Los que no querían autonomías hoy matan por tener consejerías
Mi voto está decidido ya hace muchísimos meses. La única opción, por muy poco que me guste, el voto útil real es al PP. Hay que votar la experiencia en la gestión a sabiendas de que el PP, a pesar de ser un partido globalista y con muchos complejos, es el único con la suficiente capacidad y conocimiento para sacarnos del negro túnel económico en el que nos ha metido Pedro Sánchez.
A nivel ideológico no tengo ninguna ilusión en que cambien nada. Seguirán con la agenda 2030, permitirán en los colegios la educación sexual a niños pequeños, seguirán dando subvenciones a los lobbies LGTBI, feministas y a las oenegés que llenan nuestro país de ilegales, que nada aportan.
Tendría una alta opinión de Vox si supiera que aceptan los sillones autonómicos con la intención, a corto y largo plazo, de acabar con las autonomías, pero sinceramente, no tengo ninguna ilusión ni esperanza de que acabe con ellas. El tamaño del Gobierno español es desmesurado. En cada autonomía o reino de taifa hay miles de puestos de trabajo, innecesarios y carísimos, que al fin y al cabo solo son el pago al voto, al amiguismo, y eso difícilmente tiene solución. Y si la tiene, será el día que lleguemos al dilema: pensiones o autonomías. Sería la única oportunidad de acabar con esta sangría que enfrenta a españoles de las diferentes comunidades.
Lo de los “españoles primero” para Vox es una entelequia, un bonito eslógan que vendía muy bien, pero los que conocemos Vox en Málaga sabemos lo que significa: mis amigos, primero; mis compañeros de juerga y de correrías, primero. Y esos sillones, como hemos podido ver, primero para nosotros.