“¡Bombardeemos Madrid!”
En el primer punto de Más España señalaba la importancia decisiva de una política que desarrolle la cultura hispana, algo que ningún partido actual toma en consideración. La cultura, superior y popular, es sin embargo la savia de un país. Uno de los muchos cambios negativos que está sufriendo España desde hace decenios es precisamente la satelización cultural, uno de cuyos aspectos más hirientes (no para nuestros políticos) consiste en una auténtica colonización por el inglés. Así, el país entero se está gibraltarizando.
Nuestros politicastros lo mismo financian los separatismos o entregan la soberanía española a Bruselas y a la OTAN, que tratan de disolver la cultura española en la anglosajona. Y lo hacen con la mayor naturalidad porque hasta ahora no han encontrado prácticamente oposición: ¡tanto pesa el tópico de un europeísmo ignorante de Europa y despreciativo de la propia España, cuando si algo resulta despreciable es la actitud y la biografía de esos políticos!
El segundo punto programático propuesto para MÁS ESPAÑA dice: “Detener la colonización cultural por el inglés y programarlo en la enseñanza como lengua extranjera y no como bilingüe, como lengua de hecho superior”.
La cuestión del inglés, en la enseñanza y en general, tiene carácter fundamental. No es lo mismo asimilar elementos culturales ajenos, cosa que suele enriquecer a una sociedad, que ser asimilado por ellos, lo que produce esterilidad, como realmente está ocurriendo.
En ese espíritu servil e inculto, que convierte a los partidos en agentes del desplazamiento del español en la propia España, destaca de manera especial la derecha. Para muestra, un botón, aunque hay infinidad de ellos: El PP ha dedicado una plaza a Margaret Thatcher en pleno centro de Madrid, al lado mismo de la que conmemora los descubrimientos y el Imperio español (destruido este en gran medida por los ingleses). La Thatcher, un tanto alcohólica, compartía algunas ideas con el PP, pero era radicalmente una patriota inglesa (nada que reprocharle por eso) que en Gibraltar (¡Gibraltar!) hizo aquella declaración gloriosa: “¡Bombardeemos Madrid!”. Aquí, una gran admiradora de Inglaterra, Esperanza o Hope Aguirre, es también una patriota… inglesa, que ha cometido la felonía (por lo demás anticonstitucional) de cooficializar el inglés en la enseñanza, por lo que ha recibido u título en la Orden del Imperio Británico (el de Gibraltar). Y los argumentos para el desmán no pueden ser más clarificadores: el inglés es la lengua de la economía, la ciencia, el pensamiento, la música y el arte, la milicia… Se trata de arrinconar el español más y más a lengua doméstica y de infraculturas.
Por otra parte, el español es desplazado cada vez más por las propias empresas españolas, comenzando por la más exitosa de ellas, Inditex, y siguiendo por multitud de pequeños negocios con nombres ingleses, que se exhiben en inglés, con la publicidad en inglés llenando un espacio público que sigue siendo español, etc. No es algo espontáneo sino en gran medida programado, para acostumbrarnos a ver en ese idioma la lengua del empleo y la cultura en nuestro propio país. Y esto es incomparablemente más grave que los ataques separatistas al español, seguramente llamados al fracaso. Porque el relegamiento del español a lengua secundaria en la propia España sigue una marcha triunfal y está llamado a un pleno éxito… si no se genera una reacción, que debe encabezar un partido que bajo el lema MÁS ESPAÑA quiera actuar como revulsivo y alternativa a la podredumbre actual.
No habría que decir, aunque hay que hacerlo, debido a la mala comprensión lectora tan extendida, que al denunciar tal situación no condenamos el aprendizaje del inglés para quien lo desee o necesite. Lo que condenamos es la invasión y colonización en curso. En cuanto a la enseñanza pública, el inglés debe presentarse como lengua extranjera, como una asignatura aparte y no como aquella en la que se estudien las ciencias y otras asignaturas cruciales en aparente igualdad, de hecho superioridad, con el español, cosa que ocurre cada vez más.
La denuncia y contraataque a la colonización cultural debe ser un punto clave, de principio, en un programa político. Aparentemente la gente está tan anestesiada por la verborrea política al uso, que no tiene conciencia ni interés en el asunto, el cual solo despierta un descontento vago y difuso. Pero también parecía que el patriotismo había desaparecido del ambiente español, y vamos comprobando lo contrario. Un partido que ponga en primer plano este gravísimo problema no solo se destacará de los demás sino que encauzará de manera productiva una insatisfacción hoy por hoy impotente y poco concreta.