“Nuestro fin, vuestra hambre”
La gente del campo está que echa las muelas. Algunas de las pancartas que se han visto en las concentraciones de Bruselas y en otras es el paradigma de lo que piensan agricultores y ganaderos. Lo dice todo sobre el peligro de abandonarlos a su suerte: “Nuestro fin, vuestra hambre” o “sin nosotros, no coméis”. Y es verdad. La ruina a la que están llevando al campo las políticas que han emanado en los últimos años de la Unión Europea, pero también de los países que la componen, es absoluta. Por poner algunas cifras que avalan esta afirmación y que se refieren a España, nos alertan de que en pocos años se han perdido decenas de miles de hectáreas de cultivo y miles de agricultores han tirado la toalla. Las exigencias medioambientales, las prohibiciones, la burocracia, las trabas o la subida de los costes salariales y energéticos dan buena prueba de las dificultades que entraña hoy sacar adelante las explotaciones.
Hoy, en Europa, lo tienen más fácil los productos de terceros países que los de los propios agricultores y ganaderos europeos. El caso de las judías marroquíes o el arroz indio es apenas un ejemplo de los muchos que se dan y que con la bendición de Bruselas hacen competenciades leal. Otra cosa es lo que ha pasado en la frontera francesa o portuguesa o de otros países de la UE con sus vecinos. Los desmanes de los agricultores franceses contra los productos españoles que ya terminaron, al menos los más graves, más bien parece que el Gobierno francés ha querido que se desviara la atención hacia terceros. Encontrar a un enemigo siempre ha dado resultados, te fijas menos en la culpa de tus propias autoridades. Decir hoy que los tomates españoles o en general los productos del campo español es basura no se lo cree nadie. España es la huerta de Europa, la calidad es increíble y así lo atestiguan las cifras de exportación.
Sería bueno que el Gobierno hiciera más caso a los problemas del campo y no se diera por satisfecho con una reunión del ministro con las asociaciones, de la que por cierto no salió absolutamente nada positivo. Más bien al contrario, el campo está decidido a que se les oiga y se les vea pelear por lo suyo. No es verdad que este ejecutivo se ha portado maravillosamente bien con el campo. Tampoco que le ha dado más dinero que a nadie. Lo que sí ha hecho es subirles los costes por encima de sus posibilidades, ir más allá de las propias normas de la UE y poner reglas absurdas, como el registro digital. Una exigencia, por cierto, que muchos ni siquiera podrán cumplir atendiendo a donde tengan la explotación. Nunca deberíamos olvidar que no sólo sin ellos no comemos, sino su labor, por ejemplo durante la pandemia, fue encomiable, ya que no faltó absolutamente nada en los estantes de los mercados, supermercados y tiendas.
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