podemos y eso que el propio Garzón reconoce que hace meses que no habla con Pablo Iglesias, quien desde la sombra mantiene una inmensa influencia sobre la formación que líderó hasta 2021. Tanto Ione Belarra como Irene Montero no escatimaron elogios hacia su aún compañero en el Consejo de Ministros. «Somos militantes así que esto no es un adiós, seguiremos haciendo política para mejorar la vida de la gente», declaró Montero.
Las buenas palabras, escritas a modo de despedida dentro del espacio de Podemos y la nueva izquierda que trata de consolidar Díaz, no ocultan las diferencias entre las diferentes corrientes que se ven obligadas a confluir en Sumar o de lo contrario verse relegadas a la irrelevancia. Tanto que el paso al lado del líder de IU supone una invitación para que otros dirigentes políticos sigan sus pasos e, incluso, renuncien a postularse a las elecciones en beneficio de las fuerzas de izquierda. Una de ellas sería la propia Irene Montero, a la que las rebajas de penas a miles de delincuentes sexuales a cuenta de la ley del ‘solo sí es sí’ ha supuesto un inmenso desgaste político que ha contagiado tanto a su partido como al gobierno de coalición de Sánchez.
Doce años en el Congreso
Garzón entró en el Congreso en 2011 con tan solo 26, siendo entonces el diputado más joven de la legislatura. En 2016 sustituyó a Cayo Lara al frente de Izquierda Unida, un puesto desde el que luchó por la confluencia con Podemos. Pese al rechazo inicial de un Pablo Iglesias entonces al alza, ambas formaciones conformaron Unidas Podemos de cara a las generales de junio de ese año.
En 2019 fue nombrado titular de Consumo por Pedro Sánchez dentro del cupo de carteras que le correspondía a Unidas Podemos dentro del acuerdo de la coalición progresista.
A lo largo de estos casi cuatro años, y pese a las limitadas competencias de su departamento, Garzón ha sido objeto de numerosas críticas y centro de no pocas políticas. Sucedió por ejemplo, cuando atacó las macrogranjas, lo que levantó en armas a la poderosa industria cárnica y le valió la censura de sus socios socialistas.
Garzón se marcha de momento. Podría ser ministro de nuevo en caso de que surja una mayoría de izquierdas de las urnas. De darse esta posibilidad, IU volverá a exigir su porcentaje dentro del Consejo de Ministros. Y su líder podría volver a formar parte del Gobierno si lo quisiera y fuera designado por el presidente del Gobierno. Alberto Garzón juega con esas nuevas cartas. Conserva el liderazgo de Izquierda como firme aliado de Yolanda Díaz.