El diálogo, según Yolanda Díaz, tras ver otra vez al Papa
Jesús Rivasés .- Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco I, defiende que «el diálogo y la búsqueda de las verdades que nos llevan a construir un proyecto común implican escucha, renuncias, reconocimiento de los errores, aceptación de los fracasos y equivocaciones…» También añadía que además «implica aceptar la debilidad». El diálogo es una palabra que no se cae de los labios de Yolanda Díaz, casi tan pródiga en besos. Quizá no lo recuerde, pero la escritora George Sand (1804-1876), ya decía que «el beso es una forma de diálogo». La «vice» acaba de volver a visitar, por segunda vez, al Papa, vestida de negro riguroso, como recomienda el protocolo vaticano para las mujeres, aunque sin mantilla, sin duda porque tampoco consta su fe religiosa. La reunión entre dos peronistas, la Eva Perón gallega y el sucesor argentino de San Pedro, fue el prólogo de la campaña electoral en Galicia en donde también la «vice» segunda del Gobierno se juega bastante y, por mucho que sea su tierra, nada indica que electorado le vaya a dar alguna alegría, salvo que por las peculiaridades de la ley electoral el PP, aunque gane, no alcance la mayoría absoluta.
Yolanda Díaz, al mismo tiempo, está enfrascada en un teórico «diálogo social» con empresarios y sindicatos, entendido muy a su manera. Hoy, el Gobierno aprobará la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) hasta los 1.132 euros. La «vice» dialogó con las dos partes implicadas, pero decidió por su cuenta. Ahora debe rediseñar la reforma del subsidio de desempleo –exigida por Bruselas para recibir otro pago del «maná» europeo por la pandemia– que sus ex-amigos de Podemos tumbaron en el Congreso. No es que estuvieran en contra; querían escenificar un voto de castigo a la actual enemiga acérrima de Iglesias, Belarra y Montero. Todo en la mejor tradición de las peleas y purgas entre comunistas. La modificación del subsidio se ha complicado hasta el extremo de que incluso los sindicatos tienen dudas de lo que propone la «vice», empeñada además en sacar adelante una reducción de jornada que los sindicatos aplauden y los empresarios rechazan. La Eva Perón gallega insiste, una y otra vez, en que la solución pasa por el diálogo, siempre que le den la razón, claro. Si no ocurre, ha advertido en varias ocasiones a los empresarios que tomará las decisiones por su cuenta. Un diálogo pintoresco y muy lejano del que lleva a construir un proyecto común, que «implica escucha, renuncias, reconocimiento de errores y aceptación de equivocaciones» como propone, –aunque eso parece no haberlo escuchado Yolanda Díaz– el Papa.