Parado o pluriempleado
La evolución del empleo y el paro en 2023 ha dejado más oscuros que claros. El hecho de que el 85% de los empleos se crearan entre enero y mayo es una prueba evidente de la desaceleración. Pero, hay más evidencias de que nuestro mercado laboral es un enfermo con respiración asistida cuando comprobamos que cuatro de cada diez, casi el 40% de los nuevos puestos de trabajo, lo fueron en el sector público y concretamente en sanidad y educación. El Gobierno nos vende la fortaleza laboral, la contratación indefinida como característica principal y por tanto la mejora en la temporalidad. Sin embargo, se han firmado menos contratos con relación a 2022, el descenso del paro ha sido muy bajo, la contratación indefinida cayó más de un 26% en diciembre con respecto a noviembre y además únicamente el 40,5% de los contratos indefinidos firmados fue a jornada completa. Del total de contratos firmados, 1,116 millones, más de 400.000 fueron indefinidos y el resto fueron temporales.
Pero, las alertas son muchas más. Por ejemplo, la hostelería, la construcción y la industria destruyeron empleo neto en las últimas semanas del año, la Comunidad de Madrid creó el 25% del empleo nuevo y seguimos sin la cifra oficial de fijos discontinuos inactivos que podrían rondar los 700.000. Hay que recordar que estos trabajadores cuando están inactivos no figuran en las listas del paro y que cada vez cobran menos convirtiéndose en unos auténticos parias.
Este es el modelo que nos ha dejado una reforma laboral equivocada y maquillada que ya ni se creen en los organismos europeos competentes como Eurostat y que apostilla los datos presentados por España. El Gobierno sin embargo se felicita y mañana lunes emprende desde el Ministerio de Trabajo otra ronda de conversaciones con los agentes sociales para abordar asuntos como la subida del SMI, el endurecimiento del despido y las horas de trabajo que, por cierto, aún no han alcanzado los niveles anteriores a la pandemia. Tampoco lo han hecho los beneficios globales de las empresas y tendrán que asumir ya este enero una subida de las cotizaciones a la Seguridad Social, mayores impuestos y veremos que más trabas y palos en la rueda se le ocurren a Yolanda Díaz.
La economía española lleva meses languideciendo, la inflación va a volver a tasas más cercanas al 4%-4,5% presionada por la subida de la luz y el gas y por conflictos internacionales como el del Mar Rojo, que ya está encareciendo las mercancías al tener que buscar los buques rutas alternativas. Eso sin olvidar que siguen latentes otros como el de Oriente Próximo, Ucrania o el precio del petróleo. Y como siempre todo este enrevesado contexto nos pilla con una deuda pública insostenible, cuya financiación ha dejado de ser abundante y barata y que Sánchez está dispuesto a seguir aumentando mientras Puigdemont se lo imponga para seguir en La Moncloa o Bruselas ponga pie en pared.