Milei busca con su Ley Bases replicar el milagro alemán, que reformó una economía socialista a la más fuerte de Europa
Jeremías Rucci.- En el día de la media sanción a la histórica Ley Bases del presidente Javier Milei, urge buscar comparaciones a otros fenómenos mundiales que permitan dar una magnitud de las reformas que se emprenden, y analizar cuáles fueron sus resultados.
Quizás la mejor comparación que se puede hacer, salvando las distancias pero teniendo en cuenta las insólitas similitudes entre ambos casos, es entre la Ley Bases y el milagro económico alemán que impulsaron Konrad Adenauer y Ludwig Erhard en Alemania de la pos guerra.
Es crucial contextualizar los eventos que llevaron a ambos fenómenos. En Alemania, la devastación económica, social y política posterior a la Segunda Guerra Mundial era abrumadora. La miseria, la hambruna y el desempleo eran moneda corriente en un país arrasado por el nazismo.
Sin embargo, un individuo con convicciones firmes y valores decididos decidió realizar un giro total, abrazando las ideas de la libertad. Ludwig Erhard, el padre económico del milagro alemán estudió y adoptó las ideas de Ludwig Von Mises,uno de los mayores referentes económicos de Javier Milei.
Primero como ministro de Economía y luego como canciller, Erhard estuvo al frente de la reforma económica desde 1949 hasta 1966, desempeñando un papel esencial en las decisiones que condujeron al milagro económico alemán.
En su período, tuvo que deshacer décadas de socialismo, tanto de la época de la República de Weimar como de la Alemania Nazi. Erhard introdujo la creencia en la competencia de mercado, la eliminación de controles de precios y la resistencia al déficit público, conceptos que fueron fundamentales en las políticas que transformaron la desolación de la posguerra en un renacimiento económico.
En contraste, en Argentina, a pesar de no haber enfrentado una guerra o dictadura similar a la alemana, las condiciones sociales, económicas y culturales eran sorprendentemente parecidas. Dos décadas de gobiernos kirchneristas y autoritarios dejaron un rastro de desorden, erosionando todo tipo de progreso.
La persistente sombra del kirchnerismo amenazaba con llevar al país a una hiperinflación moderna si el candidato de esta corriente política llegaba al poder. La población se enfrentaba a la realidad de buscar alimentos en la basura, jubilados luchando por conseguir su medicación y una economía devastada debido al fuerte control estatal sobre la vida de los ciudadanos.
Es crucial señalar, a modo de nota de color, que el Plan Marshall de Estados Unidos para Alemania en 1947 fue fundamental para que luego Adenauer y Erhard pudieran tomar las medidas necesarias para cambiar el rumbo del país.
En el caso argentino, la comparación se mantiene, pero esta vez realizada por el ajuste del ministro de Economía, Luis Caputo, que sienta las bases para que, si se aprueba la -valga la redundancia- Ley Bases, el país pueda tener su propio «milagro argentino».
Tanto Adenauer, Erhard y Javier Milei tienen algo en común: son los arquitectos de la reconstrucción de un país destruido, y buscaron sepultar las ideas que llevar a dicho colapso. Erhard era estudioso de las ideas de la libertad, específicamente de la Escuela Austríaca de economía, al igual que el presidente argentino.
El por entonces ministro de Economía alemán, en 1948, envió un paquete de tres leyes fundamentales que impulsaron a Alemania en los años siguientes: se prohibió el déficit público, se eliminaron todos los controles de precios y el sistema de racionamiento, crearon una nueva moneda y pusieron límites a la política monetaria del Banco Central, todo lo mismo que busca hacer la Ley Bases.
En cierto sentido, el presidente Javier Milei, desde antes de asumir la presidencia, ha seguido un enfoque similar: la adopción de un sistema de competencia de monedas que reemplace a un peso destruido, la meta de déficit cero y la posterior eliminación del Banco Central de la República Argentina.
El DNU 70/23 y la ley bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos plantean la necesidad de eliminar todas las trabas a la economía argentina, incluyendo desde la liberalización del mercado inmobiliario derogando la ley de alquileres hasta poner fin a los controles de precios y la eliminación de subsidios.
Los números no mienten. Aunque Argentina aún no ha experimentado su propio milagro económico, la evidencia de Alemania puede servir como ejemplo de lo que podría suceder. Entre junio y diciembre de 1948, la actividad industrial en las tres zonas occidentales experimentó un aumento notable del 50%.
En mayo de 1949, estas tres zonas se unificaron para formar la República Federal de Alemania, conocida como Alemania Occidental, mientras que Alemania Oriental permaneció bajo la influencia soviética y adoptó el nombre de República Democrática de Alemania. Estos dos casos, uno al lado del otro, fueron fundamentales para que Erhard pueda mostrar las diferencias vivamente entre sus resultados, y los resultados opuestos.
El progreso económico continuó gracias a las políticas de libre mercado implementadas por el nuevo gobierno de Alemania Occidental. Ludwig Erhard fue designado Ministro de Asuntos Económicos durante el mandato del Canciller Konrad Adenauer, que abarcó desde 1949 hasta 1963. La economía de Alemania Occidental no solo superó a la de Alemania Oriental, sino que también logró superar a las de Francia y el Reino Unido, a pesar de recibir menos ayuda externa del Plan Marshall.
Este período se conoció como el Wirtschaftswunder o «milagro económico». Entre 1950 y 1960, la producción real de la economía alemana occidental se duplicó, experimentando un crecimiento anual compuesto de casi el 8% durante la década.
Los estudios econométricos que intentaron identificar los diversos factores que contribuyeron a este impresionante desempeño revelaron que no todo se debió al aumento de la fuerza laboral o a mayores flujos de inversión, ni al simple «alcanzar» desde un nivel inicial bajo de producción. Gran parte de este crecimiento se atribuyó a una política económica que liberó las fuerzas productivas, y el resto es historia.