AR.- “Llevo más de veinte años en el Partido Popular. ¿Ves el carnet? Soy yo, esto es para lo que vale”. El hombre saca una tarjeta del PP, la estruja hasta romperla y amaga con tirarla al suelo, pero se contiene. “Me convenciste en el debate”, confiesa. Frente a él, una sorprendida Macarena Olona sólo es capaz de soltar un “uy” antes de fundirse en un abrazo con su ‘nuevo’ fan. O no tan nuevo.

El vídeo en plena campaña electoral de la candidata de Vox a la Junta de Andalucía convenciendo a un militante descontento con el PP fue publicitado por todas las redes sociales del partido, incluidas las de la candidata, como un encuentro fortuito durante un paseo por un mercadillo ambulante de Dos Hermanas, pero era un montaje. El hombre se llama José Antonio García Cuestas, de profesión cocinero, y, aunque sí fue militante del Partido Popular en el pasado, llevaba colaborando con Vox desde 2019 y pertenecía a su agrupación de Sevilla.

Este “montaje” debería haber servido para sembrar la inquietud sobre la vidriosa personalidad de Macarena Olona, cuya continua y ridícula sobreactuación en la campaña para las elecciones andaluzas no parece que fuera un caso accidental. “Crees que conoces a una persona y al final te das cuenta que no”. Un ex militante crítico de Vox en Granada expresa así lo que hoy está en boca de muchos tras el permanente exhibicionismo de quien sostiene hoy una cosa contraria a la que mantendrá mañana, deviniendo así en puro esperpento.

La misma noche electoral, sin tiempo aún de digerir el revés a su soberbia de los votantes andaluces, Macarena Olona juró y perjuró que cumpliría el mandato de sus electores manteniéndose al frente de la oposición de Vox en el Palacio de las Cinco Llagas. Poco le duró este loable propósito. Al día siguiente ya maniobraba para que Abascal la rescatara, con un asiento en la Cámara Alta, de su irrelevante tarea política asignada en Andalucía. Y es que a Macarena, no nos engañemos, lo que en el fondo le gusta son los focos, el brillo mediático, la purpurina, el piropo ramplón de sus frikincondicionales, sentirse protomártir cuando le vienen mal dadas. Macarena es como los vampiros, que cuando prueban la sangre humana, ya no pueden vivir sin ella. Y a Macarena lo que le pone es el flujo sanguíneo del espectáculo. Por eso avisamos a la cúpula de Vox que se tomara en serio el órdago de esta desequilibrada política, que quiso volver al partido verde, solo un mes después de anunciar que abandonaba la carrera política por motivos de salud. “Ha llegado el momento de poner fin a esta etapa por razones médicas ajenas a mi voluntad”, anunció en una carta publicada en Twitter.

Milagrosamente, Macarena se repuso de sus supuestos problemas de salud en un tiempo récord. El milagro pudo deberse a lo que ella misma contó con la mayor naturalidad: la intercesión de una Virgen desconocida que se le apareció en pleno sueño, y cuyo rostro reconoció días después en la catedral de Panamá, donde había acudido para rendir homenaje a su padre, fallecido pocas semanas antes. Imagine el lector el cachondeo de la izquierda si la visita onírica de la Virgen hubiese tenido a Isabel Díaz Ayuso como anfitriona.

Pero debemos aceptar que aquella Macarena que entusiasmó a tantos incautos en el Congreso, era solo el disfraz que nos impedía ver a la inútil farsante que lleva dentro.

Tampoco parece que la ‘mushasha’ salobreñera ande muy sobrada de escrúpulos. Así, la hemos oído sostener los bulos más burdos o las afirmaciones y propuestas más absurdas. A costa de lo que sea. Y si cuela, cuela.

Dijo por ejemplo que hoy Federico García Lorca votaría a su ex partido, para asegurar a continuación que si Julio Anguita viviera, sería de Vox. Lo mejor de todo esto, es que no hace falta ni imaginar qué opinaba Anguita de Vox. Porque ya lo dejó bastante claro en vida.

Posteriormente dijo que entrar en política le había costado la friolera de 60.000 euros cada año. Y aunque admitimos ser bastante lerdos en matemáticas, por muchas vueltas que se le dé, no nos salen las cuentas. Macarena Olona recibía la mayor cuantía de dinero público al año, ya que contaba con un salario bruto anual de 117.698,84 euros, según el régimen económico de los diputados del Congreso. El sueldo base de cualquier diputado en el Congreso es de 3.050,62 euros brutos al mes, pero al sumar los suplementos por su cargo de portavoz y las dietas percibía un sueldo mensual bruto total de 8.407,06 euros. Si tenemos en cuenta que un abogado del estado cobra entre 60.000 y 80.000 euros al año, no hallamos la razón de ese desfase monetario en su contra. Cero en matemáticas. O que Macarena desarrollara su labor parlamentaria de forma altruista, sin recibir un solo euro.

Pero no es el único desbarre. En plena campaña andaluza entró en pánico y renunció a dar mítines si no la acompañaba Abascal. En el de Los Remedios, en Sevilla, no tuvo mejor ocurrencia que contar entre sus votantes al dueño magrebí de un kebab de Granada. Bastante benignidad han tenido los del PP al no difundir día y noche el video en el que proponía a Juanma Moreno ser su vicepresidente. Y pensar que esta mujer ha sido la fuente inspirativa de muchos votantes nos da una idea de cómo hemos degenerado todos estos años de cuento democrático.

Macarena Olona ha terminado dando la razón a quienes la dibujaban como una política sobrevalorada y repleta de contradicciones morales.

Su caída en el camino de Damasco ha sido a lomos de la violencia de género. Tras convertirse en el principal azote parlamentario contra la Ley de Violencia de Género y embarcar a decenas de pardillos en la recogida de firmas para impulsar una ILP contra la citada norma, ahora se baja del barco y defiende posiciones feministas que no desmerecerían a la propia Irene Montero. ¿Debemos creer a la Macarena que pomposamente decía que no existían maltratadores o a la que ahora sostiene que el maltrato machista constituye uno de los dramas de la sociedad españoles? Su transmutación ideológica se puso también de manifiesto en una reciente entrevista en Televisión Española,  donde propuso un referéndum sobre Monarquía o República. Sí hoy existe un asunto que preocupa poco o nada a los españoles es precisamente el de la vigencia o no de las testas coronadas. Pero la inescrupulosidad de esta desequilibrada política le impulsó a sacarse de la chistera un titular que ha hecho las delicias de la mafia progresista, aún a costa de darle la razón a Churchill cuando sostuvo que la política es el arte de crear problemas donde no los hay. Si al menos hubiese tenido la ocurrencia de proponer un referéndum sobre la derogación de las autonomías, o sobre inmigración, o sobre nuestra salida de la UE o la OTAN… pero eso hubiera requerido amplitud patriótica de miras, que es justo lo que no le sobra a esta repugnante oportunista política.

Luego de su etapa de agitadora del frentismo entre los españoles, de súbito, su conversión en Damasco le ha llevado a escenificar el papel de Santa Teresa de Calcuta rediviva, apelando a la construcción de puentes como los que ella dinamitó.

No es menor su delirio en la elaboración de las listas con las que su partidito concurrirá a las generales con el propósito, según ella misma ha confesado, de investir a Sánchez. Afortunadamente no habrá tal porque su locura política caducará la misma noche del 23 de julio, con gran bochorno para los que la han acompañado en su patética chifladura.

Desleal con algunos de sus más leales colaboradores hasta decir basta, llama la atención la elección de quién hasta hace solo dos semanas era dirigente del ultraizquierdista Más Madrid para encabezar la circunscripción de Cádiz. En Málaga ha echado manos de un mindundi político muy conocido en su casa y en su comunidad de vecinos. Ella, por su parte, ha tenido la desvergüenza de ponerse al frente de la lista de Granada, tras recibir nones del prestigioso abogado granadino Ignacio Pozo. Hay que andar muy escasa de dignidad y de vergüenza para pedirle ahora el voto a los mismos electores a los que traicionó y dejó tirados tras su fiasco en las elecciones andaluzas.

Por cambiar, Macarena ha cambiado hasta de novio. La delirante relación sentimental de esta impostora política con un rockero republicano llamado DZZD podría haberla ayudado a configurar su nuevo ideario político en su particular caminito de Damasco. ¿Alguien en su sano juicio piensa que esta discapacitada política puede resolverle algún problema serio a los españoles?

Un ex responsable de comunicación de Vox la describe con ingenio: “Está más zumbada que el pecho de un gorila”. Lo peor es que es que el partido estafa de Vox quisiera endosarle el paquete a los andaluces, cuando la chifladura política de Olona era ya bien conocida en Bambú.