La indiferente Europa
Son dos dichos los que me han preocupado días atrás desde los “diarios españoles pagados por su venerable y déspota amo”: la votación de los ciudadanos de los Países Bajos a Geert Wilders y las sucesivas noticias incongruentes que nos llegan desde Bruselas respecto al Estado de Derecho Español y, sobre todo cuando un día nos expresan “lo tendremos en cuenta-lo estamos estudiando” y otro, cuando argumentan “no existe un estado de derecho español, ni francés, ni italiano: existe solamente un Estado de Derecho Europeo”. Todo es una bola de nieve donde cada metro recorrido hacia el valle se condimenta de más baratijas del camino y no se sabe cuál será su ruta final. Así, para ser esperanzadores, Estados Unidos y Moldavia, estos días daban la cara por nosotros tanto desde el Parlamento Europeo como desde la prensa americana. Los dirigentes de la laicista madre Europa, por ahora, ni un solo guiño al pueblo español.
En las anteriores elecciones europeas, sus gurús, se dieron cuenta que su cercanía para con los ciudadanos dejaba que desear y, los que dicen mantener “Memoria Histórica” ni se acuerdan de sus indiferencias y aires de grandiosidad que nos han llegado a cada europeo. Muchos, más de la cuenta, me han dejado caer si la UE debe desintegrarse o refundirse; parecen estar anestesiados ante el dolor de sus gentes y no caen en la cuenta de que “quien siembra hostilidades recoge indiferencias”. El 24 de junio de 2024 lo comprobaremos: el pastizal con el que se encontrarán será de órdago y, tal pradera, desde hace algún tiempo les viene abriendo sus puertas a los mismos que ansían no depender de Europa, ir contra sus raíces y sí amoquinar tanto puedan mejor.
Quizás haya que darles a más de uno un curso “on line” de lo que se espera de Europa. La democracia política se ha convertido en la única forma legítima de gobierno. Incluso los gobiernos autocráticos dicen llamarse democráticos. La creación de Europa no es la democracia sin más, sino la democracia liberal, basada en el Estado de Derecho, el reconocimiento y defensa de los derechos naturales, la separación de poderes y la igualdad de los ciudadanos ante la ley, pero con frecuencia se va imponiendo una especie de democracia frenética que aspira no sólo a dirigir la vida política, sino toda la vida social: ciencia, arte, moral, religión, costumbres, formas de sentimiento y bastante más.
Si deseamos empezar por algo hacia la mejora de Europa podríamos proclamar que “el invierno demográfico” es más peligroso que el cambio climático, sí, han oído bien. Una manera clara de regar las raíces europeas, podrían ser: la promoción de familias numerosas y siempre en libertad; implementar medidas a las familias como desgravaciones fiscales, incentivos financieros para fomentar la natalidad, defender la libertad de los padres en la educación de sus hijos y fuerte oposición a las intervenciones estatales. Lo mismo, a nuestra Europa, podría empezar a echar hojas en ese árbol que lleva años deseando brotar y dar la sombra que todos anhelamos. Más adelante, hablaremos de otras cuestiones olvidadas que benefician a nuestro árbol y cuya sombra es posible alcance desde Albania hasta Portugal. Dicho y hecho.
Ya va siendo hora de dejarnos de indiferencias y optemos en serio por nuestras familias.