Me parece a mí que resulta que soy facha
Me parece a mí que resulta que soy facha. Cuando comencé en política, aún no tenía sujetado los dientes, en el Partido Socialista Obrero Español, ojo, este no, en el sector histórico, ese que se cargó Felipe González en Congreso de Suresnes. Ese PSOE (Sector histórico) donde pude formarme con los históricos y socialistas de verdad que lucharon en el exilio, como Rodolfo Llopis hasta que se consolido como PASOC.
El progresismo real
De ahí pasé a seguir las tesis más cercanas andalucistas de Blas Infante, e hice del Andalucismo mi bandera. Siempre en la defensa de las libertades, la democracia y los derechos humanos. Siempre, desde mi más humilde opinión, desde tesis más que progresistas, porque progresamos como sociedad.
Siempre pude expresar mi profundo sentido cristiano, y jamás desde la izquierda de me tacho de facha, del mismo modo, luché siempre contra el terrorismo de ETA de quien llegué a estar amenazado de muerte, y jamás me tacharon de facha. Llegue a presentarme como concejal en un pueblo de Euskal Herría para que los demócratas pudiera votar, a todas las listas ante le intolerancia Etarra, que amenazaba a cualquier vasco que se atreviera a formar parte de las listas. Nadie jamás me llamó facha.
Nunca me llamaron facha cuando di la cara por el derecho a decidir del pueblo de Catalunya, ni el propio Arnaldo Otegui cuando le conocí se llamó facha. Ni cuando he defendido mis tesis culturales basadas en el cristianismo, ni en la defensa de la vida, ni cuando lucho por recuperar el esfuerzo en la aulas, o el regreso al estudio de las humanidades para recuperar al ser. Nadie jamás me llamó facha.
La chiquillería
Una pandilla de chiquillos tan cortos de edad, que aún temen a la ducha y que les cuesta cambiarse de calzoncillos, y chiquillas que rehúyen al agua, y del mismo modo que los chicos, al cambio bragas, todos ellos llegados a la política, creen que lo han cambiado todo.
Estos chiquillos que dicen llamarse “progresistas” no saben ni por dónde caminan, ni que rumbo llevan. Sería digno de análisis psiquiátrico, si no fuera porque, desde la política nos pueden arrastrar a todos a las cavernas.
Esta “cuchipandi” progre resulta que, a los que defendemos la familia como núcleo fundamental de la sociedad, que reconocemos nuestra base cultural cristiana, y defendemos los valores del humanismo y las libertades personales intelectuales, nos llaman fachas, cuando hemos sido quienes hemos hecho progresar tanto a la sociedad, como para la “cuchipandi” puedan tirarse “pedetes” cada vez que abren la boca y los apesten a todos.
Ahora resulta que los que hemos llevado las libertades al extremo, que inmaduros intelectuales puedan tener responsabilidades políticas determinantes, somos facha. No, no somos fachas, nos hemos equivocado que es muy distinto, al permitir que esto ocurra, que permitir que “pezqueñinez inmaduros” puedan por ejemplo dejar libres a quienes violan o maltratan a nuestras hijas. Eso parece que es hoy ser progresista. No lo es.
Progresismo
La defensa de la familia como eje central de la sociedad es ser progresista, no facha, porque permite el crecimiento de nuestros hijos bajo la seguridad del núcleo familiar por el que se vertebra con el resto de la sociedad. La defensa del humanismo, del esfuerzo en los estudios, el regreso al estudio de las humanidades, del Latín, Griego, filosofía… no es facha, es progresista, porque nos permite avanzar como ser y como sociedad. La defensa del pensamiento crítico desde la libertad de expresión no es facha, es progresista porque nos permite, desde el debate y el intercambio de ideas contrarias, avanzar con pasos firmes y contrastados.
La defensa de la vida no es facha, es progresista porque se da oportunidad a quienes no puede defenderse, y por tanto protegemos los derechos humanos del no nacido y la dignidad social. No somos fachas, somos progresistas que es muy distinto. Los que andan más que perdidos son lo de la “banda del chupete”, ustedes no progresan, ustedes son una turbina de avión en reversa que lo frena todo.
Los falsos progres dicen que progresar es abortar las veces que venga en gana, que los cursos escolares puedan regalarse a todos por igual, cargándose la ley natural del esfuerzo, regalar los títulos universitarios, la destrucción de la familia desde anulación de la figura materna y paterna: los niños ya no son de nadie, son de quien a estos pandilleros les de la gana.
Estos mismos “iluminados de la nada” que dicen que lo progresista es que tenga el mismo reproche penal el piropear a una chica a paso por la calle, que considero de mal gusto, que agredirla, violarla y asesinarla. Estos que dicen que dicen que lo progresista es anular de la vida pública a todo aquel pensamiento crítico que interfiera en el suyo.
Si todo eso es ser progresista, entonces reconozco que me parece a mí, que ahora resulta que soy facha.