Honorio Feito, escritor y periodista: “Iglesias Portal, el juez que condenó a José Antonio, fue el magistrado preferido del Frente Popular”
LR.- «Iglesias Portal, el juez que condenó a José Antonio» es el título del libro del que es autor el escritor y periodista Honorio Feito (Editorial Actas), cuya segunda edición está ya a la venta. La curiosidad de este trabajo está en que el magistrado Eduardo Iglesias Portal fue el presidente del Tribunal popular que condenó a muerte a José Antonio Primo de Rivera -aún se recuerda a éste abrazando al magistrado tras conocer la sentencia-, y que en 1955, en pleno exilio en México, pidió al hermano del fundador de Falange Española (que a su vez había sido condenado a cadena perpetua en la misma vista), que lo ayudara a conseguir su indulto para poder regresar a España, lo que logró hacer realidad en 1959. El autor publica algunas cartas cruzadas entre la familia de Iglesias Portal y Miguel Primo de Rivera sobre este particular, así como la referencia del consejo de ministros celebrado en el Palacio de El Pardo el viernes 27 de julio de 1956, contada por el conde de Vallellano, miembro de aquel gabinete. El expediente de indulto fue presentado por, el ministro de Gobernación Blas Pérez, falangista, avalado por los hermanos Primo de Rivera, Pilar y Miguel, y aprobado tras un largo debate. Tras su regreso, Iglesias Portal fue dado de baja en la Magistratura, por jubilación, y arregló sus clases pasivas. Falleció diez años más tarde y como el resto de los que volvieron en aquellos años, no se ejerció contra ellos ninguna privación de sus derechos y libertades.
– Sabemos, por el título del libro, que fue el juez que condenó a José Antonio pero, ¿quién fue en realidad Eduardo Iglesias Portal?
– Fue el magistrado preferido de los responsables del Tribunal Supremo, de los del Ministerio de Justicia y, por supuesto, de los miembros del gobierno de turno del Frente Popular. Iglesias Portal, desde su llegada al Tribunal Supremo, en agosto de 1932, por designación directa y con la ayuda de su paisano y amigo, el entonces ministro Álvaro de Albornoz, fue siempre el designado para investigar los casos más importantes de aquel tiempo. Destacan la redacción de las diligencias para la confección del sumario por el golpe de estado del general Sanjurjo, ser nombrado presidente del Tribunal especial que confeccionó el sumario por el asesinato de Calvo Sotelo en julio de 1936 y también presidente del Tribunal popular que condenó a José Antonio Primo de Rivera, y ya como presidente del Tribunal Especial de Espionaje, Alta Traición y Derrotismo, ser uno de los magistrados presentes en la vista a los responsables del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), que presidía Andreu Nin.
– La designación de Iglesias Portal en todos estos procesos, ¿tenía alguna intención política concreta?
-Yo creo que Iglesias Portal, del que nadie niega sus conocimientos jurídicos y su capacidad para el cargo de magistrado, tuvo actuaciones un poco contradictorias. Por una parte, hay un Iglesias Portal que se manifiesta firme e inalterable ante la presión política. Me refiero, por ejemplo, a su actuación como titular del Juzgado de la Izquierda, en Córdoba, cuando el asesinato de los dos oficiales que viajaban en el coche-correo del Expreso de Andalucía, en 1924, suceso que el Directorio Militar presidido por el general Primo de Rivera quiso llevar por la jurisdicción militar, a través de un Real Decreto. Iglesias Portal desobedeció esta norma y se mantuvo en contra durante 15 días hasta que, finalmente presionado, cedió sus pesquisas a la autoridad militar. También en el proceso del POUM, que he citado antes, se mantuvo firme ante las exigencias del presidente del Gobierno, Juan Negrín, que pedía la pena de muerte para todos los inculpados.
Pero, a mi modo de ver, hay otro Iglesias Portal menos firme con las exigencias, más dócil o más en connivencia con las exigencias políticas del momento, tanto en su actuación en el sumario por el asesinato de Calvo Sotelo como en el proceso a José Antonio, a su hermano Miguel y a su cuñada.
– ¿En el asesinato de Calvo Sotelo?
– El primer juez que comienza a trabajar en el sumario es el titular del juzgado número 3 de Madrid, que estaba de guardia ese día, Ursicino Gómez Carbajo. En mi opinión realiza una labor impecable porque estuvo al frente de la investigación apenas un día y consiguió grandes avances. Cuando las autoridades designan a Eduardo Iglesias Portal como presidente del Tribunal especial el sumario se ralentiza. Estamos a las puertas de la guerra civil, y el día 25 de julio, sábado, ocurre un hecho insólito que es el robo del sumario a manos de una partida de milicianos que se presentan en el Supremo, lo cual se puede interpretar de varias maneras, pero para los responsables del Frente Popular, y en concreto de Indalecio Prieto y sus huestes, fue un alivio.
– El proceso celebrado en la cárcel de Alicante, en noviembre de 1936, contra el fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, siempre ha sido objeto de polémica. ¿Cuál fue en su opinión la actuación del magistrado?
– Iglesias presidía el Tribunal popular. Estos tribunales habían sido aprobados en agosto de aquel año, tras el asalto a la cárcel Modelo, en Madrid, en la que se encontraban presos muchos militares y civiles sospechosos de haber apoyado la sublevación del 18 de julio. El asalto ocasionó la muerte de unas treinta personas, entre ellas, el ex presidente de las Cortes, Melquíades Álvarez, incluso algún ex ministro de la República. En un primer momento, el reglamento de los tribunales populares establecía que sólo actuarían en Madrid, pero pronto se extendieron al resto de España. Estaban compuestos por 14 miembros a razón de dos por cada partido y sindicato del Frente Popular, y el presidente debía ser un profesional. Con estos antecedentes, cabe pensar que José Antonio Primo de Rivera, su hermano Miguel y la esposa de éste, Margarita Larios, tendrían pocas posibilidades de salir medianamente bien del proceso. Yo entiendo que Iglesias Portal no tuvo mucho margen de maniobra. Si, como se asegura por algunos historiadores, José Antonio estaba sentenciado ya antes de celebrarse la vista, pues razón de más. Ahora bien, esto me hace pensar si Iglesias Portal, como aseguró su familia, era amigo de José Antonio y sabiendo que no podría salvarlo de la pena capital, pudo haber solicitado no estar en este proceso. Desgraciadamente, nunca lo sabremos porque el magistrado no dejó, que sepamos, ningún escrito aclarando esto.
– La amistad entre el magistrado y José Antonio, simbolizada en el famoso abrazo, también se ha puesto en entredicho…
– Efectivamente, ha habido alguna opinión en este sentido. Yo creo que los españoles utilizamos nuestro vocabulario a veces de forma muy elástica… llamamos amigo a un conocido, con el que apenas tenemos más relación que el saludo. Pero, en cualquier caso, José Antonio, por su condición de abogado, y el magistrado tuvieron que haberse encontrado con cierta frecuencia. Respecto al debate sobre el famoso abrazo entre José Antonio e Iglesias Portal quien lo dice son las hijas del magistrado, en la carta que en diciembre de 1955 dirigen a Miguel Primo de Rivera, entonces embajador de España en Londres, y que éste lo ratifica en correspondencia posterior, que yo incluyo. Así que la existencia del abrazo, que ha hecho público en primer lugar el cineasta José Luis Sáez de Heredia, en un artículo titulado “El aturdimiento de los predispuestos”, en la revista “Teresa”, en noviembre de 1968, y que ha inspirado a Enrique de Aguinaga un extraordinario artículo publicado en LA RAZÓN, el 7 de octubre de 2003, creo que es hecho cierto y un debate ya superado.
– ¿Por qué razón cree usted que Iglesias Portal nunca aclaró lo que realmente pasó en el juicio a José Antonio?
– Aduciendo a problemas de edad, Iglesias Portal se negó a participar en un documental que preparaba José Luis Sáez de Heredia sobre la figura del fundador de Falange Española. Yo creo que ha sido un error no haber dejado documentos aclaratorios sobre este y otros casos en los que intervino muy directamente. Esa circunstancia nos ha privado de conocer exhaustivamente los detalles de aquel juicio que, según los expertos, tiene muchas lagunas sin aclarar. Durante su etapa de diputado, José Antonio tuvo al menos dos suplicatorias, por tenencia de armas, que el Congreso rechazó. Desde febrero de 1936, al no obtener acta de diputado, fue ya objeto de detenciones que se perpetuaron hasta el proceso final de noviembre. Todo parece indicar que, como he dicho, y como aseguran algunos historiadores, estaba sentenciado antes de celebrase la vista. Así lo matizó el periodista norteamericano Jay Allen, que fue el último que lo entrevistó, ya en Alicante. José Antonio fue su propio abogado defensor, y el de su hermano y el de su cuñada, y en su alocución al tribunal parece que consiguió conmover a algunos de los miembros del jurado, hasta que se impuso la disciplina de voto por exigencias. En ese trance, parece que Iglesias Portal tuvo poca o nula posibilidad de influir en la votación.
¿Cuál es su juicio sobre la figura del magistrado?
Mi libro no es un proceso abierto contra la figura de Eduardo Iglesias Portal. En la carta que publico de Miguel Primo de Rivera, que es un documento inédito hasta ahora, queda claro el testimonio del hermano del gran perjudicado en aquel juicio, y sus intenciones de ayudar al regreso a España del magistrado, como así ocurrió. Yo sólo soy un periodista que busca datos históricos y los da a conocer, y dejo que el lector que saque sus propias consecuencias. No me corresponde a mí juzgar esa conducta.
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