La ideología del PP actual coincide más con la del PSOE o con la de Podemos que con la de VOX
Sobre el adjetivo moderado, el Diccionario de la lengua española nos ofrece cuatro acepciones: 1) Que tiene moderación. 2) Que guarda el medio entre los extremos. 3) Que no es extremista. 4) En el siglo XIX español, seguidor de un partido liberal que propugnaba la moderación en las reformas y el mantenimiento del orden público y el principio de autoridad. Ninguna de las cuatro encaja en el significado que le dan los políticos, referido en este momento de pactos de gobernanza a Sánchez, a Feijóo y a Abascal.
Abascal está condenado a cabalgar con el sambenito de ultraderechista porque ha asumido los principios y valores que otrora tuvo un Partido Popular, desprovisto hoy de espiritualidad y ciencia moral. Para Sánchez, situado en el extremo más radical de la historia de la democracia, se es moderado si se le aplauden sus ideas y se acepta un diálogo previo a la rendición. Por eso, cuando Feijóo aprueba las ocurrencias de la izquierda se le premia con el galardón de moderado. Y él mismo hace alarde de serlo porque ha integrado la ideología moral de la izquierda. No pueden estar más equivocados, porque ambos confunden moderación con relativismo. Parecen desconocer que existen definiciones objetivas de las cosas y los conceptos, amén de una ética entendida como atemporal, que es inalterable, en la que no cabe la equidistancia. De ahí que los discursos estén plagados de falacias.
No se puede presumir de moderación y aceptar ideas y acciones que nada tienen que ver con el justo medio. Ser moderado no es decantarse a favor del aborto, la eugenesia, la eutanasia, la ley trans y todo el universo queer y foucaultiano con todas sus perversiones. Ser moderado no es proponer el movimiento minoritario LGTBI como paradigma de avance social. Ser moderado no es impulsar leyes para que los niños sean propiedad del Estado. Ser moderado no es inspirar distopías como cambiar en el Código Civil el concepto esposo por “cónyuge 1” y esposa por “cónyuge 2”; o padre por “progenitor A” y madre por “progenitor B”. Ser moderado no es apoyar una ley de violencia de género injusta y totalitaria, que discrimina a los hombres y los criminaliza, sin derecho a una defensa justa. Ser moderado no es propiciar que los drag Queens acudan a los colegios a enseñar a los niños de corta edad a masturbarse o a experimentar sexualmente entre compañeros del mismo sexo. Ser moderado no es prohibir el asesoramiento a las mujeres que van a abortar sobre las consecuencias del Síndrome Postaborto. Ser moderado no es amenazar a los psicólogos que tratan casos de homosexualidad a petición de los propios pacientes. Ser moderado no es eliminar de calles y plazas los nombres de los que ganaron la guerra, ni apoyar el derribo de cruces o la profanación de tumbas de personajes históricos. Ser moderado no es eliminar ritos católicos para que algunos inmigrantes no se sientan ofendidos, mientras se publicita el Ramadán o el Año Nuevo chino. Ser moderado no significa tragar las mentiras de la izquierda, ni aceptar su falaz memoria histórica y seguir fomentando la leyenda negra.
Se lo decimos a Feijóo, que presume de moderado porque ha integrado todas las consignas de la izquierda que acabamos de enumerar, todas ellas deformantes, además de constituir un grave peligro para la sociedad, en cuanto al equilibrio físico, mental y espiritual de las personas. ¡No habrá centros y profesionales para tratar todos los trastornos derivados de estos extremos!
Pero el mensaje va dirigido asimismo a quienes se extrañan estos días de que Feijóo prefiera pactar con los socialistas que con VOX. Es preferible que se retrate y dé a conocer sus auténticas intenciones. El PP y VOX no comparten ideología. VOX es el PP de hace años, y el Partido Popular actual se ha convertido en un grupo amorfo y progre sin ningún tipo de compromiso moral. Del humanismo cristiano de sus estatutos no quedan ni las raspas. Hay que decir que en este aspecto han presionado las élites laicistas del “Dios ha muerto”.
Es cierto que en el PP, más que en otras formaciones, hay que diferenciar entre los militantes/votantes, que viven del recuerdo del pasado y apenas se enteran de los planes marcados por el globalismo, y los profesionales de la política que ocupan las bancadas del Congreso y el Senado. Los primeros creen que Feijóo es el chico sabio y bueno, en las antípodas de Sánchez, que viene a organizar el caos que dejará el actual habitante del Palacio de la Moncloa. Siento decirles que están muy equivocados, dado que sirven a los mismos amos. La ideología de los actuales políticos del Partido Popular –algunos llevan tres o cuatro legislaturas— es muy difusa y relativista. Lo mismo podrían ocupar un escaño del PP, que del PSOE, de Ciudadanos e incluso de Podemos. En los temas que acabamos de enunciar están prácticamente de acuerdo, con pequeñas diferencias de matices que no cambian su esencia.
Dejamos para otro momento el resto de coincidencias entre PSOE y PP relacionadas con los planes de la Agenda 2030, entre ellas la aceptación del dogma del cambio climático y la entrega de la gestión de la salud a la OMS, que pone a los ciudadanos a los pies de los megalómanos que nos consideran poco menos que gusanos. ¿Realmente necesitamos a los políticos?
¿ Para qué perder tiempo? Agenda 2030 y ya está.
Efectivamente, toda la clase política está a favor de la A. 2030, así que…….