Pedro Ignacio Altamirano.- Una lapidaria frase militar nos pregunta si hay algo peor que la guerra, a lo que la mayoría de las personas contestaría que nada. La verdad es que lo peor no es la guerra en sí, sino perderla, por las consecuencias trágicas que supone; si no, miremos a Gibraltar.

A todo ello añado que hay algo aún peor: perderla y no admitir que se ha perdido, porque en ese caso la situación empeora a cada minuto. Que se lo pregunten a los alemanes en la Segunda Guerra Mundial.

Hitler prefirió dejar Alemania arrasada antes de reconocer que la guerra se perdía y haber llegado a un acuerdo de paz que hubiese salvado muchas vidas y haciendas; pero no, prefirió suicidar a todo un pueblo con él incluido.

El desequilibrado Volodímir Oleksándrovich Zelenski​ lleva el camino de Adolf Hitler: dejar sin futuro y sin hombres a Ucrania, mientras él y sus aláteres se hacen cada vez más ricos, ante una creciente corrupción incontrolada.

A estas alturas del conflicto ucraniano, hay que estar más que ciegos para no tener claro que la guerra ya la ha ganado, hace mucho tiempo, la gran y europea Rusia. Sobre todo después de la estrepitosa contraofensiva anunciada.

La fracasada ofensiva ucraniana ha costado a los españoles una millonada. A saber, revisión y envío de carros de combate y M113 de transporte, así como multitud de material de guerra, entrenamiento de militares y un largo etcétera. Al mismo tiempo, fueron enviadas a la frontera rusa aviones de combate, unidades acorazadas y defensa antimisiles, cuando allí no se nos ha perdido nada. Entre tanto, hemos descuidado nuestra propia defensa, que radica en el eje Baleares-Estrecho-Canarias, en estos momentos amenazada por la inestabilidad argelina y el Sahel.

Ucrania nunca ganará una guerra que pedió en el momento que negó a Rusia su derecho legítimos sobre sus territorios históricos. Está negativa trajo aparejada la separación de Crimea, y el inicio del conflicto en 2014, que ha culminado con la recuperación por Rusia, vía militar, de los territorios rusos en poder de Ucrania. Rusia nunca se retirará de sus territorios, ni hay modo de sacarlos de allí sin una implicación directa de la OTAN, lo que significaría una guerra mundial con el fin nuclear de Europa.

Son muchos los artículo escritos en este medio en los que pido la solución, la única solución posible, no sólo para la paz de este conflicto, sino para la estabilidad fronteriza y europea: paz por territorios, no hay otra.

Cada día que pase sin este concepto, morirán más hombres jóvenes, se destruirá más todo un país, y se cegará su futuro, ya que cada día que pasa, mujeres y niños ucranianos refugiados en Europa, se adaptan más a sus países de acogidas. Hay bodas con europeos, se forman nuevas familias, los niños no conocen otra cultura ni otra diosincrasia que cada país de acogida. Todo ello hace difícil el retorno de millones de refugiados ucranianos al país que dejaron y que hoy se halla destruido.

La OTAN debe dejar a un lado la cobardía y sumisión ciega a los intereses de los Estados Unidos y pensar en sus miembros que, en estos momentos, desangran sus cajas en compras militares sin fin. La OTAN debe recuperar su democracia interna y el sentido de la razón. Debe exigir, no aconsejar, a Zelenski​ que se marche y deje al frente del país a un hombre con los pies en el suelo; debe llamar a un alto el fuego inmediato y sentarse con Rusia para hablar de fronteras estables, justas y perdurables. No ya por el bien de Europa, sino por el bien de Ucrania y el futuro de los ucranianos, antes de que Zelenski arruine para siempre el país.

Rusia ha ganado este conflicto y cada día que pase, todos seremos más pobres, y los Estados Unidos más ricos. No hay más.