Jon Fosse
En esta vida siempre ha habido y habrá un haz y un envés, una cara y una cruz y ello sabemos que es la pura realidad de nuestra vida. Mientras que esta mañana la prensa regional murciana saca a la calle la noticia lúgubre tras el reciente macro incendio de las Atalayas, que Urbanismo sigue descubriendo más salas discotequeras sin licencia, precintando a diestro y siniestro, mientras eso va pasando, otros temas surgen a la luz que nos ensalzan y automotivan el día de hoy, 6 de octubre.
Para muchos católicos, el día de hoy, nos hace recordar el 2002, donde tuvimos la dicha de estar en la Canonización de San Josemaría Escrivá, donde una gran plaza de San Pedro abarrotada era elocuente de la amplitud y universalidad de la devoción a este nuevo santo. Más aún, hoy también me alegra el nuevo Premio Pulitzer de fotoperiodismo, Rodrigo Abd, por su cobertura de la guerra en Ucrania. También recibiría galardones por sus grandes trabajos en la guerra civil de Siria. Las palabras que ha dirigido al gran público tras recibir este enorme galardón fueron: “me fascina esa fuerza del ser humano que es capaz de sobreponerse a las situaciones más dramáticas, especialmente a las provocadas por el hombre contra el hombre”. “No me interesa la noticia que repite formatos, sino mostrar la humanidad de forma cercana”.
A ello tendríamos que añadir la gran noticia del día junto a las anteriores: el noruego Jon Fosse (1959) ha sido condecorado con el Premio Nobel de Literatura este 2023. Prestigioso dramaturgo, ganador de premios importantes dentro de los ámbitos poéticos, relatos y novelas. En las obras de Fosse nos habla principalmente de su mundo interior, su misticismo, la intensa relación con su trabajo artístico y el amor más allá incluso de la muerte.
Católico de pies a cabeza y que aún no me creo que esto haya sucedido. En los aerópagos de la UE y restos del continente occidental me da la impresión no le hubiesen otorgado ni una piruleta por condición de cristiano, siendo hoy, tema esencial si deseamos encarrilar este mundo dirigido a las cavernas oscurantistas. Da la impresión que al modo en que rezarían los salmistas, las frases del narrador son como las espirales de humo del incienso.
Su rasgo estilístico, que a los lectores apresurados les puede cansar, es muy pertinente por el modo de ser y de estar en la vida del personaje, y porque provoca en el lector una experiencia que algunos llaman hipnótica o como de un encantamiento. Sus disquisiciones sobre Dios o sobre aspectos de la fe católica vale la pena conocerlas aunque parezcan confusas: “es en la oscuridad, en el silencio donde vive Dios, en esta nada se luce Dios y de ahí es de donde viene la luz, una luz invisible”.
En este momento, pensando en nuestro José Jiménez Lozano (1930-2020), nuestro escritor vallisoletano, premio Cervantes 2002, debido al modo de narrar las cosas de un modo muy sencillo y también al estilo de Cormac McCarthy, por el uso abundante que hace de figuras retóricas de construcción (polisindetón).
En cualquier caso, lo cierto es que, para quien lo lea con calma y se familiarice con las opciones estilísticas del autor, todo se puede seguir con facilidad, sean cuales sean las referencias que uno tenga.
Hoy, ante tanta amalgama de vida, de incoherencias, de saltos continuos vejatorios, nos encontrarnos con personas tan “elevadas” que nos ayudan a enriquecernos por dentro ante la angustia que nos proporcionan “estos bandidos de poca monta y politicuchos de tinte barato”. La vida cristiana asentada en nuestras hipodermis, si la tratamos bien con algo que merezca la pena, seguro, hasta es posible que sepamos aguantar y luchar en esta vida por lo que merezca la pena.