Navidad
“La Nochebuena más familiar que conozco es la española. La más bulliciosa y callejera, la inglesa. Los ingleses son más desenfadados en su júbilo que los españoles y los latinos”, sentenciaba Luis Calvo en un artículo largo, publicado en el diario El Sol, un 29 de diciembre de 1933, cuando era corresponsal en Londres. Arrancaba la crónica del periodista informando de la prohibición, por parte de Mussolini, de conmemorar el Natalicio de Jesús con un árbol de abeto falso o un pino joven revestido de dulces, alcoholes, juguetes… y el informador trazaba, a partir de aquí, una línea divisoria entre la tradición popular y las nuevas técnicas de marketing, que se estaban imponiendo en Europa.
“El árbol, y la tradición de decorar los hogares y los escaparates con un abeto, es una referencia del Norte de Europa, y su empleo es teutónico – dice Luis Calvo- armoniza con la nieve sin sol, un crepúsculo permanente, la melancolía sentimental, el heroísmo gremial de cascos, rodelas y espadas de caballeros de las leyendas de Sigurd y los Nibelungos…”
Christmas o Xmas inglés, tiene para el periodista otro significado. El lector de hoy encontrará algunas coincidencias entre la manera de celebrar nuestra Navidad y las que el corresponsal de El Sol describió en el artículo citado. Por ejemplo, una de las curiosidades es el envío de las famosas tarjetas navideñas, hoy sustituidas por las virtuales gracias a las nuevas tecnologías. Calvo dice que el origen de esta costumbre es inglesa, porque en 1844, un señor quiso expresar su gratitud a un amigo pintando un cartón con un grupo familiar navideño cuyos miembros brindaban por el ausente, y se lo hizo llegar. Las “Christmas Cards” enseguida se popularizaron y su empleo se extendió rápidamente.
Nos cuenta Luis Calvo que los ingleses ya celebraban el 25 de diciembre el advenimiento del Año Nuevo con ceremonias bulliciosas, canciones y grandes comilonas orgiásticas. Era una fiesta que se llamaba “modra niht”, o noche de las madres, pero Cromwell prohibió las grandes celebraciones en fecha tan señalada y no sería hasta Carlos II que nos ingleses no volverían a gozar de estos festejos tan incrustados en el cristianismo.
España, a diferencia del Reino Unido, Francia o Alemania, es el único país que dedica una día a los niños: el día de los Reyes Magos. En los demás países europeos, los niños combinan los regalos el mismo día de Nochebuena, junto a los mayores.
Resulta curioso releer este artículo, pasadas varias décadas, y observar cómo la Navidad se ha ido revistiendo de tradiciones ajenas, impuestas, a veces, más por esnobismo que otra cosa, y cómo estas innovaciones han ido desplazando a su vez a nuestras costumbres de siempre. No estoy seguro de que la Navidad gane con ello, si nos atenemos al fundamento de la fiesta que es celebrar el natalicio de Jesús, más que el orden comercial que por desgracia se ha ido imponiendo.
Hace unos años, el Ayuntamiento de Madrid sorprendía a sus ciudadanos por la decoración –masónica- con carteles luminosos en los que se invocaba todo menos el carácter cristiano de la fiesta; recorrer estos días las calles de la todavía capital de España nos somete de nuevo al ejercicio de establecer relaciones entre la decoración de la ciudad y la Navidad propiamente dicha. Igualmente ocurre con la frenética reacción comercial que nos invade, olvidando lo más esencial de la Navidad: el nacimiento del Jesús en el humilde pesebre de una pequeña localidad llamada Belén. ¿no es para replantearse algunas de nuestras aficiones?
Asociar la Navidad con la juerga, las compras, las comilonas y la bebida en exceso creo que es dar la espalda al verdadero significado de la Fiesta.
Totalmente de acuerdo con todo lo que usted, magistralmente, expone.
Feliz Navidad a todos.
¡Y que el 2019 podamos librarnos del gobierno traidor que tenemos ahora!
Amén.
Lo que usted comenta como una anécdota , es la manifestación de una tragedia.
Lo peor de la Navidad es tener al ser que amas lejos de una.