Europa será islámica
José Enrique Villarino.- Europa dejará de serlo, lo que quiere decir que perderá su mismidad. Cualquiera que pierda su mismidad ha perdido sus raíces, su identidad. Pasará a tener otros valores distintos de aquellos en los que tenía su razón de ser.
Europa ha renunciado, hace décadas a su identidad porque una burocracia a la que nadie ha elegido y una institución supranacional se ha arrogado poderes que nadie le ha otorgado. Me refiero a la Unión Europea, antes llamada Mercado Común y en sus orígenes Comunidad del Carbón y del Acero, que poco a poco ha degenerado las ideas de Europa que inicialmente tuvieron los padres fundadores, un grupo de ocho políticos europeos —activos en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial— considerados oficialmente como los principales impulsores de la integración europea en el inicio de la década de 1950. Estos señores proponían algo muy distinto a lo que ha devenido la UE en la actualidad. Ellos querían un Europa unida económica y políticamente de estados soberanos, para que no se volviera a repetir un poder totalitario como el nazi que desató la II Guerra Mundial.
¿Por qué he titulado que Europa dejará de serlo? Pues porque Europa ha permitido una inmigración masiva, al menos durante 40 años.
El grueso de esta inmigración ilegal es de cultura islámica, cuyos fundamentos nada común tienen con nuestra cultura y civilización cristiana y que desde hace décadas, grupos cada vez más crecientes, se han radicalizado e imponen en determinadas zonas de los países occidentales guetos donde la ley que existe es la sharía, la ley que se deriva de los preceptos del Corán. Véase si no la explosión de desórdenes y gravísimos disturbios que en Francia, durante las últimas semanas están asolando las calles de sus principales ciudades, junto con grupos de izquierdas, retando al estado francés en una rebelión sin precedentes. Arde Francia por la tensión acumulada durante muchos años que sus dirigentes han disimulado, permitido, cuando no potenciado. Ahora, quizá ya sea tarde para, no ya poner solución a esta explosión, sino al menos paliarla.
Hassan II, padre del actual rey de Marruecos, según un vídeo que circula por internet, preguntado sobre la integración de los marroquíes en España, afirmaba con toda rotundidad que esa integración no iba a producirse nunca. Más claro, agua.
Las madres españolas que tienen la segunda tasa de fertilidad más bajas del mundo, tienen una media de 1,2 hijos por madre a lo largo de su período de fertilidad, mientras que las madres marroquíes residentes en España, casi triplican esta tasa con una media de 3,5 hijos (las madres marroquíes residentes en Marruecos tienen una tasa menor, 2, 31 hijos). De seguir esta tendencia, antes de 2150 se producirá un sustitución demográfica en que la población de origen extranjera será mayor que la de origen nacional.
Uno de cada tres niños nacidos en España es hijo de madres extranjeras. En los últimos 25 años, la ciudad de Madrid ha perdido 430.000 ciudadanos españoles pero ha ganado 844.000 inmigrantes; mientras que en Barcelona la población de españoles autóctonos ha bajado en 384.000 mientras que la de inmigrantes ha crecido en 511.000.
En 1966 el presidente argelino Ben Bella aseguró: “conquistaremos Europa con el vientre de nuestras mujeres”. Cuarenta años más tarde, el asesinado presidente libio El Gadafi, profetizó la “victoria musulmana sobre Europa, con las armas propias de los europeos, sin espadas, sin cañones, sin pistolas, sin conquista, con el voto. Europa será un continente musulmán”. Ya más recientemente, el turco Erdogán, dirigiéndose a los emigrantes turcos les comunicó: “sois el futuro de Europa, tened 5 hijos, no 3”.
Spengler en su obra «La decadencia de Occidente» afirmaba ya en 1918, que «Occidente no lo es todo y, además, se acaba»., coincidiendo con el escritor ruso Máximo Gorki que comentó en 1917 que «Europa se había suicidado».