El suicidio de Occidente: el libro de Raúl González imprescindible para conocer el mundo que viene (Donald Trump, nosotros y la gran guerra cultural)
Raúl González Zorrilla.- Tras unas elecciones presidenciales posiblemente amañadas, Estados Unidos, como también lo está haciendo el resto de Occidente, ha estallado en una gran guerra cultural entre el consenso socialdemócrata y neocomunista global que tan bien representan Joe Biden y Kamala Harris y la nueva derecha identitaria, patriótica y neoconservadora que tanto brilló de la mano de Donald Trump.
Que Donald Trump, por segunda vez consecutiva, consiguiera reunir en torno suyo a prácticamente la mitad de los votantes estadounidenses revela que a pesar de lo que llevan repitiendo hasta la maledicencia los grandes medios de comunicación del sistema, repletos de periodistas, analistas, presentadores, editores y empresarios idiotas convertidos en activistas fanáticos de la extrema-izquierda, existe ahí fuera todo un mundo identitario, soberanista y conservador, firmemente comprometido en mantener los principios y valores políticos, sociales y éticos tradicionales y que se opone cada vez con más fuerza a los cambios radicales propuestos por el nuevo comunismo globalista que está incendiando el mundo con el entusiasmo de algunos, la satisfacción de muchos y la indiferencia cómplice de casi todos.
Los millones de votos conseguidos por Donald Trump frente a todo y contra todos, más los que posiblemente le han sido robados por el entramado izquierdista a las órdenes del totalitarismo globalista, fueron un símbolo que ha convertido al expresidente norteamericano en un emblema de resistencia. Ese ‘trumpismo’ tan vilipendiado, a veces algo grosero, en ocasiones algo confuso, pero siempre hiperactivo, representa extraordinariamente bien a un bando muy concreto de la radical batalla que, de un modo u otro, se libra en prácticamente todos los rincones del planeta. Y es que en esta pelea junto al antiguo Presidente de Estados Unidos se arremolinan las gentes libres, la tan escasa prensa libre, los creadores libres, los científicos independientes y no adoctrinados y quienes defienden las libertades individuales, la familia tradicional, la meritocracia, los valores de nuestros abuelos, el derecho a la defensa y a la seguridad, y el capitalismo tradicional frente a la volátil especulación financiera posmoderna. También nos situamos a este lado de las barricadas que pronto comenzarán a levantarse quienes nos posicionamos junto a las Fuerzas de Seguridad, al lado de quienes protegen la cultura y no la cancelan, codo con codo con los que se parten la espalda para defender orgullosos el mundo que alumbraron sus antepasados, junto a quienes aún creen que los hombres tienen pene y las niñas vagina, y junto a los políticamente incorrectos permanentemente perseguidos… Y, sobre todo, quienes nos situamos junto a la gente de la calle simplemente decente que solamente desea llevar una vida digna, formar a sus hijos sin que éstos sean aleccionados por el Estado, trabajar y poderse tomar un café con la persona de su vida en un entorno seguro.
Es esta gente sencilla abanderando causas repletas de sentido común que engarzan con el origen de nuestra civilización judeocristiana y grecolatina la que, efectivamente, está llamando a la resistencia porque ve con desconcierto, con pavor y con incredulidad, los inmensos nubarrones totalitarios que se avecinan al otro lado de las trincheras, cubriendo los páramos devastados por donde ya cabalgan amorosamente, en unánime y sospechoso abrazo colectivo, el dúo Biden-Harris, los terroristas ‘Antifa’, los Black Lives Matter, el MeeToo, el obtuso consenso socialdemócrata europeo, George Soros y los Silicon Boys, los grandes medios de desinformación del sistema, las ‘celebrities’ cinematográficas más imbéciles, las multinacionales turbocapitalistas y las universidades ridículamente sumisas al ritmo políticamente correcto marcado por los nuevos marxistas bolivarianos, por el Islam político infiltrado en nuestras instituciones y por la extrema-izquierda camuflada de terciopelo. Y sí, al otro lado de las trincheras, allí donde cuchichean discretamente Xi Jinping, Hasan Rohaní y Nicolás Maduro también se encuentra el nihilismo burdo y global de las élites empresariales y financieras para quienes ya no existen ciudadanos que desean recorrer sus ciudades sin miedo, ni patrias que han de defenderse con fronteras y ejércitos, ni un pasado que nos hace grandes ni un espíritu y unas ideas que nos han forjado como somos, sino que ellos ven solo consumidores apátridas e intercambiables cuyas vidas únicamente valen lo que valen sus datos, sus tarjetas de crédito y su capacidad infinita para pagar impuestos con los que se mantienen los caprichos multiculturales de los poderosos y de sus bufones mediáticos.
Donald Trump no será nuevamente presidente de EE.UU., pero se ha convertido en una bandera universal para quienes sabemos que Occidente está ya en guerra, aunque sus ciudadanos no quieran saberlo. Desde aquel 11 de septiembre de 2001 fatídico, y quizás desde mucho tiempo antes, todos tenemos que ser conscientes de que debemos estar listos para defender nuestra forma de vida (¿cuándo olvidamos esta expresión?) de esta chusma bárbara que ha llegado con el advenimiento del siglo XXI y que está formada por un ingente colectivo de fuerzas, generalmente de inspiración comunista, socialista e islamista, y siempre marcadamente totalitarias, que cabalgando sobre la ola globalizadora, y aprovechándose obscenamente de las ventajas y también de las desigualdades que esta produce, se expande a lo largo y ancho del planeta.
El progresismo, la socialdemocracia y el marxismo cultural, que abrazan y dan cuerpo y solidez a todas estas pulsiones feroces, constituyen la punta de lanza de un belicoso movimiento global anti-Occidente que se levanta sobre varios elementos perversos: el apoyo a la inmigración sin control, fundamentalmente islámica, como forma de desgastar los valores tradicionales sobre los que se levantan los Estados democráticos modernos; la utilización de la ideología de género más aberrante como herramienta básica para diluir el papel fundamental que desempeña la familia tradicional en nuestras vidas; la manipulación de las minorías raciales y políticas como instrumentos de ataque contra la democracia; la islamofilia como pancarta disgregadora y destructora del bagaje espiritual e intelectual clásico sobre el que se levantan nuestras sociedades, y el jemerismo verde como una estrategia económica tan perfecta como perversa para travestir un mundo clásico alzado con éxito sobre los valores cristianos en un planeta futuro que habrá de levantarse sobre los principios lacios, gelatinosos y volubles de una “naturaleza” inane convertida en reina tonta de la creación…
Miren a su alrededor. Ahora, piensen en el futuro de sus hijos y de sus nietos. Vuelvan a mirar a su alrededor. ¿Están ya preparados para la lucha?
(*) Artículo editorial que abría el primer número de la Revista Naves en Llamas, editada y dirigida por Raúl González Zorrilla
El Shock de Occidente. Raúl González Zorrilla
Ediciones La Tribuna del País Vasco
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PRÓLOGO DEL LIBRO (PINCHE AQUÍ)
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Todo va para arrasar la cultura cristiana el cristianismo y la cristiandad. Islam , utilizados para este fin; después fácilmente se dejarán de ellos y “ellos” a su vez acabarán antes los loby hay y los supuestos transsexuados. El genocidio más grande que tendrá la historia de la humanidad, si es que habrá luego historia.