Europa pagará los platos rotos de la incorporación de Suecia a la OTAN
Turquía ha impuesto varias condiciones a cambio de que Suecia se incorpore a la OTAN, que han cambiado con el tiempo. En particular, el gobierno de Estocolmo debía dejar de apoyar a las organizaciones declaradas terroristas por Ankara, en particular el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán).
Erdogan y el primer ministro sueco Ulf Kristersson llegaron a un acuerdo de siete puntos. Pero había otras condiciones. La primera es que Turquía quería que Estados Unidos le suministrara cazas F-16 antes de firmar. Ya lo ha conseguido, según la CNN. El parlamento turco planea ratificar la decisión de Suecia de unirse a la OTAN antes del 21 de julio.
Grecia, que también es miembro de la OTAN, se opone a ello, pero ahora mismo no tiene la misma capacidad de negociación y está destinada a capitular a lo que diga Washington. Como Grecia pertenece a la Unión Europea, es la primera vía de agua que ha introducido Erdogan.
No es la única. Turquía quiere cambiar la política migratoria de Bruselas, una unión aduanera y la exención de visados para los ciudadanos turcos. Una parte de eso ya lo ha logrado unilateralmente con Suecia, pero falta que Estados Unidos presione para que las ventajas se extiendan a toda Europa. Por lo tanto, Estados Unidos no pone nada, vende los F-16 y es Bruselas quien corre con los gastos, como ocurre con tanta frecuencia.
La incorporación de Suecia a la OTAN es, no obstante, puramente formal ya que siempre ha colaborado con la Alianza militar, especialmente en el Mar Báltico. No hay más que recordar la voladura del gasoducto Nord Stream. Ahora bien, Suecia puede aportar algo interesante: una ruta hacia el Ártico, donde Rusia lleva una gran ventaja estratégica desde hace mucho tiempo.
Además de Turquía a la OTAN le queda una segunda firma, la de Hungría.