Machismo y feminismo en el laberinto español
No creo en las etiquetas. No lucho por el feminismo ni el machismo, estoy por la “equidad” social, por la igual de derechos y obligaciones y el respeto mutuo. Aquellos que hacen de la lucha por la equidad, en base a etiquetar actitudes individuales cometen un grave error que perjudica al avance de la equidad social.
Cuando era un adolescente, allá por los principios de la década de los 70, el chico que se propasaba en el trato con una chica no era etiquetado de “machista” era más simple, era un “cabrón impresentable” o un “mal hombre que pega a las mujeres”, en resumen, “una mala persona” pero no se culpaba al género masculino en su totalidad con la etiqueta “macho, machista”.
La mujeres que luchaban por la equidad, para que se reconocieran sus derechos, que tenían los mismos derechos y deberes que los hombres, no eran feministas, eran luchadoras por la libertad, sindicalistas o activistas, pero no eran etiquetadas como “feministas” sino por lo que eran, mujeres valiente en lucha por una sociedad justa.
Evolución social
Nuestra generación, que aun fuimos educados en la España de los 70 como hombres y mujeres, como si fuésemos distintos, luchamos, y esto hay que reconocerlo, junto en el camino hacia la equidad. A mis 66 años aprendí, como la inmensa mayoría de hombres, a cambiar pañales a los niños, a coser, llevar y recoger niños de los colegios, ocuparnos de la cocina, hacer camas y fregar suelos.
Al mismo tiempo las mujeres aprendieron a soldar planchas de acero en Astilleros, Neurología o pilotar aviones de combate y defender el espacio aéreo europeo en la frontera con rusia al mando de la OTAN, mientras nuestro ejército se llena de mujeres con el grado de general. A esta lucha conjunta por la equidad es a la que me refiero y con la que estoy comprometido.
Rubiáles, una mala persona
El caso de Rubiales en la “presunta”, no vaya a tener problemas, corrupta Real Federación Española de Futbol, no es una cuestión de machismo, es una cuestión de la mala educación de un grupo de “presuntos” mafiosos, malas personas y peores padres, no un problema de machos o hembras. No son machistas, son eso: Malas personas que no merecen cobrar del deporte. Deberían volver al colegio y comenzar de cero.
En cuanto a las mujeres que usan la legitima y común lucha por la equidad, que se visten de feminismo, hacen un tremendo error a las propias mujeres, ya que llena de impresentables actitudes panfletarias una lucha justa de la sociedad en su totalidad, de buenas personas y demócratas mujeres y hombres. No de mujeres contra hombre como pretenden las feministas.Un error que nace de las cloacas de los vomiteras de las necesidades políticas que separa, denigra a la sociedad como colectivo, y a la propia mujer en particular.
El laberinto español
No podíamos esperar otra cosa. No podemos esperar otra cosa que esta locura de enfrentamiento feminismo-machista, que distorsiona y manipula la lucha colectiva por la equidad. Es lo que nace del impresentable “laberinto español” que describe el inmortal hispanista Gerald Brenan, en una España en la que los políticos españoles se dedican a darse de ostias en el barrizal político, sin capacidad alguna de acuerdos mínimos necesarios para lograr una sociedad más justa.
Uno de esos pactos, el de la Educación en equidad que haga en un par de generaciones sean borradas para siempre las etiquetas de “feministas” “machistas” “Gay” “Trans” etc… para llamarnos por nuestros nombres personales, sin etiquetar ni señalar a nadie. Pero mientras la política española no salga del laberinto donde permanece perdida, no habrá solución, seguirá la guerra machista-feminista para perjuicio de todos y todas.